Considerando que hasta el año pasado Tijuana se ubicaba entre los primeros cinco lugares a nivel nacional en el tema del VIH-Sida, especialistas en la materia y organizaciones no gubernamentales consideran urgente y necesario un programa integral de atención para personas en situación, debido a que actualmente no existe uno enfocado en ello, no se tiene cuantificada toda la problemática que persiste en este sentido en la calles de la ciudad y no hay protocolos de seguimiento a sus casos. Instituciones de salud lo ven como algo difícil por toda la infraestructura, personal y trabajo que ello implica
Jorge Hernández Plata, originario de Ciudad de México y conocido también como “Paloma”, es una de las más de 500 personas con VIH-Sida que viven en situación de calle en Tijuana, sin amparo de la autoridad ni las instituciones de salud, puesto que desde hace más de seis años, dejó de recibir sus tratamientos médicos debido a que unos policías, en una de las tantas golpizas que le han dado, le rompieron sus documentos y por miedo se alejó de los lugares donde era atendido.
Así como él, muchas personas en su mayoría migrantes que fueron repatriados o no pudieron cruzar siquiera la frontera, terminaron en situación de calle Y se encuentran “a la suerte” de las pocas organizaciones civiles, al no existir un programa específico ni un centro integral para su atención.
El número de casos, según activistas y especialistas en el tema, va a la alza y por encima incluso de la media nacional, que hasta el año pasado puso a Tijuana como la quinta ciudad en el país con mayor número de casos de VIH-Sida, debido principalmente a factores como el crecimiento acelerado de la ciudad, lo cual atrae a las personas para venir a residir aquí, además, por el comercio sexual que prevalece en la ciudad y el alto uso de drogas inyectables entre determinados grupos de la población.
Una alta incidencia de casos que si bien instancias como la Secretaría de Salud en el Estado, el Instituto Nacional de Migración (INM) y la Dirección de Atención al Migrante Municipal, reconocen que existe en general en Baja California, no la consideran “foco rojo” o una situación por la cual se vean rebasados y que les exija una acción extraordinaria a lo que ya vienen haciendo con esta población.
Prostitución, sexo sin protección y drogadicción, son los factores que llevan al contagio.
En la tesis de investigación titulada “Los Pacientes con VIH/Sida en Tijuana y la Accesibilidad de los Servicios de Salud como Factor Determinante de la Adherencia Terapéutica”, presentada en 2014 por Ana María López Jaramillo, investigadora del Colegio de la Frontera Norte (Colef), se menciona que las altas tasas de migración gracias a la proximidad con Estados Unidos y el desarrollo de la industria maquiladora de exportación, aunado a un “notable comercio sexual y un alto uso de drogas inyectables”, son factores que generan esta alta prevalencia de VIH-Sida en la ciudad.
Conclusión que también comparten Antonio Granillo Montes, director del albergue Las Memorias, y el especialista Jon Cohen -que durante 30 años ha cubierto el tema del VIH-Sida en la revista Science-, quien en su libro “Tomorrow Is a Long Time: Tijuana’s Unchecked HIV/AIDS Epidemic”, publicado en 2015, señala que a medida que crece Tijuana también lo hace el problema del VIH-Sida, causado por “muchos de los vicios que atraen a miles de visitantes” y que no son más que la “prostitución desenfrenada, el sexo sin protección y la drogadicción”.
Aspectos por los cuales la Dirección Municipal de Salud, mediante el área de Control Sanitario, expide tarjetas sanitarias para las mujeres que se dedican al sexoservicio, como lo confirmó a ZETA su director, Alfredo Hauter Salazar, quien explicó que a las mujeres que se dedican a este oficio, por lo menos una vez al mes acuden a esa dependencia para que se les practiquen diferentes estudios médicos y así evitar la incidencia de VIH en ellas, que este año ha sido “prácticamente cero”; aunque sí se tiene un caso confirmado oficialmente en octubre de este año.
Aunado a ello, la Secretaría de Salud, mediante el Programa de VIH-Sida e Infecciones de Transmisión Sexual en la Jurisdicción Tijuana, reparte constantemente preservativos entre estos sectores de la población -570 mil en lo que va del año-, y específicamente con las personas en situación de calle realizan también labores de intercambio de jeringas -han entregado 9 mil 600 en 2017- para evitar el riesgo de contagio entre ellos mismos, como bien lo refirió a este Semanario la responsable del programa, Karzali Trasviña, quien considera que a pesar de la alta incidencia en la ciudad, no pone en alerta a las autoridades.
Como tampoco pone en alerta a Rodulfo Figueroa Pacheco, delegado del INM en la región, quien dijo que a pesar de que algunos repatriados o de otros países puedan llegar contagiados o terminen en situación de calle, a su retorno y cruce son atendidos y mantienen mecanismos como pruebas rápidas en el caso del VIH-Sida que se hacen al momento de la repatriación en las oficinas del Instituto y, en caso de detectar alguno con esta enfermedad, se le canaliza al Hospital General.
