Tienen su primera cita en el campo. Mariposas vuelan entre las flores y una parvada de pajaritos gorjea entre las ramas de los almendros. La mira con el corazón rebosante de amor. Le toma la mano y al acercarla a sus labios, le brinda un beso cálido que la conmueve.
Ella llega antes que él y se detiene a la sombra de un almendro. Este luce hermoso, cubierto de flores y bañado por la caricia del sol. Su mirada fija y una sonrisa tímida en los labios. Le tiembla la barbilla, quizá por la emoción. Finalmente está cerca de su amado quien la mira con ojos llenos de amor y gran ternura.
La estrecha en sus brazos suavemente. Un suspiro brota del pecho de la joven, mientras unen sus labios en un beso sublime. Se estremece la piel de ambos.
-Te amo con toda el alma -le dice él al oído.
-¿Cómo puedes quererme, si no puedo ver la mirada en tus ojos? -pregunta ella mientras una lágrima rueda por su mejilla. Él la enjuga con sus labios.
-¡Te amo! -le repite. Ella cierra los ojos. Él la oprime contra su pecho besando su frente. Para amar no hace falta ver con los ojos, sino con el corazón y el alma.
Lourdes P. Cabral
De su libro “Confesiones de Amor en Secreto”
San Diego, California