Pondré mi lavandería,
a ver si dejan que lave
el dinero que me clavé,
producto de pillería.
Al fin que no pasa nada,
pululan estos negocios
con patrones y sus socios,
lavando una millonada.
Después se pone a secar
en solares extranjeros,
tienen buenos tendederos;
no nos van a investigar.
Luego de quitar las manchas
al dinero mal habido,
ya lavado y exprimido,
voy a gastarlo a mis anchas.
Comprando bienes raíces,
hoteles y restaurantes,
para todos los paseantes
que vengan de otros países.
Y se diluye el pecado,
se pierde la pista al dinero,
va a parar al extranjero,
y el corrupto es perdonado.
Y surgen familias pudientes,
con negocios por doquier,
ostentando su poder
para ellos y descendientes.
Alberto Torres B.
Tijuana, B.C.