Una credencial, dos maletas con objetos personales y una figurilla de la Santa Muerte fueron encontradas por autoridades en la casa de seguridad donde cuatro hombres llevaron a un joven empresario privado de la libertad el 10 de marzo en Playas de Tijuana. Pese a que las cámaras de seguridad captaron claramente las caras de tres de los criminales, la respuesta oficial es que aún no los han identificado
“Todo indica que iba a ser secuestro, pero la víctima se escapó antes de que solicitaran dinero”, explicó un elemento de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Baja California respecto a la privación de la libertad cometida en contra de David, el joven de 25 años, hijo de los Rodríguez, propietarios de las taquerías El Dorado.
El delito, ocurrido al mediodía del sábado 10 de marzo, tuvo lugar en la sucursal Playas de Tijuana. El video de seguridad del comercio grabó cuando cuatro hombres llegaron en un Hyundai gris al lugar -el conductor permanece en el auto sin ser captado por la cámara-, del carro bajan tres hombres: uno vestido de verde, otro con chamarra roja y un tercer sujeto obeso, vestido de negro y armado.
David estaba frente a la caja con las manos en alto cuando se preguntaron entre ellos, “¿Ese es?”, lo confirmaron, le apuntaron a la cabeza con un arma y se lo llevaron, en el inter un testigo aseguró que un delincuente le dijo a otro “llévate todo”, pero no lo hicieron.
Lo subieron al Hyundai, y huyeron por la calle Paseo Ensenada rumbo al sur, aunque el trayecto duró poco.
En el camino, de acuerdo con la víctima “me gritaban ‘¡Cállate, cállate!’ y me golpeaban, en ningún momento pude preguntarles a qué se debía ni nada. No soy claustrofóbico, pero me gusta mucho el aíre y en un momento como ese sentía que me faltaba el aire, les decía que por favor no podía respirar y me golpeaban y me golpeaban, en una de esas se enfadaron, me pusieron la pistola en la cabeza y me dijeron ‘Vuelves a hablar…’, y ya no hablé.
“En el momento que ya me tenían yo cerré los ojos, y me dije, no voy a ver a nadie, no quiero que eso sea motivo de hagan algo más”.
Cuando llegaron frente a la casa de seguridad localizada en el número 286 en la calle Coral Poniente de la misma delegación, abrieron un portón eléctrico e ingresaron.
“En la casa yo les estuve diciendo que yo no tenía nada que ver en nada malo, y me dijeron ‘Con nosotros no tienes nada que arreglar’, y como ellos al parecer estaban esperando a alguien más, pues pensé, me tengo que ir antes de que llegue esa otra persona. Fue muy poco tiempo el que pude hablarles, porque me enteiparon del cuello hasta la frente, apenas y podía respirar, me dejaron nada más los orificios para respirar”, relató sobre el cautiverio.
Dentro lo amarraron y metieron a un armario en el segundo piso, del cual el joven escapó saltando de un segundo piso, vestido solo con pantalones y calcetines; en la calle obtuvo la ayuda de un comerciante que le permitió llamar a la Policía Municipal.
— ¿Cuánto tiempo pasó entre que escapó, llamó a la policía y les informó de dónde había escapado?
“Sentí que fueron cuatro o cinco minutos, pero todo indica que fue más tiempo, con la adrenalina sentí que me alejé muy rápido, que daba tres cuatro pasos y ya estaba a dos cuadras, esos momentos no son tan claros. Tengo entendido que la Policía sí encontró la casa, pero ya no había nadie”.
En la casa de seguridad, autoridades encontraron una figurilla de la Santa Muerte, dos maletas con ropa y artículos personales, una cobija, una botella de jabón, dos paquetes de cigarros y tres botellas de cervezas vacías; además, una manzana, un suplemento deportivo para mantenimiento muscular y una credencial de elector.
— Las autoridades encontraron una credencial de elector en la escena, ¿el Ministerio Público se la mostró para tratar de identificar a los delincuentes?
“No, y de hecho credenciales mías -los secuestradores- no tenían, porque yo traía una bolsita donde cabían mi cartera y facturas que recogía diario -esa se quedó en el negocio-, lo único que traía en mi bolsa era mi teléfono y la llave de mi carro, que fue lo que se quedó en la casa, además de mis tenis, mi mandil, mi gorra y mi playera “, todo eso se lo quitaron antes de cubrirlo con cinta adhesiva.
— ¿Qué fue lo que hizo el Ministerio Público?
“En ese momento la Policía Municipal me tenía rescatado, ellos -personal de la PGJE- me dijeron ‘No estás tan seguro aquí con ellos, vente con nosotros’, di mi declaración, lo mismo, los hechos y ya, como salí de la ciudad se han mantenido en contacto con mi familia, tengo entendido que han estado tomando declaración a más personas”.
— ¿Los delincuentes se llevaron algo más?
“No, y se me hizo muy raro, porque habíamos vendido muy bien ese día, por eso cuando llegaron yo creí que era un asalto y levanté las manos, pensé, no, voy a regarla muy fuerte porque se lleven la venta de hoy, que se la lleven, no importa… y se me hizo raro que no lo hicieran, a pesar de que ya me tenían, yo en la bolsa no traía más que 20 pesos”.
— ¿Notó algo sospechoso previamente, vio a los agresores antes en el local?
“La verdad no recuerdo, o si los llegué a ver no los tomé mucho en cuenta, iba empezando el negocio- abrió 16 de febrero-, llegaban clientes de uno en uno, habíamos tenido poca gente, pero ese día -sábado 10 de marzo- sí estábamos llenos, de hecho teníamos filas, nos sorprendió y estábamos trabajando a todo lo que da, y en el momento en que llegaron fue cuando se calmó un poco la ola de gente y empezábamos a acomodar todo.
“Me puse en la caja porque la cajera había ido por verdura porque se nos había acabado todo, estábamos todos descontrolados ese día porque no esperábamos tantos clientes, aparte de que acababa de llegar (al local), tenía como veinte minutos”.
Detalló que anteriormente no había recibido amenazas ni intentos de extorsión, lo que sí sucedió en las taquerías de su familia en 2008-2009.
“Sí hubo amenazas, y cosas así, pero ahí yo no estaba en el negocio, era mi mamá la que se encargaba, yo estaba estudiando, en el negocio tengo como seis años que entré y le empezamos a dar otra imagen a las carretas, hicimos taquerías”, reconoció.
NEGOCIO CERRADO
Según David, la taquería de Playas era su proyecto, en su familia todos se dedican a los tacos, pero cada quien tiene su negocio o sucursal: “Yo estuve trabajando con mi familia hasta que aprendí lo suficiente y lo abrí el mes pasado”.
Tras el intento de secuestro, se vio obligado a abandonar la ciudad por seguridad y con un contrato de renta que lo obliga a pagar diez meses más de arrendamiento; está contemplando la posibilidad de abandonar su proyecto.
“Por el momento lo tenemos cerrado, estamos valorando, tenemos miedo que a alguien inocente le pasé algo por otra gente que a veces se quedan con la espinita, o la situación de la seguridad que está muy mal, que cualquiera puede llegar hacer algo, y le suceda algo malo a algún empleado, o algo así”.
A pesar de que existen imágenes claras de algunos de los delincuentes mientras se llevaban a la víctima, la autoridad no ha podido identificarlos. La indagatoria continúa.