Encarnar al político británico, Winston Churchill tras su nombramiento como Primer Ministro en 1940, y contextualizar cómo consiguió que Reino Unido se mantuviera firme en enfrentar a Adolf Hitler, en lo que fueron veintiocho días de tensión que marcaron el rumbo de la historia mundial, le valió el Óscar de Mejor Actor a Gary Oldman, histrión de 59 años que por primera vez obtiene el reconocimiento de la Academia de la Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood.
Timothy Spall, Brendan Gleeson, Albert Finney, Robert Hardy, David Ryall y Michael Gambon, son apenas algunos de los actores que han interpretado a Winston Churchill en diferentes proyectos para la pantalla chica y grande, pero el trabajo que realizó Gary Oldman en “Darkest Hour”, es por mucho el más destacado hasta ahora. La prueba fueron las oleadas de nominaciones que esta temporada recibió en los eventos que celebran al cine y que, la noche de este domingo 4 de marzo, concluyeron con el premio máximo: el Óscar a Mejor Actor.
Como Winston Churchill
Al subir al escenario, Oldman, que para su interpretación fue transformado por el experto en diseño de maquillaje, Kazuhiro Tsuji, dijo que las películas con todo su poder cautivaron a un hombre del sur de Londres y le dieron un sueño, que hoy se resumió en ese instante.
En sus dos horas con cinco minutos, la película dirigida por Joe Wright que se distribuyó en Hispanoamérica como “Las Horas Más Oscuras”, es casi un reto al espectador para dar con Gary Oldman, quien parece estar sólo en mirada y talento, pues luego de un proceso de tres horas diarias para colocarle una máscara, varias prótesis e infinidad de maquillaje, su rostro y cuerpo es con fina precisión el más acertado a Churchill.
Es importante agregar que buena parte de ello fue porque detrás hubo un trabajo de cuatro meses de investigación que, además, llevó al propio Oldman a descubrir cada una de las capas que hacían complejo al personaje para reconocer en ellas las más sensibles y poderlas retratar como un aire de renovación al político ubicado por su singular papada, cuerpo robusto y obsesión por los puros.
