En varias entregas he escrito sobre las encuestas, sus repercusiones, tanto positivas como negativas, principalmente de la oportunidad que tenían de reivindicarse en este proceso electoral que recién concluyó.
Este ejercicio, años atrás dejó -en muchos casos- de ser un instrumento confiable, se utilizó en la última década como una herramienta más de propaganda por culpa de los partidos y candidatos, dejando de lado el propósito para lo que fueron creadas: medir preferencias electorales para la mejor toma de decisiones.
En Europa, Estados Unidos y otros países, han errado de manera significativa sus estimaciones, lo cual incluso hizo dudar de esta valiosa técnica a propios y extraños. Hasta los mismos encuestadores debatían sobre la conveniencia de tener que modificar su metodología, desde el concepto mismo hasta la forma en que salían al campo a recabar la información deseada.
En esta elección federal, las casas encuestadoras fueron mucho más rigurosas con su técnica, a diferencia de años anteriores donde, en elecciones estatales, se prestaron al juego perverso de anticipar posibles ganadores, todo con el propósito de obtener beneficios económicos y políticos.
El que un grupo importante de encuestas hayan estado cerca del resultado final es alentador y más reconfortante es que seguramente aguantaron presiones de todo tipo, con tal de colocar a determinado candidato al frente o reduciendo márgenes de distancia.
Aun así y al realizar una revisión general de los números presentados por ciertas empresas, nos daremos cuenta que sí existieron variaciones dignas de destacar. Algunos encuestadores se siguen prestando a un juego manipulador, pero en esta ocasión se toparon con pared.
En el suplemento dominical del periódico Reforma, a través de un artículo que publican Lorena Becerra y Rodrigo León, vemos con exactitud los casos de éxito y fracaso que son de llamar la atención.
En general, todos estimaron que el ganador sería Andrés Manuel López Obrador, pero como intervalos muy amplios. La empresa Parametría fue la más cercana, con 53 % para el candidato de Morena; y la más errada Numerus, con 39%.
Para el caso de Ricardo Anaya, la casa encuestadora más certera fue Enkoll y Parametría, con 22%; y las más desfasadas fueron Varela y Asociados, Arcop y Gea-Isa al brindarle 28%.
Sobre José Antonio Meade, la encuestadora Berumen estuvo muy certera al estimar al candidato del PRI con 17%; y quien erró de manera significativa fue POP Group al colocar a Meade en 34%.
Las encuestas regresaron del obscurantismo en que se encontraban, lo hicieron en la mayoría de los casos de manera exitosa y eso se debe de celebrar, ya que son un instrumento que brinda certidumbre y nitidez a las diferentes elecciones, solo esperamos que no caigan en la tentación cuando se presenten a partir del próximo año, comicios locales.
Cuando veas las barbas de tu vecino…
Vaya situación que se avecina en Baja California cuando se elija a gobernador, alcaldes y se renueve el Congreso del Estado, el próximo año.
Un partido político como Morena que arrasó en las urnas y que encontrará terreno fértil en la entidad, ante un mandatario como Francisco Vega, cuestionado y gris.
Cuando se pierde de forma tan contundente como en la entidad, las culpas entre unos y otras son muchas, pero si como partido -PAN- y como gobierno se hace una lectura equivocada al querer “responsabilizar” de la derrota, única y exclusivamente a la ola lopezobradorista y no se asume con humildad los errores cometidos, entonces será muy probable que se entregue una plaza por demás simbólica en el ámbito nacional.
Alejandro Caso Niebla es consultor en políticas públicas, comunicación y campañas; se ha desempeñado como vocero en la Secretaría de Hacienda y Secretaría de Desarrollo Social en el Gobierno Federal, así como Director de medios en la Presidencia de la República. También fungió como Director de Comunicación Social en el Gobierno del Estado de Baja California. @CasoAlejandro