En “México esclavizado”, novela histórica publicada por Planeta, Francisco Martín Moreno recrea la esclavitud de mayas y yaquis en las haciendas henequeneras de Yucatán entre los siglos XIX y XX. “Me pareció maravilloso combinar el papel del clero, el papel de la oligarquía desde la autocracia porfirista, del papel de los gobiernos locales, con un contexto esclavista mundial y con el ingrediente del erotismo de esta pareja de protagonistas maravillosa, de Olegario y Marion”, expresó a ZETA el autor
La esclavitud de trabajadores mayas y yaquis en la Península de Yucatán durante la época porfirista de finales del Siglo XIX y primeras décadas del Siglo XX, es investigada y contada por Francisco Martín Moreno en su más reciente novela histórica, “México esclavizado” (Planeta, 2018).
Apasionado narrador de diversos pasajes de la historia de México, el autor regresa para compartir una de las historias más dolorosas de México, que implicó la explotación de peones mayas y yaquis a través de un sistema de deudas perpetuas que los acaudalados henequeneros imponían irreversiblemente a sus trabajadores en las miles de hectáreas sembradas de henequén, el “oro verde” de aquella época.
Creador de obras como “México negro”, “México mutilado”, “México sediento”, “México secreto”, entre otras, Francisco Martín Moreno llevó a cabo la primera presentación de “México esclavizado” el sábado 26 de mayo en el Gran Museo del Mundo Maya en Mérida, Yucatán.
“Quise contar la historia de esclavitud de Yucatán. Éste es un libro de denuncia para que quede claro qué nos puede pasar a los mexicanos si no entramos al rescate de los más necesitados, los marginados y de los ignorantes, ésa es la idea del libro”, compartió.
UN RECORRIDO EN EL TIEMPO
Precisamente el día de la primera presentación de “México esclavizado”, Francisco Martín Moreno y su sello, Grupo Editorial Planeta, compartieron un recorrido por la verdosa Hacienda Sotuta de Peón, a poco más de 30 kilómetros de Mérida, que en su momento fue una de las más de mil 200 haciendas henequeneras donde fueron explotados más de 100 mil esclavos mayas y yaquis, llevados de Sonora en los últimos años del Siglo XIX y primeras tres décadas del Siglo XX, contó el escritor en la hacienda que, por cierto, también fungió como escenario en el proceso de investigación previo a la escritura de su novela.
La guía de turistas de la Hacienda Sotuta de Peón, Mariana Arjona, confesó con su pegajoso acento yucateco al pelotón de visitantes que actualmente el complejo funciona como un “Museo vivo del henequén”, es decir, “dependemos del turismo” que, durante los recorridos, puede apreciar los plantíos turquesas del henequén y, sobre todo, algunos procedimientos rudimentarios propios de la época para procesar el también llamado “oro verde”.
Carruajes, pinturas, decoraciones y muebles de la época pueden apreciarse en la Hacienda Sotuta de Peón; abunda maquinaria vieja anclada tanto en las verdes parcelas como en otro tiempo, algunas lucen herrumbrosas e inservibles, otras echadas a andar por hacendosos trabajadores ataviados de blanco, como una demostración para que los turistas vean cómo el henequén se convertía milagrosamente en resistentes hilos parecidos a colas de caballo rubias con que se fabricaban cuerdas de todos los grosores y largores, y por supuesto, costales.
Durante el tropical recorrido a más de 35 grados Centígrados, Francisco Martín Moreno aclaró que a los empresarios estadounidenses no les convenía comprar las cuerdas o costales, sino que preferían la materia prima sin procesar.
“Los gringos, lo que compraban, no era la cuerda, como la ven ustedes ahí o como la que está aquí –decía señalando con el dedo cordeles cercanos-. Lo que compraban los gringos era la fibra y no querían que nosotros los yucatecos industrializáramos las cuerdas, porque ahí es donde estaba el dinero, en la manufactura de las cuerdas; decían ‘no, tú me vas a vender nada más la fibra’, y buscaron todas las maneras de impedir que los yucatecos hiciéramos las cuerdas, porque ahí era donde estaba la ‘lana’”.
Luego, en entrevista con ZETA, Francisco Martín Moreno también confesó la utilidad en el mercado mundial tanto de las cuerdas como de los costales de henequén en aquella boyante época en dólares, para los hacendados.
