Ese negocio ilícito que consume a niños, adolescentes, delincuentes y narcomenudistas en las colonias, a partir de las máquinas tragamonedas que invaden abarrotes y changarros dejando ganancias diarias, y al que nadie le quiere entrar, resulta que está en el Ayuntamiento combatirlo. Especialmente en Tijuana, donde los lugares con maquinitas han sido incluso escenas de crímenes. Por lo menos dos dependencias, Bomberos y Reglamentos, tienen facultades para perseguirlos de manera indirecta, ¿cómo? Muy fácil, la viabilidad que entrega Bomberos para la operación de un negocio y que es necesaria para la tramitación de un permiso de operación en Reglamentos, no incluye -porque es ilegal- la instalación de maquinitas. Así que los funcionarios municipales, en colaboración con los policías municipales que realizan operativos en esos negocios, podrían sancionar a los poseedores de permisos por estar en un giro distinto al del permiso otorgado, llamarlos a retirar las maquinitas y, en caso contrario, revocarles el permiso. Claro, eso si tuvieran el compromiso social, si quisieran acabar con el ilegal negocio y si el alcalde Juan Manuel Gastélum ordenara detener ese negocio ligado al vicio de la ludopatía y al narcomenudeo, a partir de la regulación municipal… si tan solo actuara y gobernara la ciudad de manera correcta.