La alcaldesa de Rosarito, Mirna Rincón, va sola en el tema de la seguridad. Dicen entre sus pares y en el Partido Acción Nacional, que la señora fue de las pocas en decirle no a la coordinación con el Ejército Mexicano. Particularmente a la que se promueve desde la II Zona Militar que comanda el General Enrique Martínez. Ahora sí que todo lo deja en manos y mente de su director de seguridad, Adrián Hernández Pérez. Cuando le ofrecieron el apoyo coordinado con las Fuerzas Armadas, la panista dijo no, que ella es la autoridad municipal y no acepta intromisiones. La cuestión es que en otros municipios, y de hecho en el Estado, la coordinación con el Ejército ha servido por lo menos para aprehender delincuentes, asegurar áreas y compartir información para el análisis. El detalle es que en las esferas de seguridad, sospechan que esa negativa de la alcaldesa esté motivada por las compañías más que por recelo entre poderes ejecutivos, pues fue público y notorio que durante su campaña fue apoyada por Candelario “El Cande” Arcega Aguirre, un personaje de aquella municipalidad, autocalificado como transportista, pero que en el pasado se ha visto envuelto en temas relacionados con el crimen organizado. Fue aprehendido por el Ejército en una ocasión, y secuestrado en otra. Los crímenes en Rosarito van a la alza. Si en todo 2017 registraron 48 ejecuciones, hasta el 21 de junio de 2018 habían ocurrido 39 homicidios dolosos en lo que va del año. Pero ni así, Rincón quiere coordinarse con el Ejército. ¿Por qué será?