La reforma fiscal del partido republicano se convirtió en iniciativa de Ley en el Congreso estadounidense el 20 de diciembre, a espera de la firma del Presidente Donald Trump para entrar en vigor el 1 de enero de 2018.
Esto significa la modificación hacendaria más importante en el vecino país desde 1986, reduciendo a las empresas el Impuesto sobre la Renta de 35% a 21% mientras que los trabajadores norteamericanos se verán beneficiados por diversas reducciones a la carga tributaria hasta 2025. Después de dicho año, si no se hacen cambios, las tasas tributarias podrían volver a sus niveles actuales o, incluso, elevarse.
Además, habrá una tasa de 15.5% para las utilidades que sean repatriadas en dinero líquido, y de 8% en activos no líquidos, más la depreciación del 100% en forma inmediata de las inversiones en maquinaria y activos fijos.
De entrada el primer gran triunfo del mandatario estadounidense preocupa tanto al Banco de México, como a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Esto fue lo que manifestaron en el Consejo de Estabilidad del Sistema Financiero los directivos Alejandro Díaz León (Banxico) y José Antonio González Anaya (SHCP), quienes hicieron eco a la advertencia generalizada: las empresas estadounidenses podrían trasladar su domicilio fiscal a su país de origen, dado a la reducción significativa de la carga tributaria.
De ahí que la posibilidad de que el boquete en las finanzas públicas de México crezca, ya genera una incertidumbre cuyo efecto inmediato fue en el mercado cambiario, donde el peso mexicano cerró el miércoles 20 de diciembre en 19.25 por dólar -según la cotización interbancaria- y se vendió hasta en 19.66 pesos por dólar en ventanillas de Bancomer.
Y para el jueves 21, el dólar se vendió hasta en 19.80 en ventanillas bancarias.
Sin embargo, en entrevista con Bloomberg TV, Día de León opinó: “Creemos que la gama de herramientas que tenemos a la mano es buena, con la reciente adición de las coberturas cambiarias a inicios de año. Creemos que tenemos un rango completo de instrumentos que pueden utilizarse en caso, y es muy importante resaltar esto en caso de que veamos una reducción en la operación, volumen y profundidad en el mercado de divisas”.
Y mientras el Gobierno Federal mexicano pasa del silencio a la inacción -incluso ante el efecto negativo de la reforma fiscal norteamericana en la Inversión Extranjera Directa (IED) como otro factor que también se anticipa con sus lógicas repercusiones en el empleo y el crecimiento, especialistas y cúpulas empresariales expresan su llamado urgente a una reforma fiscal en el país que aún encabeza Enrique Peña Nieto para hacer frente al colosal reto de Estados Unidos.
En concreto, el Consejo Coordinador Empresarial enfatiza la necesidad de reducir el gasto corriente, de operación y administración de los programas de gobierno, en tanto que la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) pide a través de seis puntos eje:
* La deducción plena de prestaciones laborales. Reestablecer este beneficio autorizando la deducción del 100% de las prestaciones de previsión social, que a su vez constituyan ingresos exentos para los trabajadores.
* Restablecer la deducción plena al 100% de las aportaciones efectuadas para la creación o incremento de reservas para fondos de pensiones o jubilaciones del personal, complementarias a las que establece la Ley del Seguro Social.
* Eliminar los efectos negativos de la retención definitiva del ISR del 10% por pago de dividendos a personas físicas.
* Deducción inmediata de inversiones. Implementar nuevos esquemas de deducción acelerada de inversiones sin límite de ingresos para acceder al beneficio.
* Acotar facultades discrecionales.
* Dar continuidad al programa de repatriación de capitales.