Ayer, cuando tus ojos me miraron
y tus pupilas se nublaron,
tu noble corazón abrió
sus puertas a mi ser.
Y hoy, que ya te tengo entre mis brazos,
el alma llevo hechas pedazos
al darme cuenta
que en mi amor fallé.
Creí que tú jamás te darías cuenta,
que yo sería siempre dos caras
y engañarte nomás.
¡Qué tonto fui!
Con el cariño no se juega,
pues este mundo es una rueda
y de la rueda me caí.
Te vi pasar después del brazo de otro
y yo sufrí por tu desprecio,
pero mi voz no tuvo
nada que decir.
Pagando estaba así mi culpa,
por no medir las consecuencias,
trataba de no verte
y fingir.
Lloré mi angustia inconsolable,
culpando en mi dolor a tanta gente
que no tuvo qué ver.
Pero aprendí: con el cariño no se juega,
pues este mundo es una rueda
y de la rueda me caí.
José Miguel Ángel Hernández Villanueva
Correo: jomian1958@hotmail.com
Tijuana, B.C.