Sin un espacio y personal que les brinde una atención especializada, las posibilidades de que una víctima de quemaduras graves sobreviva son casi nulas en Baja California; Estado con un promedio anual de 50 personas afectadas por este problema, no considera adecuar una unidad para quemados “porque las cifras no dan”
Con el 80% de su cuerpo quemado, la mayoría de tercer grado, Keyra González Lavín fue trasladada a la Cruz Roja Tijuana, el 18 de octubre de 2017; después de 24 horas la llevaron a la Clínica 20 del Instituto Mexicano del Seguro Social -IMSS-, donde pudo recibir la atención de un experto en tratamiento de quemaduras, pero hasta tres días después de su ingreso.
La explicación del IMSS para no brindar la atención especializada de manera inmediata fue “que se atravesó el fin se semana, días en los que no hay especialista”.
Ese no fue el único contratiempo. A los días de permanecer hospitalizada en el IMSS, la joven fue atacada por bacterias, algo común en pacientes quemados, para lo que el Instituto no estaba preparado, careciendo del antibiótico necesario que evitara la propagación de los gérmenes.
El personal de la clínica urgió a la familia de Keyra a recorrer las farmacias de Tijuana hasta localizar el antibiótico, porque además de la falta de piel, la víctima enfrentaba las heridas de las cortadas en brazos y piernas a las que fue sometida en la Unidad de Cuidados Intensivos de Cruz Roja para desinflamar su cuerpo, estado que le comenzaba a obstruir el funcionamiento de los riñones.
Después, el IMSS se negó a trasladarla a la unidad de quemados en Ciudad Obregón, Sonora, porque no había cupo y no accedió a trasladarla a una clínica en California que la familia había encontrado, argumentando que el Consulado de Estados Unidos no les otorgaba permisos para cruzar con el equipo.
“Mi hija murió por infección, la tenían a lado de pacientes con cáncer. Las bacterias y la falta de una mejor atención se la llevaron de esta vida”, señaló Rosa María Lavín al rememorar para ZETA los días aciagos en los que su hija Keyra se debatía entre la vida y la muerte, producto de las quemaduras que su ex pareja Jonathan Espinoza le produjo al rociarla de combustible y prenderle fuego dentro de la camioneta en la que ambos circulaban y que minutos antes había chocado a propósito.
Otro caso es el ocurrido el 13 de febrero de 2018. Blanca Artemisa Angulo, de 34 años de edad, registró quemaduras en el 80% de su cuerpo al explotarle una línea de gas en un conjunto de 20 viviendas del Fraccionamiento Magaña, en Tijuana, lugar en el que la joven y Edwin Alberto Campos habían pasado apenas su primera noche como pareja.
Ambos fueron trasladados a la Clínica 20 del IMSS. A Edwin, con lesiones de primero y segundo grado, personal de urgencias le untó una pomada y lo dio de alta casi al momento de su ingreso; Blanca Artemisa, con quemaduras de tercer grado, quedó internada en la unidad de terapia intensiva del nosocomio, donde no pudo ser traslada a ninguna unidad especializada para quemados “porque se pone en riesgo su vida”, advirtieron autoridades del Instituto a la familia de la joven, la cual falleció el martes 20 de febrero, una semana después del accidente.
POCO VOLUMEN DE PACIENTES NO DA PARA INSTALAR UNIDAD
“Los número no nos dan para tener cuatro, cinco o seis camas en un espacio de quemados, cuando tenemos necesidades de otro tipo en los hospitales”, expuso a este Semanario el médico Ismael Ávila Íñiguez, subdirector de la Secretaría de Salud de gobierno del Estado.
De acuerdo a la estadística sectorial de quemaduras ambulatorias y graves de Isesalud, la demanda de pacientes que requieren hospitalización por mes en Baja California, es de un promedio de tres a cuatro al mes. Un total de 36 a 50 por año.
En 2017 se atendieron a una cantidad de 5 mil 341 personas con quemaduras, y en lo que va de 2018 se han recibido 429 pacientes quemados.
12 casos “necesitaron una estructura casi ideal”, lo que para el funcionario es una cantidad baja; de esta cantidad, cinco se reportaron de Mexicali, este mismo número en Ensenada; uno en Tijuana y otro más en Tecate, de ellos dijo no tener el dato si sobrevivieron o no.
“Existen normatividades en México para poder desarrollar unidades para quemados y obviamente es que se tenga un volumen alto de pacientes para poder garantizar que las salas siempre van a estar ocupadas los 365 días del año, porque si no, la infraestructura va a estar seudoutilizada”.
Anotó que “a veces las estadísticas son muy engañosas, no es que el que llega al hospital -General- se muere, el que se muere es que no tenía ninguna posibilidad de sobrevivir en ninguna parte del mundo. Pacientes con superficies quemadas arriba del 80% no tienen posibilidad de sobrevivir, solo los milagros pueden salvarlos”.
COSTOS, PRINCIPAL OBSTÁCULO
Un paciente en terapia intensiva cuesta en promedio 30 mil pesos diarios en un hospital público, mientras que en un particular, el costo se eleva de 300 a 500 mil pesos diarios.
“El recurso no nos sobra precisamente”, indicó Ismael Ávila Íñiguez, subdirector de Salud en Baja California, quien expuso que ésta es otra de las razones por las que no se instalan unidades para quemados.
En un hospital de Shriners, el costo para la atención de un paciente con quemaduras en más del 50 por ciento de su cuerpo oscila entre 500 mil y un millón de dólares; es decir, 15 mil dólares diarios, tratamiento que incluye investigación y con un tiempo de estancia que varía de 10 días hasta los meses que sean necesarios para una recuperación paulatina.
