“Es una gran satisfacción por ese elenco de homenajeados aquí en el Encuentro Hispanoamericanos de Escritores ‘Horas de Junio’, con más razón, me enorgullece y me honra que me hayan dedicado a mí esta edición del Encuentro”, expresó a ZETA el escritor, durante su tributo en Hermosillo
Hermosillo, Sonora.- El tradicional Encuentro Hispanoamericano de Escritores “Horas de Junio” rindió tributo al escritor Enrique Serna el viernes 18 de mayo, en Hermosillo, en una ceremonia celebrada en el Centro de las Artes de la Universidad de Sonora (UNISON).
Como parte del homenaje a Serna, “Horas de Junio”, que dirige Raúl Acevedo Savín, tuvo el tino de nombrar las sedes donde sucedió el Encuentro con algunos títulos literarios del homenajeado, entre estos “Sala Genealogía de la soberbia intelectual” o “Sala Ángeles del abismo”.
Durante su distinción en la “Sala Ángeles del abismo”, Enrique Serna estuvo acompañado por Rodolfo Basurto Álvarez, director de Vinculación y Difusión de la Universidad de Sonora; Josué Barrera, coordinador de Literatura del Instituto Sonorense de Cultura; Silvia Molina, presidenta del Consejo Nacional del Seminario de Cultura Mexicana; Lucía Ordóñez Bravo en representación del Comité Organizador de “Horas de Junio”; y el coordinador general del Encuentro Hispanoamericano de Escritores, Raúl Acevedo Savín “Jeff”.
“Enrique Serna es el escritor mexicano contemporáneo con más garra en su pluma, cuyas virtudes son, entre otras cosas, la constancia en el oficio, la diversidad de sus temas, la lucidez y pulcritud en su narrativa que brota desde la ficción como un juego lúdico, crítico, certero, contundente en cuanto a las propuestas sociales, con una gran dosis de ironía implícita a partir de lo que vivimos como país. Éste es un reconocimiento de los escritores a un escritor; aquí no hay afán de adulación, de ornamentas, se reconoce con honestidad y porque se respeta y admira la obra de Enrique Serna”, reconoció Acevedo durante el tributo.
En su turno, Silvia Molina coincidió: “A Enrique Serna le ha inquietado sumergirse en el bajo mundo de la sociedad, en la intimidad de seres truculentos y ha hurgado como nadie en la condición humana, en la pasión que ciega al hombre hasta el grado de no sentir ni siquiera sus actos de crueldad; sin embargo, Enrique es un escritor que también juega con la ironía, lo hace con gracia: te ríes o te mueres del horror porque hace gala del humor negro y la sátira, quién supiera manejarla cómo él”.
“Horas de Junio” ha rendido tributo a escritores como Víctor Hugo Rascón Banda, Elena Poniatowska, José Emilio Pacheco, Juan Bañuelos, por citar solo algunos.
“Es una gran satisfacción por ese elenco de homenajeados aquí en el Encuentro Hispanoamericanos de Escritores ‘Horas de Junio’, con más razón, me enorgullece y me honra que me hayan dedicado a mí esta edición del Encuentro”, expresó a ZETA Enrique Serna, quien por cierto, confesó algunos secretos de su propuesta literaria.
“LO MÁS IMPORTANTE ES CONVENCER AL LECTOR DE QUE LOS PERSONAJES ESTÁN VIVOS”
En obras como “Uno soñaba que era rey” (1989), “Amores de segunda mano” (1991), “El miedo a los animales” (1995) o incluso en su obra más reciente “La doble vida de Jesús”, publicada por Alfaguara, Serna propone siempre una estética de lo grotesco, donde la ironía es fundamental en su escritura.
— ¿La ironía es una elección?, se le cuestionó al también autor de “Giros negros” (2008).
“Yo creo que es una cuestión de temperamento, pero puede que las lecturas contribuyan a educarte en cierto modo el humor; las lecturas y también el trato con personas que tienen el sentido del humor, que te contagian hasta cierto punto, te obligan a ser un poco más agudo en tus frases, en tus observaciones de la realidad, y es algo que tiene que brotar, creo, espontáneamente. No es algo que se pueda forzar, porque yo creo que no se pueden forzar las ganas de hacer el humor ni las de hacer el amor, las dos cosas tienen que ser muy espontáneas.
“Yo, cuando no estoy en una vena humorística, no me obligo a ser chistoso; de hecho yo por eso rechacé hacer libretos de programas cómicos, porque me parece que es una tortura obligarte a ser gracioso”.
— A propósito de la estética de lo grotesco, ¿buscas lograr estos dos efectos que van de la risa al horror?
“Sí, porque yo creo que cuanto más ambigua sea una obra literaria, más significados tiene, se interpreta de distinto modo según cada lector, no tiene un significado unívoco y eso es lo que hace interesante la literatura, que pueda ser susceptible de muchas lecturas”.
— En tu ensayo “Genealogía de la soberbia intelectual” abordas algunas vertientes de la ironía. ¿Cuáles son tus argumentos o referencias ensayísticas sobre la “estética de lo grotesco”, o de dónde viene?
