Todo indica que el debate del 22 de abril no altera los indicadores claves de la carrera por el poder político-económico sexenal y permite enfocar de manera más nítida, quién es quién en este proceso de sucesión presidencial y cambio del poder legislativo.
Meade, como si fuera de palo, burócrata, mediocre, desinflado y empobrecido por los dos Enriques, como piedras para aspirar a la presidencia con lápidas-dinosaurios; su “poder” como un subsecretario de Estado, donde el principio de Piter lo descalifica para competir. No gana el PRI, al menos que se roben descaradamente la elección por varias vías que tienen abiertas. Meade sin pasión ni emoción o sangre en las venas, mínimas cualidades de mover al país y ni siquiera a sus bases corporativas priistas de las que se avergüenza al ocultar el logo priista.
El momento histórico mexicano reclama transformaciones radicales, sin que nadie de ricos y pobres tema y se asuste. En medio de una decadencia del neoliberalismo fracasado en cuanto a crecimiento económico y en el desarrollo social, ya no digamos en la paz social que tanto presumían en el PRI. El país demanda un cambio de modelo económico y político general, donde la población votante asume la esperanza de renovación. Cambio de timón y de rumbo, de toma de decisiones y correr riesgos para sacudir al gobierno neoliberal de desviaciones, errores, vicios, adicciones, enfermedades mortales y dependencias suicidas.
Obrador está arriba en las encuestas, sí, pero en el debate no sacó las garras de los argumentos de un modelo que desde 1982 hunde al país en el estancamiento del PIB y el lodazal del narcoestado. Andrés no se aplicó con la agudeza de la alegría ni sentido del humor que se le vio en las semanas pasadas con el tema ruso, la amlodipina y otras bromas con rostro humano.
A “Andy” le ayudarían mucho esos brotes de naturalidad y elocuencia que usa con su público; dispone de un vasto inventario de argumentos y asesores. Realidades a flor de piel y canalizar el sentir social, contra la derecha expresada en los cuatro candidatos.
Los opositores dan pena ajena. Unos más medievales y bárbaros que otros, porque es mucho más que una barbaridad el silencio del salario mínimo, la calidad y cantidad ausente en la educación y salud de las comunidades, el abandono al campo, la concentración de riqueza y la creciente desigualdad.
Obrador le debe a la autocrítica, al debate democrático, normal al interior de Morena. No lo vemos en el norte. Aquí, desde las bases de militantes independientes, deben tener ese ejercicio de civismo y pluralidad para superar el pensamiento único.
En asambleas hay pocos que cuestionan errores al comité nacional, no hay espacios para alternativas a los errores de Andrés Manuel, al menos no públicamente y ese silencio lo expone en el exterior, con el riesgo de perder seguidores, simpatías y votos.
Salva que Paco Ignacio Taibo ventile diferencias con la tendencia empresarial de Alfonso Romo, donde la venta de Pemex y otras empresas estratégicas del Estado deben rectificarse.
Los jefes de Estado no deben secuestrar con sus partidos y legisladores, el futuro de la nación ni secuestrar las instituciones y poderes, como en el neoliberalismo prianista. En eso, la izquierda es radicalmente diferente a la derecha.
La ventaja de Andrés es que conecta con la mitad del electorado y posiblemente más si continúa creciendo ante el fracaso de personajes que mienten en grande, que se dicen honestos, patriotas, pero han puesto a México de rodillas ante el mundo empresarial local y externo.
Anaya desprecia la inteligencia y memoria social, no puede ocultar que fue cómplice de las decisiones económicas, del “Pacto contra México”, en la elevación de impuestos, el gasolinazo, la corrupción de los moches en el Congreso, donde extorsionaron a cientos de alcaldes para darles recursos.
Su apoyo al mil por ciento al programa privatizador, con el objetivo depredador de hacer polvo al Estado Mexicano, cobijando la “libertad” al oscurantismo, ha permitido concentrar la riqueza, generando miseria y bajarse sin mayor pudor y resistencia los calzones… Y lo niega.
Margarita, mujer respetable, pero patética, defendiendo el desastre de Calderón. Y “El Bronco”, una versión aberrante de Trump y un delincuente electoral salvaje y carnal del “Mocha orejas”. Ríos Piter un fiasco.
M.C. Héctor Ramón González Cuéllar es Académico del Instituto Tecnológico de Tijuana.
Correo electrónico: profe.hector.itt@gmail.com