No busqué diamantes para atarme,
ni dinero en tu balcón presidencial,
porque tu avaricia procreada sin límite,
te enloquece más en los tiempos genocidas.
Narcisistoide y vulgar investidura,
horda enferma de poder infinito.
En tu recorrido estridente,
crece tu insolencia en el frío cerebro;
gigante imperialista devastador,
incansable globalizador, inhalador,
pulpo capitalista y explotador
sin escrúpulos esperanzados,
ultraderechista con bastos de hierro oxidado.
Generosidad es tu verbo frente al mendigo,
grande eres frente al débil
porque tu amparo es dios con los creyentes,
porque solo a la luna llegarás y ya es tardío,
aunque no estarás en el olimpo, sino en tus barcos de fina madera.
Sistema gobernante mercantilista neoliberal,
desde ayer yacen ya cientos de cuerpos destrozados,
producto efectivo de tu grandeza.
Estás manchado de sangre del 2 de octubre;
cargas a los mineros sepultados de Coahuila,
llevas a cuestas a mujeres asesinadas de ciudad Juárez,
también a niños quemados de la guardería ABC de Hermosillo.
Te acompañan las almas de mujeres y niños de mis hermanos tzotziles;
te hablan los hombres valientes, defensores asesinados de Atenco.
Por tus ojos ves a campesinos de Aguas Blancas masacrados;
lees los asesinatos de periodistas con cinismo.
En tu conciencia roja, manchada, ejecutas a Tlatlaya,
no te dejan dormir los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa;
te jalan las patas los héroes de Nochixtlán.
Eres el último carroñero de esta raza humana,
quizás una de las bestias apocalípticas
de horrorosos y de múltiples facetas.
¿Te incomodan las acepciones?
Eres y representas el oprobio de nuestro pueblo.
Ya, al final de tus días llorosos
no habrá pompas fúnebres de proletarios,
sino proezas a los revolucionarios de los pueblos con historia.
¿Cuántos combatientes supurando en las trincheras,
ven los videntes desde la fenomenología?
Por los pueblos de México corre un río cruento,
pero allí se gestan las semillas con clara y yema hasta el infinito.
Que salgan las ideas libertarias de antaño,
que se escuche el estruendo antiimperialista por doquier,
que se fructifiquen las guezas de nuestros pueblos,
que el ideario de unión permanezca para siempre
hasta ver caer este sistema altamente rapaz en la tierra.
Jaime A. Aparicio R.
Tijuana, B. C.