Hace un par de meses nos reunimos para festejar 50 años de graduarnos la generación 1964-67 de la Secundaria Federal de Agua Caliente “Poli”. Personas ya de sesenta y tantos años. Invitamos al festejo a varios apreciados ancianos y aun animosos profesores. Unos se convirtieron en arquitectos, otros en ingenieros, contadores públicos, matemáticos; administradores, químicos, biólogos, médicos, dentistas, maestros, etc., -hemos procurado ser personas productivas y cumplir expectativas de nuestras familias.
La realizamos donde estuvo el glorioso Casino en nuestro histórico Centro Escolar “Agua Caliente” (al que le llaman “La Lázaro”, quienes ignoran la historia de Tijuana y otros tantos recién llegados). A nosotros, por fortuna, aún nos tocaron como aulas los que habían sido las elegantes tiendas y lujosos salones de juego del Casino y demás que -hechas de materiales similares al Parque Balboa, en San Diego- databan en antigüedad. Pero, mientras las instalaciones del parque aún existen, cuidadas y conservadas; en cambio, las del Casino y Hotel neciamente nos las destruyó otro profesor, por 1971 (único que por mayoría de votos decidimos que no estuviera -pero esa es otra historia). Hoy solo quedan el simbólico Minarete y la parte de la Alberca, el cual fue nuestro grato trasfondo.
Cuando entramos, en 1964 era la plena época del “milagro mexicano”, en que por segunda ocasión (similar al periodo intermedio de la administración de Porfirio Díaz), la economía y el nivel de vida de los habitantes del país mejoraba, recáspita, a tasa de 6 a 7 por ciento anual, en promedio como había sido en Alemania y Japón, después de la Segunda Guerra Mundial, o como hoy en China. El excelente secretario de Hacienda, Antonio Ortiz Mena, que desde 1958 hasta 1970 cubrió dos sexenios priistas -los de Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz-, financiaba el crecimiento interno sin tanto solicitar préstamos con el Fondo Monetario Internacional, evitando endeudar al país.
Así, el peso se mantuvo firme a 12.50 ante el dólar, durante dos décadas, a diferencia del periodo posterior a 1938, que por culpa de Lázaro Cárdenas, se había estado sacudiendo devaluaciones al país (también otra historia). Lo cierto es que en estas partes circulaba el dólar en su mayoría. Había solo tres líneas de autobuses, nada de calafias y ya empezaba a incomodar que se juntaran de 10 a 25 carros por fila, para cruzar “la línea”, pues esto implicaba demorarse cinco minutos, a diferencia de los 10 o 15 minutos en fines de semana.
Los domingos eran de ir a misa y a veces a los principales cines de Tijuana -hoy casi desconocidos-: el Bujazán, Roble o Reforma, cuando por el precio de un boleto se exhibían cortos de noticias, una película de relleno y luego la estelar. Sobre esto, las tres primeras películas del espía James Bond, con el actor Sean Connery, eran un éxito. Hacía solo unos meses que los Beatles habían explotado el escenario del rock-and-roll, acaparando los primeros lugares en las carteleras sobre los demás artistas o grupos, semanas tras semanas, ya que su estilo rebelde -fueron los primeros en usar pelo largo en las carteleras- llamaba la atención del público. Javier Solís, Angélica María y Julissa estaban de moda en el país. El VW sedán o escarabajo se popularizaba y acababa de salir el Ford Mustang -emulando los deportivos Austin-Healey, Jaguar o MG inglés.
Íbamos a la “Poli” adolescentes de toda la ciudad -del Centro o La Mesa; de las colonias Independencia, Libertad, Altamira, Morelos, Cacho, Chapultepec, Hipódromo y Rancho Alegre (hoy llamada 20 de Noviembre) y del pueblecito llamado Rosarito (en broma, pues contaba solo con cinco habitantes) que entonces era parte del Municipio de Tijuana.
Tuvimos una planta de profesores -varios aún de la “vieja escuela”, muy exigentes- que eran de un elevado nivel; teníamos que estudiar en todas las materias para pasar, casi jamás se daba que alumnos exentaran, todo era a fuerza de tareas y exámenes. No había materias optativas, donde no importara que se reprobaran, al revés, era estudiar o tronar.
Para los que sí somos natales de Tijuana, esto es un esbozo de mi generación, de la histórica “Poli” -no La Lázaro- de Agua Caliente. Y claro, la memoria del pasado es parte de los recuerdo que se reviven, da referencias de lo bueno para seguirlo, o lo malo para evitarlo, pero sin el error de tratar de retenerlo. Amablemente, continuará.
José Luis Haupt Gómez
Tijuana, B. C.