La mujer que hubiera sido… si “Jehová” hubiera querido… mía.
Diste a mi triste vida, la miel de la esperanza,
Iris azul que en la distancia,
Alcanzar quise con febril visión;
Nardo fuiste de sutil fragancia,
Azucena en el jardín de la ilusión…
Por segunda vez…ella se ha ido,
esta vez para siempre…para no volver,
y la humilde llamita de mi esperanza escondida
con su partida…
Ya se apagó…
Hoy con su recuerdo voy
por un atajo escabroso
del Hinón sombrío, misterioso,
hacia el Gehena, tenebroso…
de mi destino final…
Ignacio Gutiérrez Castro
Tijuana, B.C.