“Toda cordelería, las cuerdas, los mecates, eran imprescindibles en la agricultura gringa porque las máquinas trilladoras cuando cortaban todo el trigo, las anudaban antes con alambres, esos alambres eran terribles porque mataban a las vacas al comerse el forraje; cuando cambian los alambres por cordeles de henequén ya no pasaba nada con las vacas, entonces la demanda de henequén fue tremenda, más tremenda aún durante la Primera Guerra Mundial, donde los costales de algodón ya no servían para exportar los alimentos, los granos, al frente europeo. Fue así que recurrieron a la creación de los sacos de henequén, que no producían las condiciones de humedad ni llegaban podridos los alimentos”, indicó.
“La expansión monetaria en aquellos años de la Primera Guerra Mundial, al hacer los sacos y al hacer también las cuerdas para atracar los submarinos, era de los henequeneros yucatecos, por eso llegaron a tener tantísimo dinero que se puede ver en los palacetes que hoy existen en el Paseo de Montejo”, advirtió Martín Moreno.
EL SISTEMA DE ENDEUDAMIENTO PERPETUO, O LA ESCLAVITUD
Apasionado de la historia de México, Francisco Martín Moreno argumentó en entrevista con ZETA cómo se encontró la historia de la explotación maya en las haciendas henequeneras para crear su novela “México esclavizado”:
“Cuando concluí mi libro ‘México engañado’, sobre todo lo que no dice el Libro de Texto Gratuito, al repasar toda la historia de México me encontré con muchos vacíos que eran dignos de ser reescritos y difundidos a través de la novela, entonces, cuando encontré los procesos de esclavitud en Yucatán pues me alarmaron de sobremanera en constatar la existencia de las tiendas de raya donde pagaban con fichas, mientras que los hacendados cobraban en dólares por la exportación del ‘oro verde’ y, claro, todos los padecimientos de los peones”.
Relató que el sistema de endeudamiento familiar era propio de la esclavitud, donde los trabajadores mayas no tenían manera de escapar de las fincas:
“Los peones no podían salir de ninguna manera de las fincas si no pagaban todas sus deudas, que también causaban intereses, no podían escapar de la hacienda; entonces, sin una carta de liberación del patrón, carta que nunca les daban, los arrestaban los rurales de Porfirio Díaz o los arrestaban las guardias blancas de los hacendados, y cuando los llevaban de regreso a las fincas, tenían que liquidarle a quien los había arrestado una cantidad; esa cantidad se la sumaban a su deuda, que nunca terminaban de pagar porque además se acumulaban intereses”.
Fiel a su fe y estilo de aguerrido orador, Francisco Martín Moreno arremetió: “Da mucho coraje ver también el papel que jugó el clero porque, cuando iban a pedir el aumento de salarios a los hacendados, les decían: ‘mira, es mejor que le pidas el aumento de sueldo a Dios, porque yo no te lo voy a poder conceder’. Entonces iban con el arzobispo Tritschler, dueño de la cervecería yucateca, tenía acciones en el banco yucateco y con las empresas productoras de henequén, o sea, era un hombre muy poderoso, les decía: ‘tú no te preocupes por lo que sufras, porque entre más sufras, más garantías tendrás de pasar al paraíso y disfrutar por toda la eternidad la protección de Dios; ve lo que sufrió Jesús, tú y los tuyos también están obligados a sufrir y, mientras más sufran, más tendrán garantías de placer, paz y prosperidad en la eternidad’”.
Sobre la imposibilidad de los mayas yucatecos de escapar al sistema de esclavitud mexicano, el autor sentenció: “El clero invitaba a la resignación y al conformismo, y por el otro lado, tenían a los hacendados, que eran al mismo tiempo gobernadores del Estado, ellos nombraban a los jueces, ellos nombraban a los diputados, entonces eran una autocracia perfecta”.
CARRILLO PUERTO Y SALVADOR ALVARADO, O DOS HISTORIAS DE ASESINADOS
Dos de las figuras centrales en la historia de Yucatán entre 1915 y 1924, y por lo tanto también de “México esclavizado”, son Salvador Alvarado (Sinaloa, 20 de julio de 1880-Tabasco, 9 de junio de 1924) y Felipe Carrillo Puerto (8 de noviembre de 1874 -Mérida, 3 de enero de 1924).
Salvador Alvarado gobernó Yucatán del 19 de marzo de 1915 al primero de febrero de 1919. “Cuando surge la figura de Salvador Alvarado, el gobernador impuesto por Venustiano Carranza, pues él lo que hace es largar al 90 por ciento del clero del Estado, que eran los que invitan al conformismo y a la resignación, los larga del Estado, cierra las cantinas, cierra los prostíbulos, acaba con la esclavitud, construye escuelas, construye academias, se queda con el monopolio de la venta del henequén”, contó a ZETA Martín Moreno.
