En el penúltimo día de actividades del XV Festival de Literatura en el Norte (Felino), el viernes 10 de noviembre, Roberto Pliego, Jorge Ortega, Víctor Barrera, Mónica Maristain e Imanol Caneyada haciendo de moderador, dialogaron en torno a la mesa titulada “Los desafíos de la crítica literaria en México”.
Ante un centenar de asistentes en la Sala Federico Campbell del Centro Cultural Tijuana (CECUT), tanto autores participantes en Felino como público en general, Imanol Caneyada planteó, para empezar, como contexto “el paulatino cierre de los espacios de periodismo cultural en donde vive la crítica literaria” y, por otra parte, la profusión de espacios de los llamados alternativos sobre todo digitales como blogs, Youtube, Facebook, “todos estos espacios donde han surgido críticos literarios que recomiendan lecturas”, e inmediatamente lazó la pregunta a los involucrados en la mesa: ¿cuál es el diagnóstico de la crítica literatura en este momento en México?
La reportera y editora en el portal SinEmbargo, Mónica Maristain, consideró al hacer uso del micrófono: “Por supuesto, no soy crítica, pero por otro lado hay falta de espacios para difundir las obras literarias, no creo que haya más espacios ni en los suplementos literarios, ni siquiera en los blogs, ni siquiera en estas cosas de la tecnología, me parece que hay recomendaciones pero no hay divulgación; por lo tanto no creo que tampoco haya crítica, me parece que primero tiene que haber una gran divulgación de los libros, luego una crítica, y me parece que falta bastante”.
El mexicalense Jorge Ortega, doctor en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de Barcelona, expresó desde su quehacer y visión como poeta y ensayista: “En cuanto al tipo de crítica o de trabajo analítico que desarrollo que tiene que ver más que nada con el género de la poesía, y si bien el cuento o la novela en la medida que los espacios para el periodismo cultural se han ido reduciendo en medios impresos, pues con mayor el de la poesía, que es un género hasta cierto punto marginal, creo que la crítica de la poesía sí se ejerce poco, eventualmente y en algunos suplementos, en algunas revistas, pero sí es una especie en peligro de extinción”.
En su turno, el editor del suplemento Laberinto de Milenio, Roberto Pliego, propuso una versión de crítico literario dispuesto al combate y, sobre todo, diálogo:
“Creo que la crítica literaria tiene que ejercerse primeramente como un combate, no puede haber un crítico literario que no esté dispuesto a pelear, que no sepa pelear, eso quiere decir tener argumentos, tener ideas, tener buenas palabras. Creo que la crítica literaria tiene que ver con esa lectura del presente que muchos medios han desdeñado, y creo que la crítica literaria, además de la belicosidad, tiene que ver con la conversación: la crítica no es desdeño, la crítica es una invitación a conversar, a dialogar, a poner ideas quizá contrarias y sentarnos a la mesa, creo que eso es para mí la crítica literaria”.
Entonces, Imanol Caneyada, autor de la novela ‘Hotel de arraigo’ (Suma de Letras, 2015) con la que ganó el Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares 2015, propuso a los panelistas que se expresaran en torno a la sospecha de que “una de las acusaciones que se le ha hecho a la crítica literaria en México es que ha respondido durante mucho tiempo a camarillas, a grupos de interés, a ciertos sectores de poder, a editoriales. La primera pregunta, a partir de esta crítica a los críticos, sería si esto es cierto y si esto ha influido para que se haya convertido en un género en vías de extensión”:
“Yo creo que sí hay muchísimas camarillas –intervino Mónica Maristain-. Hace poco tomó la Revista de la UNAM Guadalupe Nettel, y uno dice: ‘Uh, genial, porque la anterior era terrible’. Y ella trajo a su misma crítica, tal es así que el libro de Cristina Rivera Garza en homenaje o no a Rulfo (‘Había mucha neblina o humo o no sé qué’, Literatura Random House, 2016) tuvo casi toda la revista en defensa y no hubo una sola que dijera: ‘no, pero es un libro mediano’; digo, a mí no me gustó, pero más allá de que me gustó o no, es un libro que agrega y poco a la obra de Rulfo, digamos, discute alrededor, alguna gente le gusta, pero hay muchísimas camarillas, por eso no creo hacer crítica literaria, porque también yo debo tener mis propias camarillas”.
Víctor Barrera, escritor, ensayista y crítico literario, doctor en Literatura Hispanoamericana y maestro en Teoría Literaria por la Universidad de Chile, manifestó que “lo que me parece importante es la emisión de un juicio, el dar la cara, el exponer, el argumentar, si me gusta o no por qué, es decir, establecer una suerte de diálogo crítico y evitar digamos el pontificado, también; porque uno tiene que estar reconociendo sus limitaciones, desde dónde estoy leyendo, con quién estoy trabajando, qué me interesa discutir y saber que estoy lanzando una primera piedra y esperando que se regrese; entonces, al menos yo así veo la crítica literaria: como una serie de diálogo que tiene que ir más allá de lo monográfico, de la relación subordinada a una obra o un autor específico”.
El autor de “Guía de forasteros” (Bonobos, Conaculta, 2014), Jorge Ortega, aportó: “Yo pienso que, al menos en el ámbito de la poesía, el nivel de influencia que puede generar un crítico en ese género es prácticamente insignificante, al menos en un contexto global; o sea, en cuanto al nivel de injerencia que pueda tener su opinión en el mercado editorial mexicano; sin embargo, sí creo que ya dentro del gremio muy específico de los poetas, esa poca crítica de poesía que pueda haber sí puede de algún modo u otro contribuir a construir ciertos prestigios o a legitimar a una tendencia o una corriente en el contexto de nuestros días”.
“Sin embargo –argumentó el poeta mexicalense Jorge Ortega-, creo que la poca crítica de poesía que se hace más que tener que ver con juicios de valor sobre novedades editoriales tiene que ver más con un trabajo de análisis, con un trabajo de fondo que se hace sobre el género; y en ese sentido creo que la crítica de poesía en México se aproxima más al lenguaje del ensayo que al lenguaje de la crítica; o sea, está más cerca, por así decir, de la literatura que del periodismo literario o del periodismo cultural, y por eso mismo creo que en buena medida la crítica de poesía es en el fondo en México el ensayo sobre poesía, es un trabajo más de mediano y largo aliento que sobre todo haya cabida en revistas más que en suplementos por razones de disponibilidad de espacio”.
Finalmente, el autor de “101 preguntas para ser culto” (Grijalbo, 2007), Roberto Pliego, sentenció sobre la diferencia entre crítica y ensayo literarios:
“Yo sí haría una distinción entre el ensayo literario -ese ensayo de largo aliento que mira con una perspectiva muy amplia-, y la crítica literaria que creo que es exclusivamente un género periodístico, que es al botepronto, porque es la inmediatez y es registro crítico de un libro, de un momento, y lo demás lo dejo a ese gran mundo envidiable que es el ensayo”.