El titular de la Fiscalía General del Estado de Guerrero, Xavier Ignacio Olea Peláez, afirmó este martes, que que los sacerdotes católicos Germaín Muñiz García e Iván Añorve Jaimes, asesinados en la zona norte del estado de Guerrero, luego de un ataque armado contra el vehículo en el que viajaban, acudieron a un baile en el que se encontraban personas de diversos grupos delictivos.
“En dicho baile celebrado en Juliantla, con información de inteligencia se tiene conocimiento que acudieron muchas personas pertenecientes a diversos grupos delictivos, tanto del estado de Guerrero, como de los estados de Morelos y Estado de México”, indicó Xavier Olea.
El fiscal guerrerense abundó que en dicho evento no hubo vigilancia municipal, estatal o federal, debido a que el apoyo de seguridad preventiva no fue solicitada a ninguna autoridad por los organizadores del festejo.
“Lo que facilitó que las personas pertenecientes a diversos grupos delictivos acudieran y lo hicieran portando armas de fuego, consumiendo bebidas embriagantes y probablemente drogas”, añadió el funcionario estatal.
Según la indagatoria de la Fiscalía, el sacerdote Muñiz García fue fotografiado portando un arma de fuego de grueso calibre y en otra imagen apareció en compañía de hombres armados, pertenecientes a un grupo delictivo que opera en Mezcala, Carrizalillo, Taxco, Taxco El Viejo y parte de Iguala.
Xavier Olea aseveró que todo ello desencadenó el ataque armado a las víctimas, además de que previamente se había dado un conflicto en el baile. Además, informó que los presuntos agresores pertenecen a un grupo delictivo del Edomex, ya que tras la ejecución huyeron hacia Ixtapan de la Sal, por lo que se pidió el apoyo de la Fiscalía de dicha entidad.
Ayer en la madrugada fueron asesinados los sacerdotes Iván Añorve Jaimes, de 37 años de edad, párroco de La Sagrada Familia, en Las Vigas, municipio de San Marcos, y Germaín Muñoz García, de 39 años de edad, párroco de San Cristóbal en Mezcala, Guerrero.
Además falleció Rogelio ‘N’, de 49 años de edad, un profesor originario del municipio de Eduardo Neri. Los tres cuerpos fueron trasladados al Servicio Médico Forense (Semefo) de Iguala de la Independencia.
Los heridos son Arveli ‘N’, de 25 años, de oficio química, con domicilio en Apango; y Óscar ‘N’, de 27 años, pescador, originario de San Marcos; ambos reportados como estables, aunque la mujer perdió un dedo de la mano.
El ataque ocurrió sobre la carretera federal Iguala-Taxco, cerca de una gasera. Un grupo de personas regresaban a sus lugares de origen en una camioneta marca Toyota, modelo Hilux, color blanca, cuando un automóvil color rojo les cerró el paso y varios hombres armados les dispararon en diversas ocasiones, para después darse a la fuga.
El fiscal Olea Peláez destacó que los sacerdotes y sus acompañantes actuaron de forma “imprudente” al transitar por dicha vía para acudir al festejo.
Ayer mismo, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) lamentó las muertes de ambos sacerdotes católicos y exigió el el esclarecimiento de los hechos. Asimismo, el obispo de la diócesis de Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza indicó en una homilía que dichos asesinatos son “un botón de muestra de la inseguridad que existe en Guerrero”.
En la misa de cuerpo presente del cura Germain Muñiz, el obispo exigió a las autoridades justicia y el esclarecimiento de este doble asesinato, que afirmó fue ejecutado por criminales, además de que rechazó que el sacerdote Muñiz García haya estado vinculado con la delincuencia organizada.
El ataque contra ambos sacerdotes guerrerenses ocurrió el mismo día en que el cardenal Carlos Aguiar Retes asumió la Arquidiócesis Primada de México en sustitución de Norberto Rivera Carrera, quien llevaba 22 años en el cargo.
Según datos del Centro Católico Multimedial, durante los últimos cinco años han sido asesinados 21 curas en México. Tan sólo en Guerrero, según informes de la Diócesis de Ciudad Altamirano, han sido asesinados los sacerdotes Habacuc Hernández Benítez, en 2009; Ascensión Acuña Orozco, en 2014, y Gregorio López Gorrostieta, en diciembre de ese mismo año.
Otro sacerdote que fue asesinado fue el ugandés John Ssenyondo, quien fue privado de su libertad en mayo de 2014 por un comando en la comunidad de Nejapa, Municipio de Chilapa.