En 2017, Michou y Mau realizó 97 traslados, cifra por debajo de la media anual tasada en 105 casos; en lo que va de 2018 llevan 17 traslados. Adicional se da seguimiento en las secuelas de 8 mil 900 pacientes, precisó Roberto López Díaz, director operativo de la fundación. El sistema de traslado tiene un costo de 10 mil a 12 mil dólares. Al año, la institución apoya con traslados a un estimado de 80 a 100 menores.
MORTANDAD LIGADA A FALTA DE INFRAESTRUCTRURA
“Las primeras 24 horas son esenciales para salvar la vida de un paciente”, advirtió a ZETA Roberto López Díaz.
En México no hay una estadística que dé cuenta del índice real de mortandad de personas con quemaduras, porque cuando se quema alguien, ingresa al hospital como quemado, pero cuando fallece, muere por alguna falla renal, ataque al corazón u otra complicación.
Para Roberto López “sí es por la falta de unidades especializadas que mucha gente fallece, en los casos que atendemos; el nivel de mortalidad se eleva cuando nos reportan los casos muy tarde y el paciente por no estar en una unidad especializada, se infecta; otra porque su estado es demasiado grave”.
Pero una vez que se reciben, la fundación los canaliza a los hospitales de Shriners, ya sea Galveston, Texas o Sacramento, California, donde el índice de mortandad es menos de 1%.
A nivel general, el último reporte denominado “Tendencia de mortalidad por quemaduras en México, 1979-2009” coloca a Baja California en el segundo lugar de la tasa de mortandad por quemaduras, exponiendo como una de las causas principales la falta de alternativas en la atención de pacientes quemados.
MENOS DEL 40% SON CANALIZADOS A UNIDADES ESPECIALZADAS
En la estadísticas del IMSS de Baja California, en 2017, registró que se atendieron 58 casos por quemaduras arriba del 40%; 16 de ellos con superficie corporal quemada del 80%.
De los quemados en estado crítico, solo seis fueron trasladados a unidades especializadas, muriendo dos de estos pacientes; informó Alonso Pérez Rico, jefe de Prestaciones Médicas del IMSS, delegación Baja California, en referencia al caso de Ana Karen.
Para el funcionario “no interfiere mucho la mortalidad en relación a la cercanía de la unidad de quemados, porque el paciente no es trasladado si no se estabiliza, pero sí interfiere la cantidad total de superficie corporal quemada”.
En el caso del Seguro Social, dijo: “afortunadamente tenemos la infraestructura que son la UCIS -Unidades de Cuidados Intensivos-, que nos permite atender a nuestra población en forma aislada y muy eficiente, y cuando vemos que el paciente ya pasó su fase aguda y requiere de una unidad de quemados, se manda a Obregón o Guadalajara”, sostuvo.
Respecto a los decesos por quemaduras en el IMSS, apuntó: “Con una superficie corporal quemada arriba del 80%, la posibilidad de mortandad es altísima en cualquier hospital del mundo”.
IMPROVISA CUARTO EN HG DE TIJUANA
En 2009, el Comité de Calidad del Hospital General de Tijuana presentó una propuesta para instalar en el tercer piso del nosocomio, una unidad de atención a pacientes quemados, elaborado por el médico Alberto Reyes Escamilla.
El objetivo del proyecto era mejorar la atención de pacientes con quemaduras e infección de tejidos blandos mediante la instalación de equipo mobiliario e instrumental quirúrgico indispensable; así como disminuir la estancia hospitalaria del paciente con quemaduras y, sobre todo, disminuir la morbimortalidad del paciente con quemaduras. La sepsis -infección por la falta de piel- se establece como el principal factor de muerte.
La unidad constaría de cuatro camas, un área estéril similar a un quirófano, con una máquina de anestesia, área que sería utilizada para los aseos, curaciones, toma y aplicación de injertos, asimismo como un baño suficientemente amplio y con aditamentos: mesa de aluminio para bañar al paciente y un buen sistema de recolección de agua. Se propuso el segundo piso del Hospital General, en un espacio que podría ser adaptado para la atención del paciente con quemaduras, ya que se cuenta con la infraestructura sin requerir de mayores remodelaciones. A la fecha, el proyecto no ha sido autorizado.
Sin recursos, en un espacio reducido, en 2016, el doctor Roberto Reyes Escamilla improvisó un espacio con dos camas para poder aislar completamente a los pacientes quemados, lo cual fue bien visto por el entonces secretario de Salud, Miguel Osuna Millán, quién retomó el proyecto, “pero la Secretaría de Planeación y Finanzas lo rechazó por falta de presupuesto”, indicó a este Semanario el ahora diputado.
Prometió continuar con esta gestión, “creo que se puede y se debe habilitar un mínimo de espacio para atención, manejo digno y humanitario para pacientes quemados”.
En el Hospital General de Tijuana, de 2010 a 2013 se atendió a 31 pacientes con quemaduras eléctricas. Se trató a 30 hombres y una mujer, con edad de 16 a 52 años, utilizando como tratamiento principal la heparina, un anticoagulante que en la mayoría de los pacientes alivia el dolor. La hospitalización promedio fue 18.6 días. En el seguimiento a tres meses se apreció una cicatrización adecuada.
El tratamiento es de bajo costo y ya ha sido retomado por hospitales de otros países, incluyendo Estados Unidos, aunque el médico Escamilla ha luchado por implementarlo de manera oficial en los pacientes, tampoco le ha sido autorizado.