“Cuando los hacendados pensaban que les iban a robar su dinero, empiezan a ver que había una administración honorable, les llegaba una cantidad de dinero con la que no soñaban y de ahí también saca dinero Venustiano Carranza para comprar armas del exterior, porque eran ingresos en dólares, para acabar de aplastar a Pancho Villa en la Batalla de Celaya”.
Gobernador de Yucatán entre 1922 y 1924, Felipe Carrillo Puerto es otra de las figuras de “México esclavizado”:
“Felipe Carrillo Puerto tiene los primeros choques con Salvador Alvarado hasta que se da cuenta que Salvador Alvarado y él quieren lo mismo; Felipe Carrillo quería la superación de los suyos y él precisamente entabla una alianza con Salvador Alvarado, llega al poder pero su gobierno ni siquiera dura dos años, porque empieza a tomar medidas para rescatar a los mayas de la miseria y acabar con el poder de los hacendados después de la Primera Guerra Mundial”.
En algún momento tanto de la historia real como en “México esclavizado”, Álvaro Obregón aparece en su papel de villano:
“A Carrillo Puerto lo manda asesinar Álvaro Obregón, igual que Álvaro Obregón manda a asesinar a Salvador Alvarado; Felipe Carrillo Puerto era el gran constructor de Yucatán, pero se le pasó la mano en algunos aspectos cuando trató sobre todo de expropiar todas las haciendas henequeneras de Yucatán, y eso le costó la vida, porque lo derrocaron y lo asesinaron de una manera cruel”.
UNA HISTORIA DE AMOR ENTRE LA ESCLAVITUD
Con todo el bagaje de la historia de explotación en Yucatán durante el auge del “oro verde” como escenario y contexto, en “México esclavizado”, Francisco Martín Moreno narra la historia de amor entre dos jóvenes estudiantes de Oxford, Olegario y Marion. Él, hijo del henequenero más poderoso de Yucatán a finales del Siglo XIX y principios del XX; y ella, una bella ideóloga de las causas sociales y estudiosa de las épocas de esclavitud en la historia del mundo desde la explotación de trabajadores del caucho en El Congo, los cafetaleros de Brasil, algodoneros de Estados Unidos, chicleros de México, hasta los azucareros del Caribe.
“Olegario es el hijo de un hacendado muy prominente yucateco que era Olegario Molina, era el dueño de una gran cantidad de haciendas en Yucatán, tenía el monopolio prácticamente de los cultivos de henequén, era dueño del Banco de Yucatán y del ferrocarril, tenía además unas líneas marítimas enormes para transportar el henequén, tenía de todo este hombre; entonces, ve que su hijo es un soñador, su hijo lo que quiere es que todos los indígenas mayas tengan el mismo bienestar del que él disfrutó y disfruta y, claro, tiene una conciencia social, choca con los apetitos económicos y financieros del papá, así que lo manda a Estados Unidos, luego lo manda a estudiar a Oxford, ahí conoce a Marion Scott”, refirió a ZETA Martín Moreno.
Estando en Oxford, un día de 1904, los jóvenes protagonistas deciden abandonar la teoría universitaria para viajar a la península de Yucatán, pero más allá de la suculenta gastronomía yucateca compuesta de panuchos y cochinita pibil, papadzules o salbutes, todo con su respectiva salsa habanera, o incluso allende la impresionante arquitectura afrancesada del Paseo Montejo y la exótica selva yucateca, Olegario y Marion se adentrarán poco a poco en las condiciones de explotación de los trabajadores mayas y yaquis, donde Salvador Alvarado y Felipe Carillo Puerto juegan un papel importante.
“Me pareció maravilloso combinar el papel del clero, el papel de la oligarquía desde la autocracia porfirista, el papel de los gobiernos locales, con un contexto esclavista mundial, y con el ingrediente del erotismo de esta pareja de protagonistas maravillosa, de Olegario y Marion”, concluyó Martín Moreno.
Eso sí, los jóvenes protagonistas tendrán que tomar decisiones en el mundo de la explotación del henequén, donde, por sus ideales juveniles, también pondrán en riesgo su vida.
A continuación, ZETA comparte con sus lectores un “fragmento del libro ‘México Esclavizado’, del autor Francisco Martín Moreno, publicado en el sello Planeta. ©2018. Cortesía otorgada bajo el permiso de Grupo Planeta México”.