VIH-Sida a la alza en personas en situación de calle
Pese a que a las autoridades no les parece algo considerable o que “pueda prender las alarmas”, para Antonio Granillo Montes, director del albergue Las Memorias –ubicado en la colonia La Morita-, lugar donde han atendido a esta población durante 19 años, las 511 personas que han recibido atención tan solo en 2017 sí son para tomarse en cuenta, precisamente porque son mucho más de los atendidos el año pasado, aunados a los que no se han acercado por temor o alguna otra razón y no están llevando tratamiento.
Los cuales también deben considerarse, ya que constantemente estas personas están rehuyendo de la sociedad, debido a que todavía hay un sector en la población que tiene muchos miedos, que estigmatiza, rechaza, señala y cree que con un contacto casual se van a infectar, o por comer en el mismo plato o usar el mismo sanitario, lo cual dispersa a los implicados.
En este albergue, a las personas se les brindan alimentos, hospedaje, ropa, medicina preventiva, información sobre VIH, canalización a servicios médicos, talleres formativos y demás, pueden estar por tiempo indefinido y no se les cobra por la estancia ni por los servicios; desde 2005 se constituyó legalmente como una asociación civil y se especializa en apoyar a personas adultas y menores de edad de escasos recursos con VIH-Sida.
“Complejo” brindar atención a esta población
Una labor que la doctora Karzali Trasviña, de la Secretaría de Salud, reconoció de este albergue, con quien trabajan de la mano a la fecha, puesto que sabe que “es complejo” que ellos como institución puedan dar atención a una persona en situación de calle porque muchas veces se pierde el vínculo por diversas razones y no hay manera de brindar seguimiento a sus casos, y son las organizaciones de la sociedad civil quienes realizan mejor este trabajo.
Detalló que cuando se trata de personas repatriadas, con VIH positivo, lo primero que hacen ellos como Secretaría de Salud es decirles que necesitan tener un hogar más o menos estable y para ello están en colaboración con INM, Desarrollo Social y otras dependencias que dan apoyo a esta población.
Sin embargo, estas personas muchas veces “pierden sus papeles” en el trayecto, se los roban o se los quitan por diferentes causas y así ya no les pueden brindar el Seguro Popular temporal, como el caso de “Paloma”, y es cuando se pierden del padrón que tiene la Secretaría y después se les trata de localizar a través de organizaciones de la sociedad civil, para ver de qué forma pueden estar recibiendo su tratamiento; situación que también impide que se pueda tener un censo de esta población.
Otra situación que a la institución le resulta compleja, es cuando las personas están en la ciudad y en situación de calle, algunas adquieren otros hábitos como el consumo de drogas y quedan expuestos a otro tipo de riesgos, por lo tanto, la Secretaría instrumenta otro tipo de estrategias. Una de ellas, es que cada semana o cada quince días visitan diferentes puntos de la Zona Norte para intercambiarles las jeringas y de esa manera minimizar los riesgos.
Hace falta trabajo de campo y atención integral
El director del albergue Las Memorias coincide en que no es tarea fácil atender a este tipo de población, por lo que considera como algo bueno el hecho de que se vinculen las instituciones con las organizaciones civiles, sobre todo para generar puntos de alcance y trabajo de campo que implica ir a las alcantarillas, a los puentes, a los picaderos, los ñongos y hacer pruebas rápidas de VIH, darles consejería, curar heridos e informarles que hay un lugar donde pueden ser atendidos.
“Pero ese trabajo no cualquiera lo hace”, aseguró, porque si bien instituciones como la Secretaría de Desarrollo Social han estado muy pendientes en cuanto a esta situación, al igual que la propia Secretaría de Salud, les ha faltado tener en cuenta que estas personas “son seres humanos”, sobre todo porque muchas veces creen que porque tienen alguna adicción ya son delincuentes; no se puede negar que en varias ocasiones deriva en algunos delitos, pero pese a ello, “se deben manejar como una persona enferma que requiere atención, sobre todo una atención integral”.
Aspecto último que comparte la doctora Karzali Trasviña, quien opina, “sería algo idóneo” que existiera un centro o un programa de atención integral, pero por la misma complejidad social, moral y de intereses particulares de este sector poblacional, sería “algo complejo”.
Esto porque finalmente, si alguien invirtiera un recurso económico en tener algo fijo para darles vivienda, rehabilitación y un oficio, resultaría difícil reintegrarlos a la sociedad porque “ellos ya tienen ciertas rutinas y ciertos hábitos de muchos años, y muchas veces los objetivos cambian en ellos”.
Por último, Trasviña destacó la importancia de no bajar la guardia y seguir trabajando con ellos de manera directa y mediante las organizaciones civiles, porque aunque “es difícil trabajar con este grupo poblacional, tampoco es imposible”, y como Secretaría de Salud, reiteró que seguirán con este compromiso, sobre todo porque “mientras estas personas no estén en tratamiento, seguirán siendo fuentes de transmisión a población que no esté infectada”.