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miércoles, octubre 2, 2024
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La lucha del Ejército por terminar con los plantíos de marihuana

En lo que va del año, el 28 Batallón de Infantería del Ejército Mexicano ha localizado y destruido 50 mil 601 metros cuadrados de marihuana en el municipio de Tecate. Los sitios de cultivo se encuentran cada vez más alejados de las zonas habitadas, en áreas montañosas y de difícil acceso. El más reciente de estos 17 plantíos, de más de tres hectáreas, fue encontrado cerca de la Sierra de Juárez y solo podía ser detectado desde las alturas

 

A mil 580 metros de altitud, en la sierra donde se delinean los límites de Tecate y Ensenada, crecen más de 600 mil plantas de marihuana. Son tres hectáreas de terreno ocultas entre cerros, matorrales y rocas que superan los dos metros de altura.

Para dar con este plantío, el Ejército usó una aeronave. Solo desde las alturas se pudo distinguir el sembradío y fue así que se pudo trazar un camino por tierra para llegar hasta ese recoveco, donde por lo menos desde hace cuatro meses, inició el cultivo.

Según datos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), los hallazgos de estos lugares no solo se dan mediante recorridos terrestres. Entre 2015 y 2016, militares descubrieron 376 plantíos de marihuana, 12 mil 533 de amapola y 52 pistas de aterrizaje clandestinas en todo el país, esto por medio de imágenes satelitales.

Los difíciles caminos

El lunes 16 de julio, 37 integrantes del 28 Batallón de Infantería de la Sedena, perteneciente a la Segunda Zona Militar y liderados por el Mayor Arturo González, partieron desde Tijuana para destruir el plantío con el que suman 17, los sembradíos de marihuana localizados en Tecate en lo que va del año.

Con apoyo de 38 elementos del Segundo Batallón de Infantería de la Secretaría de la Marina y en coordinación con personal de la Procuraduría General de la República (PGR), las tropas militares arrancaron de raíz cada una de las plantas y luego las incineraron en camas de hojas y palos rociadas con gasolina.

Al ubicar el plantío en un mapa, el punto de referencia más próximo es el rancho Las Pilitas, a unos tres kilómetros y medio al norte. Es ahí también donde se encuentran las construcciones más cercanas. El resto del camino atraviesa ejidos, campos semi desérticos con pequeñas matas creciendo y en algunos tramos, cerros llenos de pinos.

Si se presta atención, como indicaron algunos militares, se pueden detectar señales colocadas a lo largo del camino que indican la dirección hacia el plantío. Por ejemplo, un grupo de piedras acomodadas cuidadosamente sobre pequeñas montañas, palos u objetos dejados cerca del paso de vehículos que sirven de guía para los encargados de la droga.

Un helicóptero Black Hawk vigilaba la tarea

Lineales son 37 kilómetros de camino de terracería desde la carretera Mexicali-Tijuana en el poblado de La Rumorosa, desde su kilómetro 71.5 que, recorridos en vehículos militares tipo humvees y unidades Mercedes Benz Unimog de la Marina, toman más de dos horas de camino.

ZETA acudió a la destrucción del plantío, la primera que se realiza en Baja California desde la implementación del Protocolo Nacional de Actuación para la Destrucción de Plantíos Ilícitos, firmado en junio de este año entre dependencias federales.

Este documento tiene como objeto, la coordinación entre las autoridades que participen en cada una de las partes del proceso, desde el descubrimiento o la recepción de una denuncia de plantíos ilícitos hasta su destrucción.

Además brinda certeza jurídica a las partes involucradas mediante guías metodológicas para las técnicas de medición, toma de muestras y verificación de la destrucción de estos sembradíos.

Por este motivo, de manera obligatoria, agentes de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) de la PGR deben encontrarse presentes durante la quema de la droga, a diferencia de ocasiones anteriores en que las Fuerzas Armadas o corporaciones policiacas podían proceder a la destrucción en el mismo momento del hallazgo.

Una vez que los vehículos atravesaron el camino montañoso, inició el recorrido a pie de poco más de un kilómetro. Para los militares, el camino no toma más de 20 minutos, pero para personal de PGR y periodistas que siguieron el recorrido, fueron más de 40 minutos de viaje. El trayecto era seguido por un helicóptero Black Hawk.

Posteriormente le siguió subir entre árboles, cactus y piedras para luego acomodar el cuerpo entre estrechos pasadizos formados por rocas gigantes, escalarlas con ayuda de soldados y marinos para llegar a un peñasco desde donde se veía una enorme red de hojas que ocultaba el sembradío varios metros abajo, en un pequeño cañón.

Más de 30 mil metros cuadrados incinerados

 

Una inversión de 300 mil pesos

Con 33 mil 650 metros cuadrados de superficie, el plantío descubierto costó cerca de 300 mil pesos, según fuentes militares. Las plantas se alimentaban de dos pozos ocultos con lonas para no ser vistos desde las alturas. Uno se localizaba en la parte superior, por lo que, con la sola gravedad, el agua viajaba desde una manguera hasta los surcos.

El segundo pozo se encontraba abajo, así que un generador eléctrico a base de gasolina bombeaba el agua hacia las mangueras. El material de las mangueras parece frágil, un ligero plástico negro, pero en realidad se trata de un método rápido de riego, ya que al ser material poroso, el líquido se distribuye en pequeñas dosis y casi de manera equitativa.

