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lunes, septiembre 30, 2024
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Declaración de los derechos del hombre

La expedición de esa ley fundamental y universal, hermanada con aquella forma de República, es la ruina de las sociedades y la marca masónica que acredita el dominio del judaísmo en los pueblos que la tienen.

La Revolución Francesa sacó de esa constitución, todo el veneno necesario para la destrucción de las bases fundamentales de las sociedades cristianas. A semejanza de Francia, otras naciones la interpretaron de igual manera para cimentar los gobiernos liberales; mientras los Estados Unidos entendieron cristianamente su constitución masónica. Prescribieron que en México se interpretara la constitución como lo hizo el Congreso Constituyente de Francia, en 1789. Las autoridades políticas y civiles destruyeron su propio poder; a su vez condenaron el cristianismo, fragmentaron la familia, desaparecen la propiedad y en una palabra, destruyen la patria.

El pueblo norteamericano está masonizado, pues a la mayor parte de sus miembros se les hizo creer que la masonería es una sociedad mutualista, de beneficio y entrega de lleno al estudio de las ciencias y el ejercicio de las virtudes. Por eso puede observarse este singular fenómeno que el gobierno norteamericano parece niño y cree en la política que él gobierna y dirige los destinos de su país, ignorando que es un pueblo encaminado hábilmente y sujeto a la voluntad de sus directores. Este gobierno y este pueblo han clamado siempre la atención del mundo entero; han sido como cosas curiosas, objetos de estudio de los sabios de otros pueblos. Pocas ciudades no saben lo que en verdad es la masonería e ignoran también que los Estados Unidos son centros de las fuerzas masónicas del mundo y que en nombre del pueblo americano se desprestigia, desorganiza y esclaviza al pueblo mexicano, pues la constitución y la forma republicana son las que gran derramamiento de sangre les han impuesto a los mexicanos.

(Narrativa de la historia tomada de un libro de Gibaja y Patrón).

 

Atentamente,

Vicente Martínez

Tijuana, B.C.

Autor(a)

Carlos Sánchez
Carlos Sánchez
Carlos Sánchez Carlos Sánchez CarlosSanchez 36 carlos@zetatijuana.com
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