Sergio Fajardo Valderrama (Medellín 1956) es doctor en matemáticas, además de periodista. Hasta 2013 fue maestro en la Universidad de los Andes, en Medellín, Colombia. A los 43 años lanzó propuestas interesantes al servicio público, con una mentalidad y estrategia que vale la pena recuperar para nuestra realidad mexicana. Rompió los esquemas donde el intelectual solo critica y que, a partir del apoyo de los empresarios, académicos, amigos, transita a la organización de acción política para conquistar espacios para decidir.
Encabezó un equipo de ciudadanos para crear un movimiento político de Centro Democrático independiente que lo llevaría a calles, puertas, y partir de la explicación directa con el ciudadano, la congruencia y a crear confianza con el electorado, consiguió ganar la Alcaldía de Medellín y después gobernar la región. Antioquia sin ataduras de grupos de presión más que la mirada fiscalizadora del pueblo.
Medellín fue la ciudad más violenta del mundo, donde corrió mucha sangre (les suena…) con enormes desigualdades sociales, tremenda corrupción; con falta de oportunidades para mujeres, jóvenes, niños y personas de la tercera edad. Sin acceso a educación, cultura, deporte y sana convivencia; con zonas marginadas y con poderosos cárteles que habían ganado fama mundial. La fórmula del doctor en lógica matemática, Sergio Fajardo, fue abrir las puertas de la educación y del empleo; de facto cerrar la tentación del delito, el cual consistió en un discurso transformador del miedo a la esperanza.
Comprometido con el cambio y explicando a la gente que el clientelismo político debe superarse y reorientarse, sin comprar un solo voto, ya que un voto comprado es un robo asegurado. Porque, quien llega corrompiendo a los votantes, ofende la democracia, prostituye voluntades y es la raíz de la descomposición moral. En ese contexto de ilegalidad se engendra un gobierno que paga favores de los grupos de interés que sobornó en el proceso. Claro que entre empresarios, contratistas, trasnacionales como OHL, HIGA, Odebrecht, petroleras como Arco, Exxon, Golf, Shell, banqueros, lavadores, cárteles de narcotraficantes y quienes financian ese método de corrupción, llegan al poder torcidos, burlando la ley, con prioridades que nunca son los electores, sino los que contaminaron su ilegítimo e inmoral “triunfo”. Las ventajas mal habidas continúan chuecas en el poder, arrastrando esos lazos de corrupción. El movimiento de Fajardo denunció ese mecanismo tan popular en Latinoamérica. Cero pesos por los votos. Ese principio le dio poder y credibilidad; gran capital que no tienen los partidos eternizados.
Su faro político fue construir a Medellín y Antioquia como la ciudad más educada. Ganó la elección con gran diferencia de votos en 2004-2008 y la gubernatura de 2012 a 2016, con ideas y acciones que convencieron a una agrupación de ciudadanos cansado de la GRAN DEUDA educativa, política, social, pagando los rezagos históricos con los grupos olvidados.
Convertir la confianza en transparencia con la rendición de cuentas, privilegiando a los ciudadanos, le permitió emplear cada peso en construir espacios modernos, dignos, decorosos de educación, cultura, ciencia, deporte, áreas verdes en zonas antes abandonadas y recuperar el respeto y la dignidad de mayorías invisibles.
Donde había cuatro mil 500 jóvenes que dejaron las armas de las FARC, con falta de educación; (nos es muy familiar) abrió centro de formación, oportunidades y facilitó atención psicológica personalizada para rehabilitar su proyecto de vida productiva. Fajardo está casado con Ana Ramírez Restrepo, psiquiatra que generó estrategias de rescate y regeneración del 85% de los ex guerrilleros y sicarios del narco.
La construcción de espacios ganó reconocimiento en certámenes de arquitectura Iberoamericana. Edificios funcionales donde niños, padres y maestros se sentían orgullosos de participar.
Fajardo visitó Torreón, Ciudad Juárez, Monterrey, Durango, invitado por ITESO; así como el Tecnológico de Monterrey para sembrar experiencias como alcalde y posteriormente como gobernador de Antioquia. Un dato importante es que limpió y fortaleció las finanzas de empresas de teléfonos, agua, electricidad, transporte, los cuales son de control municipal; de modo que con esos recursos atiende las necesidades sociales antes que las ganancias del insaciable pulpo neoliberal.
Fue invitado especial del Alcalde de Guadalajara, Enrique Alfaro, en la FIL 2017, y juntos ofrecieron conferencias sobre la experiencia de Guadalajara y Colombia. Hoy, Fajardo aspira gobernar Colombia, mientras que Alfaro, Jalisco. En Tijuana y el resto de México, debemos estudiar este proceso hermano de transformación como máxima evidencia que sí se puede cambiar, conectando en la calle con la ciudadanía y cumpliendo. Hay talento y recursos, pero faltan liderazgos inteligentes. Tijuana debe educarse, crear oportunidades y un gobierno inteligente que rinda cuentas, que trabaje por el bien mayor, de manera que, donde hubo miedo, haya esperanzas.
M.C. Héctor Ramón González Cuéllar es Académico del Instituto Tecnológico de Tijuana. Correo electrónico: profe.hector.itt@gmail.com