Política Breve y de Emergencia
El proceso electoral 2018 definitivamente está reeditando nuestra práctica política, una moderna manera de conformación de los gobiernos mexicanos y, desde luego aún más importante, una forma de resolver los conflictos sociales. Hoy, desde los terrenos de la paz social y, por fin, sin dudas, el sufragio efectivo.
Porque, a pesar de la opinión contraria de a quienes el resultado electoral no les favoreció, México ya está en el principio de la “4ta Transformación Nacional”; ésta sin disparos de bala ni sacrificios humanos de por medio. Una construida, exclusivamente a punta de votos, en la elección del 1 de julio.
Andrés Manuel López Obrador salió por todo el país, a proponer no robar, no mentir, no traicionar. Ofreció la esperanza de cambiar verdaderamente a México y los mexicanos. Por lo menos, un poco más de la mitad se sumaron a esa propuesta, en la convicción de estar involucrados en otra, una nueva, una honesta forma de conducir los destinos que nos son comunes; un nuevo y ojalá mejor rumbo para todos nosotros.
Las encuestas no se equivocaron, entre el primero y segundo lugar hubo más de 20 puntos porcentuales de diferencia; el llamado al voto parejo de parte de AMLO, no predicó en el desierto. Tanto en las cámaras de senadores, como en las de diputados, la alianza de Morena tendrá una representación superior al 60 por ciento en la integración.
En esta nueva faceta de la vida política mexicana, los perdedores concedieron su derrota sin cortapisas, el mismo día de la jornada electoral; la transición para el relevo de gobierno inició dos días después de conocerse el virtual ganador, con el encuentro entre el presidente constitucional y el virtualmente electo, por supuesto, en el Palacio Nacional; y esto porque las formas legales tampoco están al día de los renovados tiempos mexicanos.
Al tercer día de los procesos, López Obrador, el ganador de los comicios, se entrevistó con sus principales detractores en campaña y no, no fue con sus contrincantes de otras fuerzas partidistas, sino con los líderes del empresariado nacional, los mismos que lo habían señalado y hasta insultado, “porque en sus manos, el país sería una catástrofe”. Pero, durante ese encuentro, los mercados se mantuvieron firmes y la cotización peso-dólar continuaba con ganancia favorables para la divisa mexicana.
Nunca, en esta breve y moderna historia de nuestra vida democrática, un gobernante electo concilió diferencias, definió rumbo económico, estableció su estilo mediático, giró instrucciones a su virtual gabinete de trabajo y festejó su triunfo; todo en la misma semana posterior a su elección, trabajando y tan pronto. Nuevos tiempos, nuevas formas.
Mención aparte merece la significativa y simbólica reunión que Andrés Manuel tuvo con el precursor democrático de la izquierda nacional, Cuauhtémoc Cárdenas; como el hijo que se rencuentra con el padre al que después de ese viaje de formación trascendente, superada la rebeldía, le entrega el resultado de la práctica de los valores de su esencia. ¡Lo logramos, ya he vuelto!
Difícil no contagiarse. Incrédulos, desde luego, podrán seguir el 30 por ciento de compatriotas que depositaron su confianza en otras propuestas, lo importante es que ellos serán los primeros en exigir y a los primeros que se habrán de convencer. Tan solo porque ahora será distinto.
Que la historia lo registre.- En los cómputos distritales de las elecciones 2018, se encontró que casi el 80 por ciento de las actas de escrutinio se depositaron dentro de la caja electoral y no en el exterior, según las instrucciones. Curioso, esa es una de las causales de recuento voto por voto.
Botón rojo.- ¿El “Patas” Gastélum, alcalde de Tijuana, verdaderamente quería celebrar la derrota de su partido, con una carnita asada?
Salvador Morales Riubí, político tijuanense, ha sido funcionario municipal y estatal. Actualmente es empresario y consultor en temas de salud y relaciones públicas. Correo: smriubi@yahoo.com