José Antonio Meade Kuribreña representa al priismo más puro. Aquel enraizado en el Estado de México convertido en una camorra política que pretende monopolizar el poder público, y que hoy día tiene en Enrique Peña Nieto a su máximo representante en la presidencia de la república.
A pesar que de entrada Meade intentó venderse como un candidato independiente, sin partido, su nula militancia en padrón partidista alguno ha sido rebasada por ese pragmatismo priísta que cada día se le nota más. Fue ungido candidato como un priísta de cepa en Los Pinos, de ahí acudió por su ratificación a la Confederación de Trabajadores de México, dio el recorrido por el resto de las organizaciones sociales del PRI, y está no solo rodeado, sino arropado por tricolores.
Los primeros sitios de las listas plurinominales a la cámara de diputados y a la de senadores, fueron ocupados precisamente por aquellos representantes del PRI, más que por “independientes”. Además, entregados los espacios a como solo el priísmo sabe hacerlo, a partir del corporativismo y el clientelismo político que desde sus años de formación les ha servido para ganar elecciones, hasta el 2000 cuando la evolución de la democracia trajo la alternancia en México y los alcanzó llevándolos a la derrota.
En los primeros sitios de las listas, lo cual les asegura una posición en el Poder Legislativo a partir del 1 de septiembre de 2018, aparecen los líderes de los cuadros priístas. De tal manera que la camarilla de Meade está compuesta mayormente de priístas de los sectores, viejos líderes que poco han aportado al desarrollo de las clases trabajadoras en el país, pero mucho a la idiosincrasia priísta del político rico alejado de la sociedad.
Y está por ejemplo que en la próxima legislatura en la cámara de diputados llegará el secretario general de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), Isaías González Cuevas, señalado de tráfico de influencias para la operación de servicios de transporte y turísticos y prácticas de presión política a través de la organización, en varios estados de la república, incluidos los de la península de Baja California.
En el mismo corte, en la planilla de Meade se incluyó, también para ser diputado en la siguiente legislatura, a Ismael Hernández Deras, dirigente de la Confederación Nacional Campesina (CNC), organización cuyo lema es lo contrario a lo que sucede en este país en el sector agrícola: “la revolución productiva de México”. Los campesinos en territorio nacional, como se ha confirmado con brotes de inconformidad en el norte del país, aún viven condiciones de trabajo donde pondera la explotación y la desigualdad. Pero el dirigente campesino, por cierto ex gobernador de Durango, es actualmente senador (igual que el secretario general de la CROC) y en septiembre será diputado.
La camarilla priista no podría estar completa sin la presencia de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP). Su dirigente, Arturo Zamora Jiménez -llegó a la confederación de la mano de Emilio Gamboa- también actual senador, aparece en la lista a diputado plurinominal del PRI de Meade. El Movimiento Territorial del PRI también tuvo su espacio. Su dirigente, José Calzada Rovirosa aparece en la misma lista, aunque su calidad de suplente incrementa la sospecha que presume que será el sucesor de Enrique Ochoa Reza, dirigente nacional del PRI que, por supuesto y para que no quede duda, también inscribió su nombre en los plurinominales.
Además el PRI incluyó en sus cuadros de plurinominales a dos miembros de un sector que aun institucional, se ha visto altamente ligado a ese partido, especialmente en este sexenio, el Ejército Mexicano. Dos generales están en la lista para ser diputados en la próxima legislatura. El General Zamorano Esparza, y el General Benito Medina Herrera, quienes obvio, se perfilan para ocupar la comisión de seguridad, como sucedió en el pasado cuando esa posición estaba reservada para un integrante del Ejército.
La lista de la camarilla de José Antonio Meade para la cámara de diputados, la completan priístas que han ocupado gubernaturas o que incluso han sido secretarios de estado. Ex gobernadores de no muy buena reputación como René Juárez Cisneros de Guerrero, o Rubén Moreira de Coahuila, sí, el hermano de Humberto Moreira. También el ex secretario de sedesol, Luis Miranda Nava, quien no, tampoco alertó los desvíos de fondos que sucedieron en la institución.
Para completar una enorme lista de priístas e incondicionados aliados, se abrieron de capa tanto partido como candidata, al incluir en la lista a quien hasta ese día fue consejera del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, Ximena Puente. Quien en el colmo de la incongruencia con el cargo ciudadano que ostentaba hoy se identifica como una favorecida más del PRI, y confirma que los legisladores de ese partido politizan el tema de la Fiscalía Anticorrupción cuando ella era una de las aspirantes y a quien habían aprobado los requisitos. Le tiraba a ser la fiscal carnal y terminará siendo la diputada incondicional.
Para cerrar el círculo de las confederaciones, al secretario general de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), Carlos Aceves del Olmo, le ubicaron en los primeros lugares de la lista al senado. Más proclive a defender las políticas del presidente de la república, que defender las causas de los trabajadores del país, Aceves del Olmo es el clásico líder charro, destinado a permanecer en el cargo hasta su muerte, como quienes le antecedieron, Joaquín Gamboa Pascoe, Leonardo Rodríguez Alcaine y Fidel Velázquez.
La secretaria general del PRI, Claudia Ruiz Massieu, se dio una posición en la lista al senado. Lo mismo que el antes contrincante político de Meade, el ex secretario de gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, el mismo que concentró en esa institución las tareas de seguridad nacional, solo para continuar con la política fallida en materia de combate al narcotráfico y el crimen organizado, y abonarle a la impunidad en el País, al tiempo de incrementar los números de ejecutados.
Ya entrados en gastos también se inscribió el nombre del hijo de Emilio Gamboa, y por supuesto del ex gobernador del Estado de México, señalado por la ASF de desviar más de mil millones de pesos de los rubros etiquetados, Eruviel Ávila.
La camarilla de Meade no tiene nada de independiente como él suele calificarse. Representa lo más rancio del PRI centralista, de los representantes de los intereses políticos de un grupo que aspira al poder por el poder, de líderes sindicales que actúan contra los intereses de los más, de ex gobernadores que defraudaron la confianza de los gobernados, de ex secretarios de estado que fueron omisos, de descendientes de prístas sin más mérito que ese. Representantes pues, del PRI de siempre, el señalado de abuso y corrupción.
Lo peor del caso, es que de seguir el panorama electoral como hasta ahora, esa camarilla llegará al poder, a diferencia de su “líder”, el candidato a la presidencia de la República, con lo que el PRI perdería Los Pinos, pero aseguraría una colmilluda “oposición” legislativa.