Cuando Diane Feinstein fue elegida por primera vez al Senado de los Estados Unidos, en 1992, California era mayormente republicano. Los anglos dominaban en cuanto a la población, y el poder político y el centrismo político de Feinstein era cómodo para los electores. Desde entonces, Feinstein ha sido reelegida cinco veces. La semana pasada, anunció que quiere postularse otra vez. Sin embargo, hoy en día, California es uno de los estados más democráticos de los Estados Unidos, comúnmente llamado “un estado unipartidario”, dada la debilidad del partido republicano en el Estado.
Cuando Feinstein anunció que iba a postularse otra vez, su victoria parecía segura. Ningún republicano tenía chance. Pero el domingo, el presidente del Senado del Estado de California, Kevin de León, informalmente anunció que se postularía en contra de Feinstein, en el partido democrático. Iniciativa muy audaz.
El equipo de Feinstein descartó la propuesta del senador De León, notando que, bajo límites de términos del Estado, el senador tiene que dejar su puesto en California dentro de los próximos tres años. Es verdad, así como también lo es que De León no sea tan conocido a nivel nacional como Feinstein, pero ha compilado un record sólido en políticas del Estado de California. Progresivo en la mayoría de las áreas -pero con una actitud particularmente generosa hacia los inmigrantes indocumentados- De León ha trabajado bien con el gobernador Brown. El patrón emergente es que De León empuje hacia un enfoque de izquierda, mientras que el gobernador Brown gradualmente lo lleve hacia el centro político.
En política, De León seguramente tiene el gravitas para hacer el trabajo, aunque su servidor piensa que su empatía hacia los indocumentados no necesariamente le hará bien en una elección general que sobrepasa el Senado Estatal, por el distrito de Los Ángeles, de donde es De León y donde radican muchos inmigrantes. Para convertirse en el senador de California para Washington, De León necesita una visión intelectualmente coherente de política migratoria, más que solamente una empatía hacia los indocumentados -aunque sea noble- (De León ha notado que tiene familiares que fueron ilegales por muchos años y que su experiencia directa con este tema sería bienvenida para oficiales federales, tomando decisiones congresionales sobre política migratoria).
La verdadera pregunta en esta elección es qué tan al día está la senadora Feinstein con la California de hoy. Mucho ha ocurrido desde 1992. Entre 1980 y 2000, la población de las comunidades hispánicas y asiáticas se ha duplicado como porcentaje de la población del Estado. Los hispánicos de 16 a 32 por ciento y asiáticos de 5 a 11 por ciento. California oficialmente se convirtió en un Estado mayormente minoritario, en el 2000, con más minoridades que anglos. Hoy en día, los anglos que han sido el corazón de los electores de Feinstein que representan el 40 por ciento de la población. (Aunque la mayoría de los electores en California siguen siendo anglos porque muchos latinos no pueden o no quieren votar).
Pero muchos anglos están descontentos con Feinstein, pues no ha trabajado de manera más agresiva en contra de Trump. De León tiene una ventaja aquí. Feinstein se está convirtiendo en una figura del pasado anglosajón democrático de California, con una fortuna de más de 70 millones de dólares, es una de las senadoras más ricas de los Estados Unidos. Culturalmente latino y el hijo ilegítimo de un habitante indocumentado de Los Ángeles y de una pobre madre soltera inmigrante que lo crió, De León no podría ser más diferente de la patricia Feinstein.
La inmigración hacia California ha cambiado el Estado, en los años en que Feinstein empezó a ser senadora. La elección al Senado de Kamala Harris, en el 2016, rompió la barrera de color en contra de los afroamericanos; ¿será que Kevin de León será el primer senador latino en California? Esto sería revolucionario. Ocurrirá en algún punto, dado los cambios en el perfil demográfico del Estado. La pregunta es cuándo -y por el momento será si De León liderará este movimiento-.
Andrew S.E. Erickson es un orgulloso ex residente de Tijuana, ex diplomático de los Estados Unidos, con Maestría del Colegio Nacional de Guerra, y un fuerte creyente de la importancia de las buenas relaciones entre mexicanos y estadounidenses.