Las mangueras de ambos pozos se encontraban en medio del plantío, en una intersección con varias llaves para regular la presión. Las plantas iban desde el metro y medio de altura hasta apenas los 10 centímetros, lo que significa que el plantío se inició por etapas.

Un sofisticado trabajo que, para expertos, requirió de entre 10 y 15 personas en su primera etapa, para luego requerir de alrededor de cinco para su mantenimiento. Fuentes de inteligencia indicaron que los involucrados posiblemente viajaron de otros estados como Durango, Sinaloa o Guerrero, donde abundan estos plantíos, ya que la cosecha se estaba logrando con éxito.

La ubicación también fue escogida con cuidado, no solo se trata de un área que no se observa desde el único camino trazado en los alrededores y oculta entre la topografía de la zona, sino que se trataba de un ambiente fresco con constantes corrientes de aire.

Las plantas más altas alcanzaban el metro y medio

Como parte del proceso de cosecha, las plantas conocidas como machos eran arrancadas para dejar espacios solo a las hembras, aquellas que producen el cáñamo o fruto -también conocido coloquialmente como cola de borrego-, esto a diferencia de otros plantíos en que hembras y machos se dejan crecer por igual.

Aunque no se reportaron detenidos, sí quedaron sus rastros. En un improvisado campamento al lado del sembradío, quedó suficiente cantidad de comida para semanas: paquetes de harina, latas de atún y sardinas, frutas enlatadas, salsa de tomate en empaque tetrapark, así como unos cartones de huevo; papas, manteca, pastas y sartenes.

En cambio, solo se observaban dos camas formadas con delgados troncos, cartones y cobijas sucias.

El sitio estaba cubierto por una laboriosa red tejida con hilo de nylon, reforzada con alambres y sostenida con palos ligeros, sobre la cual fueron colocadas hojas y vegetación de la zona para lograr así el camuflaje.

Después de que personal de la AIC levantó las pruebas necesarias, marinos y soldados comenzaron a arrancar cada una de las miles de plantas. Iniciaron la quema por partes: en la primera reunieron cuatro secciones de hojas de marihuana, colocadas sobre y entre hojas secas y palos.

Más de dos horas tomó la destrucción

Uno de los soldados comenzó a rociar los cúmulos con gasolina para así prenderles fuego. Destruir el plantío tomó más de dos horas, tiempo necesario para que soldados y marinos, una vez que volvieron a los vehículos, ya se les notara el cansancio y la falta de aire.

No obstante, después de limpiarse el sudor, beber agua, tomar hielo, Coca-Cola o Gatorade, en menos de cinco minutos de descanso, se veían repuestos. Seguía otro viaje de dos horas en terracería hasta pisar carretera a bordo de los autos con el arma en la mano y la mirada al frente.

 

Pérdidas millonarias

Según cálculos de expertos, por cada hectárea se recogen hasta 100 kilogramos de marihuana, lo que resultaría en más de 300 kilogramos, de haber sido cosechada con éxito.

Tijuana y sus alrededores son una de las principales áreas de venta de marihuana en la región que va de los 50 a 100 pesos por gramo, esto significa hasta 100 mil pesos por kilo y por lo tanto, 30 millones de pesos.

A pesar de que el uso recreativo de la marihuana ya se legalizó en California, agencias federales de ese país señalan en su tabla de precios que un gramo de marihuana mexicana en San Diego, alcanza un costo de 10 dólares, esto es 10 mil dólares por kilogramo. Si el total de la droga tenía como destino Estados Unidos, entonces se trataría de una pérdida aproximada de tres millones de dólares, casi 54 millones de pesos.

No es el único golpe a las finanzas del narcotráfico que los militares han logrado en la zona con la erradicación de plantíos.

Tan solo en Tecate, en 2017, la Sedena localizó y destruyó 47 plantíos de amapola con una superficie de 65 mil 125 metros cuadrados; así como otros 20 plantíos de marihuana con una superficie de 44 mil 365 metros.

A pesar de que en ese año, la siembra de amapola rebasó por más del doble a la de marihuana, en este 2018 no se ha localizado un solo plantío de amapola en el municipio. El cultivo de esta planta no solo requiere de mayores cuidados, también de una mayor inversión.

Adentrándose en la Sierra de Juárez

En cambio, en lo que va de este año, militares han localizado 17 plantíos de marihuana que resultaron en 50 mil 601 metros cuadrados. De este número, 10 sembradíos fueron descubiertos a los alrededores del descubierto de más de tres hectáreas que fue destruido hace días.

Sin embargo, el panorama en el resto del país cambia con más plantíos de amapola que de marihuana.

En 2017, la Sedena destruyó 34 mil 674 sembradíos de marihuana con una superficie de cuatro mil 168 hectáreas. Ese mismo año se incineraron 201 mil 999 plantíos de amapola, que dieron un total de 28 mil 751 hectáreas.

Mientras que del 1 de enero al 30 de junio de 2018, se han destruido 16 mil 13 cultivos de marihuana con una superficie de mil 125 hectáreas. En cambio, en este mismo periodo se han destruido 148 mil 375 plantíos de amapola con una superficie de 17 mil 98 hectáreas.

En los últimos cinco años y medio, la situación en México es igual. Según datos de la Sedena, del 1 de diciembre de 2012 al 30 de junio de 2018, se han destruido 221 mil 995 sembradíos de marihuana con una superficie de 27 mil 651 hectáreas en contraposición a los 951 mil 587 plantíos de amapola que representaron 131 mil 462 hectáreas.

 

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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