Política Breve y de Emergencia
Independientemente de que el proceso electoral presidencial no ha distinguido de “Intercampañas”, porque prácticamente desde que las tres principales fuerzas políticas determinaron quiénes serían sus abanderados, la lucha electoral no ha disminuido; la realidad es que sí se han reservado el manejo, defensa y debate de propuestas de gobierno, porque a excepción de López Obrador que enunció las líneas generales de un gobierno en sus manos y hasta su eventual gabinete, en el terreno de los proyectos y fundamentos de gobierno, parece ser que los candidatos sí van a esperar los tiempos legales.
Tan pronto presentó su registro formal como candidato por el PAN, PRD y MC, Ricardo Anaya retó a un debate a López Obrador. José Meade, del PRI, Verde, Nueva Alianza, esperó el fallo favorable del Tribunal Electoral al recurso presentado por ellos en contra de la prohibición de realizar de debates en Intercampaña, acordada por el INE, para convocar a López Obrador y a Anaya a debatir sobre propuestas de gobierno. Pero como el de Morena declaró que solo iría a los tres debates legales, responsabilidad del INE, pues resulta que nadie más quiere debatir entre sí, ni contra ellos; sin el puntero no hay encuentro y por miedo o por respeto legal, AMLO solo dijo: “amor y paz”.
Las razones para explicar por qué en este tema sí se quiere cumplir cabalmente lo que estipula la ley son muy sencillas: el debate lo pide el que lo necesita y si además es cierto que los dotes de orador o de conocedor capaz y experto no están en el puntero en las encuestas, pues mejor nos esperamos, ¿o no?
Las personas votamos fundamentalmente orientadas por nuestros sentimientos, desde luego, estos están provocados por la información previa que tengamos antes de tomar la decisión, habrá quien necesite menos o más información, pero el voto libre siempre parte del análisis personal de los elementos del candidato y su contexto, porque esa persona es síntesis de mucho más que su nombre.
En 1994, los mexicanos creímos que por primera vez, el PRI podría perder una elección presidencial, porque Diego Fernández de Cevallos vapuleó a Ernesto Zedillo en el primer debate presidencial televisado de nuestra historia. En 2000, Vicente Fox inició el ascenso de su triunfo al exigir la celebración del debate que Labastida rehuía y que decía lo quería “ya”; a la derrota de 2006 de López Obrador, se le atribuyen varias causas, pero definitivamente una de ellas fue reusarse a asistir en el primer debate de los organizados por el entonces IFE. Un debate puede mostrar el verdadero “Yo” de cualquier candidato y eso puede generarle miedo a cualquiera.
Claro que todos los contendientes tratarán de atacar con todas sus fuerzas y con todos sus recursos al puntero de las encuestas, seis puntos porcentuales de ventaja en el menor de los resultados es motivación suficiente para buscar disminuir la ventaja y crecer en las posibilidades propias; por lo que un debate público es el espacio perfecto para conseguirlo si se cuenta con la capacidad para lograrlo.
Acreditadas públicamente están las aptitudes de orador experto de Ricardo Anaya; nadie duda de la inteligencia y la experiencia en gobierno de José Meade; Margarita Zavala, Ríos Peter y “El Bronco”, tienen fondo y discurso suficiente para descarrilar a cualquier competidor y a López Obrador, como que se le viene la cuesta arriba. De manera que, aunque no lo parecía, tendremos que esperar para ver lo mejor de este proceso 2018, que nos quedan, tres debates y un camino a Los Pinos.
Que la historia lo registre.- En el final de la contienda, los apoyadores de Margarita Zavala tendrán que definir sobre la utilidad de su voto y la propia participación de su candidata. ¿Serán los hijos pródigos o la cuña del mismo palo?
Botón rojo.- ¿En serio la PGR va a procesar a Ricardo Anaya? ¿En serio?
Salvador Morales Riubí, político tijuanense, ha sido funcionario municipal y estatal. Actualmente es empresario y consultor en temas de salud y relaciones públicas. Correo: smriubi@yahoo.com