Fui prisionero de tu amor a simple vista,
desde aquel año que te vi, fue lo primero.
Apenas era un infante, niño viajero,
tú me alojabas en tu lar sin previa cita
y localmente enamorado aterricé
con la mujer que nunca hubiere imaginado,
bella costeña de la cual quedé embrujado,
Ciudad de palmas y volcanes que adoré;
mas es Tijuana otra mujer que ha cobijado
al de Colima, y en sus brazos me arrullé.
Alberto Torres Barragán
Tijuana, B.C.