Dessalines murió y nadie le hizo caso. Fue enterrado por una loca llamada Defile. Hasta el 17 de octubre de 1845, el presidente Pierrot ordenó a todas las iglesias católicas cantar una misa en nombre de Dessalines, como el fundador de la nación.
Según el plan de jerarquía militar, Christophe (Enrique I) debería reemplazarlo. Fue general de división, comandante del norte y también jefe de un ejército de 18 mil hombres. Dio las condolencias a la esposa de Dessalines y le dijo: “quédate tranquila, voy a reivindicar a tu esposo con los mulatos”. Pero los mulatos del noroeste y del sur ya sabían que Christophe vendría a reclamar su poder. Le mandaron una carta y le dijeron: “nosotros, mulatos del noroeste y del sur, reconocimos que Dessalines murió, reconocimos también que usted es quien debe de reemplazarlo, remitimos provisoriamente el poder entre sus manos y por lo siguiente, organizaremos unas elecciones y estableceremos una Asamblea Constituyente para crear una constitución y ésta determinará cómo se seleccionará al presidente”.
Fue una trampa política, pero Christophe los aceptó. Ya sabía que el norte tenía 33 parroquias y la región del noroeste y del sur solo 26; si ellos seleccionaban un/a diputado/a por parroquia, Christophe tendría la mayoría en la cámara baja. Sucedió lo contrario: los mulatos eligieron dos diputados por cada parroquia en sus regiones y uno en la de Christophe. Fundaron la Asamblea y la orientaron de una manera diplomática para retomar el poder. A partir de la constitución de 1806, Christophe llegó a ser presidente teórico. Entonces, los mulatos establecieron una dictadura parlamentaria. A causa de la trapacería electoral de 1806, nuestro pueblo fue dividido en dos partes: Pétion fue presidente en las regiones del noroeste y el sur, y Christophe en el norte. Le France aprovechó esta debilidad política y mandó un diplomático francés a Haití para negociar con Pétion de volver a la esclavitud, conservando la libertad para los comandantes y generales, de otro modo Haití debería pagar 150 millones de francos por los daños materiales causados durante trece años de guerra. Pétion no aceptó volver a la esclavitud, pero firmó un artículo de desagravio a Francia por la cantidad que le pidieron. Esto fue traición a las miles de personas que batallaron por nuestra independencia.
Le France negoció lo mismo con Christophe. Éste, en calidad de nacionalista, le contestó: “Batallamos por nuestra Libertad. Si Francia quiere a Haití, debe luchar de nuevo porque siempre tenemos armas en las manos”. Aunque Christophe era un déspota, fue un dictador progresista, había orgullo por construir la República.
Enrique I construyó en cada municipio del norte, una escuela primaria y una secundaria. Levantó quince castillos y nueve palacios. En lo económico, después de su muerte, han numerado 17 mil millones de gourdes al lado de centenas de miles de toneladas de café y de cacao. Christophe (Enrique I) tenía un sueño. Era dictador, pero trabajó a beneficio del país. Una vez dijo al almirante: “Es el sonido de un tambor. En algún sitio, nuestro pueblo está bailando. Es todo lo que tenemos, el tambor y el baile. Si tuviéramos cosas para mostrarte, tal vez nos respetarías y si tuviéramos cosas para mostrarnos, nosotros haitianos, nos respetaríamos. Almirante, los mismos monumentos que tenga en Europa, cuando regrese los verá en Haití. Trabajaré para construirlos con mi orgullo y yo los construiré para negros y blancos. Por eso voy a quebrar los riñones de mi pueblo por el trabajo”.
Hasta ahora, no hemos tenido buenos frutos en nuestro territorio. La política de Haití, mientras estoy hablando, no está por buen camino. Mi país nunca ha tenido un consejo electoral permanente que organice una elección democrática para que la gente confíe en el resultado definitivo de las elecciones. En la última elección presidencial, hubo 54 candidatos a la presidencia, sin contar los que se inscribieron y fueron rechazados por el Consejo Electoral Provisional.
Haití ahora tiene política, hospitales y escuelas profesionales para que los jóvenes haitianos puedan aprender y al final suspender para ir a buscar una mejor vida en el extranjero, porque en realidad, sus vidas no van a mejorar.
De hecho, estoy pidiendo compasión por mi amado Haití.
Escrito por Dales Louissaint de nacionalidad haitiana.
Editado por Arnoldo Herrada de nacionalidad mexicana.
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