Con la mirada perdida
mientras se frota las manos,
se ha quedado esa mujer
recordando viejos tiempos.
No tiene techo ni abrigo
y este día está muy sola,
bajo el bello azul celeste,
las estrellas y la luna.
Andrajos son su vestido
y descalza lleva el alma,
se desangra el corazón
mientras triste llora el cielo.
Se alimenta con desechos
que para ella son manjares,
y se baña cuando llueve
como las flores del campo.
Se va oscureciendo el día
para sus cansados ojos,
y se pierden de su mente
bellos momentos vividos.
Ya su pelo luce gris
y arrugas hay en su rostro,
la gente pasa a su lado
como si fuera invisible.
Nadie comprende el dolor
que atormenta su alma buena,
y la miran sin mirarla
sin tenerle compasión.
Ha perdido su familia
y sus amigos también,
sola camina en la calle
hasta que llega el final.
Lourdes P. Cabral
San Diego, California
Noviembre, 2017