“Bueno, hay muchos autores que han estudiado esto; yo leí una obra de Wolfgang Kayser que se llama ‘Lo grotesco’ precisamente, está muy bien explicado, pero creo que hay toda una vertiente de la literatura española que utiliza este tipo de estética; por ejemplo, ‘Sueños y discursos’ de Quevedo, toda la literatura picaresca es muy grotesca. Existe por ejemplo la visión de Goya en ‘Los caprichos’, estas figuras que son cómicas y horripilantes al mismo tiempo, o los ‘esperpentos’ de Valle-Inclán, donde también hay una estilización un poco horripilante de la realidad.
“Yo creo que es interesante esto porque finalmente tú estás tratando de extraer belleza de la fealdad, es también lo que proponía Víctor Hugo del ‘Hernani’, esta obra fundacional del teatro romántico en Francia; él decía que el romanticismo debía buscar eso, de hecho Víctor Hugo ya ves que tiene muchos personajes grotescos como ‘Quasimodo’, como ‘El hombre que ríe’ que es un personaje que tiene un labio así como con una cortada que le hace tener una mueca muy grotesca, y yo creo que es una búsqueda interesante lograr eso en la literatura”.
— ¿Piensas en lo teórico cuando estás escribiendo?
“No, yo por lo menos nunca tengo un programa teórico antes de sentarme a escribir; o sea, la teoría la haces a posteriori, cuando tratas de definir qué fue lo que escribiste, pero escribir es más bien un proceso de tratar de seguir tus intuiciones, sin saber muy claramente hacia dónde van a ir”.
— Retomando la ambigüedad, ¿te ríes o te horrorizas cuando escribes?
“Sí, yo muchas veces me he reído cuando estoy escribiendo; creo que es como la prueba para mí de que algo me está gustando. Por ejemplo, cuando escribí ‘La doble vida de Jesús’ y llego a la escena en la que Leslie le confiesa a Jesús Pastrana que ella mató al tipo que la estaba chantajeando, entonces él está a punto de pegarle, encabronado porque cometió ese crimen, pero al mismo tiempo luego se enternece porque mató por ayudarlo, y entonces lo abraza y en ese momento Leslie recuerda sus atributos viriles y lo acaba sodomizando; ésa es una escena con la cual yo me divertí muchísimo, la disfruté mucho, me reía yo muchísimo; no sé si los lectores se vayan a reír porque puede ser que un lector vea esto como la caída en el pecado abominable de Jesús Pastrana, pero yo la verdad sí me estaba divirtiendo mucho”.
— ¿Cómo construyes un personaje travesti como Leslie en “La doble vida de Jesús”?
“Tiene que ver con la observación, con haber conocido algunos travestis, escucharlos. Lo que me intriga mucho de los travestis es que, por ejemplo, para ellos la transformación en mujer es más importante que su propio placer; de hecho sacrifican el placer con tal de transformarse con los tratamientos hormonales, porque un travesti no puede tener eyaculaciones porque entonces eso le interrumpe su proceso de transformación hormonal; entonces, son hasta cierto punto mártires de su deseo de transformarse, por eso creo que crea un cierto tipo de mentalidad que es interesante explorar”.
— ¿Cuál es el papel de Enrique Serna como escritor al crear un personaje hombre, mujer, travesti, incluso hablando en primera persona?
“Sí, he tenido muchos personajes femeninos, algunos protagónicos, por ejemplo Crisanta en ‘Ángeles del abismo’, Paula en ‘Fruta verde’ o Leslie de ‘La doble vida de Jesús’, lo que pasa es que los personajes femeninos exigen al escritor un desdoblamiento al igual que a una escritora los masculinos; sacar el componente femenino de tu carácter, que todos, hombres y mujeres, tenemos una mezcla de ánima y animus, como decía Jung: el animus es el componente masculino y el ánima es el femenino, y al entrecruzar esas dos cargas de la sensibilidad, puedes alcanzar un cierto grado de empatía con los personajes femeninos, con los travestis o con cualquier otro”.
— ¿Qué es lo más importante para Enrique Serna al crear un personaje femenino o travesti?
“Bueno, lo más importante es convencer al lector de que los personajes están vivos, meterme en su alma desde la primera línea de un cuento o de una novela para que no parezcan como figuras sin vida; eso es creo el reto más difícil, y es un proceso que te obliga a respetar las premisas sicológicas del personaje que has creado en lugar de quererle tú imponerle las acciones que va a seguir”.
— Finalmente, ¿los personajes van hacia donde tú quieres?
“A veces sí he hecho escaletas, justamente ahorita estoy escribiendo una escaleta, la segunda parte, porque sentí que me hacía falta, es una novela muy compleja que estoy escribiendo sobre la vida de un periodista del Siglo XX que me hace falta calcular cómo va siendo la evolución del personaje para no perderme, pero después puedo modificar mucho esa escaleta y seguirla o no, según me convenga”.