Las cosas se les han complicado, su estrategia, diseñada hace meses para generar una atomización de la propuesta política a fin de ganar con un 35%, se ha frustrado porque AMLO ha traspasado la barrera de esos mismos 35 puntos; por eso intentan corregirla sobre las rodillas, pero el daño está hecho. La derecha tendrá cinco candidatos presidenciales y la izquierda uno. Difícil que Meade gane cuando su electorado se ha dispersado tanto, mientras AMLO sigue creciendo. Hoy, los tricolores, como ejercito bisoño, se lanzan de manera torpe y desordenada contra el candidato de Morena, repitiendo argumentos superados por un electorado hastiado de la corrupción y la bulimia económica. Lo hacen porque les urge polarizar con quien desde hace años va en primer lugar en las encuestas, antes de que sea demasiado tarde. El problema es que, para polarizar, antes tendrían que rebasar a quien va en segundo lugar y ese hueso no está resultando tan fácil de roer, pero en lugar de insistir en socavar la imagen de Anaya y evidenciar sus debilidades, en lugar de elaborar una respuesta coherente a los poderosos ataques que desde la casa azul les lanzan a propósito de su irresistible proclividad a quedarse con lo ajeno, se abalanzan, pueriles y derrochadores, con campañas para intentar vincular a AMLO con el gobierno venezolano.
El capítulo que sigue en esta narrativa de desatinos, es que intentarán echar toda la maquinaria para demonizar las expectativas económicas de un hipotético gobierno del tabasqueño. La situación es que siguen sin entender que no entienden y sacan de la ecuación, el hecho medido de que la mayoría de los mexicanos están irritados con la carestía, inflación, devaluación, desigualdad y concentración de la riqueza que este gobierno ha promovido voluntaria o involuntariamente, anticipo que en este intento también fallarán, lo que se pondrán más peligrosos.
Quién soy yo para darle consejos al PRI, pero creo que el tricolor debería concentrarse en promover la imagen de su candidato, empatizándolo con la base dura del partidote que hoy lo ve ajeno; cerrar filas repartiendo entre sus fuerzas vivas las oportunidades de gobierno y candidaturas para después encontrar una forma de ensamblar las necesidades de los mexicanos con las propuestas de quien quiere ser Presidente, pues la propuesta plana de continuidad y consolidación del legado peñista es tóxica para la salud de la campaña de Meade. Si no concluye esos dos pasos, no podrá jamás polarizar con nadie y la dispersión del voto derechoso hará Presidente al “Peje de Macuspana”.
Por lo pronto, parece que el Presidente de la República, convertido en coordinador de campaña de su partido, expulsa del gabinete a los perdedores de la contienda interna, en la idea de que son potenciales traidores; tapa los huecos generados en su administración por la purga y las promociones, con políticos cuya mayor virtud es la pertenencia al grupo político presidencial e insiste en imponer la lógica de que su cuestionado “legado” sea el eje de la campaña de un candidato al que se le percibe bobo, inexperto, débil, rollero, mandilón, indefinido, al que el tiempo se le agota. No es sevicia la mía, pero a Meade lo veo en cuarto lugar, según el último reporte de Google Trends, lo cual perdió el interés de la ciudadanía y “El Bronco” lo alcanzó en el nivel de búsquedas. Meade tiene cara de chivo expiatorio del grupo que decidió su candidatura y parece más interesado en quedarse con el PRI, después del desastre para intentar nuevos proyectos políticos que, de ganar la elección presidencial, o tal vez la soberbia y el dinero, les ha nublado la razón irremediablemente.
Jesús Alejandro Ruiz Uribe es Doctor en Derecho Constitucional, ex diputado local, rector del Centro Universitario de Tijuana en el estado de Sonora y coordinador estatal de Ciudadanos Construyendo el Cambio, A.C. Correo: chuchoruizuribe@gmail.com