A cada rato pegaban carteles en las paredes callejeras esquineras de San Luis Potosí. Grandotes. Por poquito llegaban a la azotea. Casi siempre en la noche se aparecía un amigo. Bonche de papel enrollado. Tina con engrudo y lo que fue una escoba pero con mango corto. Con esa como brocha embadurnaba y estampaba. Siempre carteles con letras enormes. Anunciando funciones de box o lucha libre. Cuando eran sobre corridas de toros entonces sí traían adornos. Una manola. El trincherazo de Silverio Pérez o hermoso astado saliendo impresionante de toriles. La lucha era los lunes. Box, sábados y toros domingo. Así de pronto ni llamaba la atención. Las mismas letrotas y estampas. Por eso me sorprendió una mañana cuando vi otro cartel diferente. No era grande. Casi como una plana de periódico normal. Y muy colorido. Todo dibujo. Se veía luego-luego a un hombre bien trajeado. Corbata de moñito. Canoso. En media reverencia. Brazo izquierdo extendido como ofreciendo el pase. En la playa. Cerca un bote con soldados norteamericanos. La verdad no recuerdo exactamente cuánto explicaba, pero sí: Era don Adolfo Ruiz Cortines. En su tierra Veracruz. Dándoles la bienvenida a oficiales de Estados Unidos. El cartel decía más o menos “…este es el candidato del PRI a la Presidencia de la República”. Y se le acusaba de permitir la invasión de territorio mexicano. Me sorprendió ver al día siguiente: Todos los carteles en cada esquina fueron arrancados o rayoneados.
Después aparecieron otros más grandes: “San Luis Potosí con Ruiz Cortines”. Y hasta letreros en las paredes bien pintaditos. Pero entre ver y saber de su próxima visita no faltó quien me dijera lo de todos sabido: “Parece momia”. “Está muy viejo”. “Siempre trae su corbatita de moño”. Entonces ni televisión. Tampoco leía periódico. Pero de boca en boca se hablaba mucho del candidato. Hasta anunciar su visita.
Un domingo por la mañana. Estaría en el balcón del “Cine Azteca”. Era 1952.Yo tenía 16 años. No estaba interesado en la política. Pero sí me llamó la atención ir al mitin. Ver si era cierto su empolvada cara de momia y corbatita de moño. Llegué y los agentes de tránsito tenían cerrado el paso a los automóviles. No me dijeron nada por ir en bicicleta de carreras. La recargué sobre tan enorme acanterada pared de Palacio. Subí a una ventana enrejada. Y desde allí pude ver bien a don Adolfo. Muy tieso. Poco sonriente. El rostro sí parecía empolvado y se le notaban las negras ojeras. Se me figuró personaje de las películas misteriosas.
Pero ya estando allí le oí hablar. Y muy bien. Yo sin saber ni entender la política me llamó la atención. Nada de gritar. Se le entendía todo. Y explicaba al detalle cómo y cuándo haría lo pedido por los potosinos. Lo decía con mucha decencia. Fue entonces cuando me quedé pegado al ventanal. Embebido. Oyéndolo. Sentí alegría al escucharle cómo construiría carreteras. A mí me gustaba eso. Andaba en el deporte del ciclismo y la promesa de hacerse realidad se traducía en más terreno donde pedalear.
Total. Estuve allí hasta cuando terminó el mitin de campaña. Don Adolfo bajó del balcón. Sin apretujamientos caminó entre partidarios. Subió a un automóvil. Las matracas de los ferrocarrileros jalaban a todo cuanto daban. Los maestros ni se diga. La gritería apoyando a Ruiz Cortines era enorme. El gentío se fue desbalagando. Yo bajé de la ventana. Sin quererlo ni pensarlo “me eché” todo el mitin. Por eso me interesó su vida. Quedé sorprendido de cuantos puestos ocupó. Del más humilde hasta Secretario de Gobernación como antesala a ser el principal firmante en Palacio Nacional. Bueno hasta se dio de alta un tiempo en el Ejército.
Estoy seguro: Si hubiera estado en edad de votar en aquel 1952 lo haría por don Adolfo. Me cautivó. No le hizo falta mi boleta. Ganó de calle. Eran los tiempos gloriosos para el PRI. Gobernó sin muchos problemas. Al terminar estuvo despachando como Consultor de Nacional Financiera (NAFINSA). Discreto. En 1973 cuando estaba trabajando en Mexicali me llegó la noticia y fue para primera plana: Murió don Adolfo.
Han pasado 54 años de aquel episodio de campaña en San Luis Potosí con Ruiz Cortines. Ahora a mis casi 70 estoy aburrido con los candidatos a la Presidencia. Harto. No le llegan en clase, presencia, impacto ni lenguaje a don Adolfo. Nunca vi una campaña tan corriente. “El Noticiero” de Joaquín López Dóriga nos muestra de lunes a viernes las reseñas. Son una calcomanía de ayer, anteayer y desde hace un mes. Madrazo (PRI) se la pasa retando a López Obrador (PRD). Nada más falta decirle “gallina”, “zacatón” o “…te hace cuscús”. Y así como sus publicistas sacaron aquello de “dale un madrazo al dedazo” ahora estrenaron un “…vamos hablando de frente” para Andrés Manuel. Y este señor cuando no les llama “chachalacos” a sus competidores incluyendo “al innombrable”, entonces se lanza contra Fox echándole por andar metiéndose en la campaña. O si no contra “la mafia de cuello blanco” apoyadora de sus rivales. Calificativo significativo: Mafia son delincuentes y cuello blanco empresarios. Pero no tiene el valor de dar nombres.
Y Felipe Calderón Hinojosa (PAN) ha ido de más a menos. Su discurso al inaugurarse como candidato fue excelente. Pero ahora parece pensar nada más en López Obrador. Retándolo al debate “…donde quiera y a la hora que quiera”. Aun cuando él mismo lo dice: “Como se acostumbraba en la escuela”, de todos modos parece chamaco con tales expresiones. A ninguno les he oído un programa concreto. Y si lo tienen no lo divulgan por andar con sus niñerías y bobadas indignas de candidatos presidenciales.
En tratándose de narcotráfico no saben ni dónde están parados. Ignoran cómo y estoy seguro se les va a colar la mafia en campaña. A lo mejor ya. Luego por alguna puerta de Palacio Nacional o Los Pinos. Madrazo promete una policía nacional pero no sabemos si las demás seguirán robando y amafiándose. Calderón dice “voy a ser la pesadilla del narcomenudeo”. No. Yo quisiera oírle “voy a ser el verdugo del narcotráfico”. Y Andrés Manuel pavonea con reforzar el Ejército. Aunque hoy curiosamente desconfía de los militares. Pero de paso nos deja en signo de interrogación ¿Y la PGR?. Aparte serán incapaces de capturar a los asesinos de tanto periodista.
Y como en eso están en lo demás. No salen de su cantaleta: “Ahora sí va a gobernar el pueblo, no unos cuantos”. Me dan tristeza y comparo: Si don Adolfo me cautivó a los 16 años, ahora a con casi 70 estos tres señores me aterran por si alguno de ellos llega a la Presidencia.
Escrito tomado de la colección Dobleplana de Jesús Blancornelas y publicado por última vez el 29 de junio de 2012