En ciertos momentos de reflexión me cuestiono sobre la verdadera relevancia de la política en los mexicanos, ¿hemos sobredimensionado los asuntos políticos por encima de aquellos que verdaderamente nos debiéramos de preocupar?
Estoy seguro que de los políticos se deriva gran parte de nuestros males, pero, ¿no será que nosotros mismos hacemos que todo gire sobre eso? Me explico de una mejor manera. Históricamente hemos sido un país donde apostamos en gran medida a lo que los gobiernos hagan o dejen de hacer; en las comunidades más pobres del país prácticamente viven de los apoyos gubernamentales por infinidad de razones, principalmente la falta de oportunidades ante una educación y manejo económico desigual. Pero parece que en el corto plazo no habrá de otra. Los gobiernos desafortunadamente se han convertido en el proveedor de esperanza de vida, ya parece un asunto de “uso y costumbre” difícil de erradicar.
Se ha vuelto tan relevante la política que hoy en día, el principal factor de riesgo económico es justamente la incertidumbre política, según el Banco de México, máxime que los mexicanos acudiremos en 2018 a elegir una gran cantidad de funcionarios públicos, empezando por el Presidente(a) de la República. El mismo INE ha llamado a los comicios del próximo año como “la elección más grande de la historia”. El trabajo logístico y organizacional será todo un reto.
Otro de los temas que más nos detiene y atrasa es la corrupción. He insistido en este espacio que la corrupción está presente en gran parte de nuestra vida cotidiana, desde los políticos, pasando por empresarios, así como ciudadanos convencionales.
Escucho en los analistas y líderes de opinión que generalmente se refieren a factores como la inseguridad y atraso económico, como los principales inhibidores del desarrollo del país. No hay forma de no coincidir, pero también estoy seguro que el término corrupción debe ser colocado como el tercer factor de relevancia e importancia que frena nuestro impulso de crecimiento.
Las instituciones de seguridad y procuración de justicia, principalmente las estatales y municipales, son quienes se llevan el nada honroso primer lugar como las más corruptas, seguidos muy de cerca por los partidos políticos y sus dirigentes. El costo económico para el país por asuntos relacionados con la corrupción, se calcula entre un 5% y 10% del PIB anual.
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Según el Banco de México, existe además de la incertidumbre política y la creciente corrupción, otra gran preocupación: la inseguridad.
Todos los días sucede un hecho de terror relacionado con la inseguridad. Los ciudadanos nos sentimos cada vez más expuestos a la delincuencia. Robos, asaltos, secuestros, violaciones y demás delitos que están más cerca de nosotros. La zozobra ya se arraigó y apoderó de los mexicanos, así vivamos en Tijuana, Ciudad de México o Chiapas.
Además, una vez que sucede el delito, lo que más lastima es la impunidad. En México, los delitos que no se castigan andan alrededor del 95%.
En conclusión, tenemos tres grandes problemas: la inseguridad que no parece tener solución, al contrario, el pronóstico es que se agudizará, en el caso de la corrupción mucho menos, ya que son los propios políticos quien hacen leyes a modo para evadir cualquier responsabilidad. Y, por último, en el caso de la incertidumbre política en un país donde todos desconfiamos de todos, enfrentaremos el reto más difícil en la historia de México, que es la elección presidencial próxima.
De los políticos y de las instituciones electorales dependerá que este factor de riesgo disminuya su potencial peligro o de lo contrario, las consecuencias serán devastadoras para el futuro de las siguientes generaciones.
Alejandro Caso Niebla es consultor en políticas públicas, comunicación y campañas; se ha desempeñado como vocero en la Secretaría de Hacienda y Secretaría de Desarrollo Social en el Gobierno Federal, así como Director de medios en la Presidencia de la República. También fungió como Director de Comunicación Social en el Gobierno del Estado de Baja California. @CasoAlejandro