El sol acaba de iluminar a lo lejos,
la franja extrema del primer oriente.
Una vez más, bajo la movediza cascada
de sus rayos se despierta la superficie
viva de la tierra, se estremece y
reinicia su pasmoso trabajo.
Dios mío, te ofreceré la anhelada
cosecha de este primer esfuerzo.
Te presentaré en mi copa, la savia de
todos los frutos que hoy serán pulverizados.
Oh Señor, llevaré a la presencia, las
profundidades de mi alma ampliamente
abierta a todas las fuerzas que dentro
de un instante, van a levantarse de todos
los puntos del globo y a converger hacia
el espíritu.
En otro tiempo se traían a tu templo,
las primicias de las cosechas y lo mejor
de los rebaños.
La ofrenda que realmente esperas, la
que tú necesitas misteriosamente todos
los días para calmar tu hambre, para
apagar tu sed, no es nada menos que
el desarrollo del mundo empujado por
el progreso universal.
Recibe señor esta hostia total que la
creación, movida por tu atractivo, te
presenta en la nueva aurora.
El pan, nuestro esfuerzo, no es por sí mismo,
lo sé, sino una inmensa descomposición.
El vino, nuestro dolor, no es aún sino una bebida disolvente.
Pero en el fondo de esta masa uniforme
pusiste, estoy seguro porque lo siento,
un deseo irresistible y santificador que
nos hace gritar, desde el impío hasta el fiel.
“Señor, haznos uno”.
Teilhard de Chardin
P.D. Que Dios no se separe de todos los que integran el nuevo gobierno, para que se haga verdad la nueva esperanza.
P.D. 2. Ya se hizo realidad su frase de campaña, gobernador Vega: “el pueblo manda”.
P.D. 3. Saludos y felicidades, señor Porfirio Muñoz Ledo.
Concepción Tinajero Juárez
Ensenada, B.C.