Se acerca Navidad, y mi padre ya no está con nosotros. Aún recuerdo cuando era niña, mi padre llegaba del mercado con bolsas de mandado y entre las cosas que traía me parece ver la imagen de las naranjas, cañas de azúcar, tejocotes, y cacahuates. Hacía mucho frío y en ese tiempo también compraba cobijas nuevas. No era rico, pero era muy trabajador y trataba de que estuviéramos lo mejor posible en casa. Mi madre preparaba chocolate caliente y buñuelos para merendar. Ya pronto será diciembre y con él llegará la melancolía en algunas personas. En esta época vienen a nuestra mente la imagen de los seres queridos que se han marchado y nos sentimos tristes y muy solos.
Mi padre vivía lejos pero siempre le hablaba para saludarlo y también le hablaba en su cumpleaños, el día del padre y en los días festivos. Le enviaba dinero para que se comprara algo que le hiciera falta. Él me daba las gracias y me daba la bendición. Me decía que Dios me ayudaría y haría que me fuera bien en todo. Yo sentía muy bonito en mi corazón al escuchar sus palabras, pues me daba cuenta de que lo hacía feliz al hablarle.
Me encantaba platicar con mi padre pues me contaba historias interesantes. Con él se podía hablar de cualquier tema porque nunca cesó de aprender. Él ya no está, pero lo sigo recordando y me llena de alegría pensar en ese hombre tan bueno, trabajador, inteligente, sabio, y que disfrutaba mucho de la lectura. Me hace mucha falta mi padre, y en estas fechas me duele saber que ya no le puedo hablar por teléfono y me pongo triste. Entonces oro por él, y le pido a Dios que lo bendiga.
Lourdes P. Cabral
San Diego, California
Noviembre 26, 2017