Una noche platicando con mi esposa,
hablamos de las fiestas decembrinas,
recordando la infancia y tantas cosas
que nuestras madres nos dieron amorosas,
en esos tiempos, con vecinos y vecinas.
Hacían posadas, juegos y piñatas,
gritos de algarabía y de dale, dale…
niñas y niños brincaban con las reatas,
papás y abuelos charlaban esperando
que les sirvieran el ponche y los tamales.
La pasábamos bien, humildemente,
comiendo cañas, también tejocotes,
dulces y colaciones, ¡ah!…y elotes,
que en esas noches nos sabían a gloria
y compartíamos todos felizmente.
Pero ahora, las cosas han cambiado,
los gobernantes lo han hecho poco a poco
cometiendo en sus mandatos mil errores,
el salario no se ha recuperado,
y el pueblo de hambre se está volviendo loco.
Se han perdido en los hogares los valores,
ya no hay respeto, honradez ni honestidad
que a las familias mantenían unidas,
aprendiendo a olvidar nuestros rencores
con palabras y caricias recibidas.
Hoy, con falsas promesas nunca cumplidas
de los que nos gobiernan día con día
y nos hacen vivir vida insipiente;
con sus mentiras nos sangran las heridas,
pues ni siquiera las cumple el Presidente.
Ellos ganan millones y millones,
roban en su gestión mucho dinero,
lo acumulan cual basura en vendaval,
sus casas no son casas, ¡son mansiones!
no simples chozas de interés social.
¡Cuánta desigualdad, cuánta rapiña!
¡Cuánta extrema pobreza van dejando
sin tener compasión por los de abajo!
Como buitres nos siguen acechando,
no les importa el pueblo ni un carajo.
La Navidad de los ricos y prudentes
está llena de lujos y de regalos,
de ricas viandas que desconocemos:
caviar, coñac, salmón y pavos;
de lambiscones, amigos y parientes.
Y en casa de los pobres de verdad,
pareciera que todos fueron malos;
La Noche Buena se torna soledad,
hoy, ahí no habrá cena ni regalos;
tan cerca y lejos de la gran ciudad.
Solo grupos altruistas, como en feria
suelen darles un poco de alegría
a unos cuantos, quitando sus grilletes,
recorriendo en ese frío la periferia,
regalándoles cobijas y juguetes.
Esa es la diferencia que no vemos,
las injusticias que existen todavía,
que dividen la Navidad en dos;
los despilfarros que no nos merecemos,
y a los que sufren, que los bendiga Dios.
José Miguel Ángel Hernández Villanueva
Correo: jomian1958@hotmail.com
Tijuana, B.C.