La estampa de la Virgen de Guadalupe como joya textil del legendario rockero, una bandera mexicana ondeando sobre el escenario en los brazos de Alex Lora y un danzante azteca que irrumpió la primera parte del listado de canciones, fueron parte de los íconos que enmarcaron parte de lo que ofreció el Festival de Octubre, organizado por el Instituto de Cultura de Baja California (ICBC).
En las inmediaciones del Parque Estatal Morelos, El Tri protagonizó una jornada rockera el viernes 20 de octubre, en Tijuana, y al día siguiente en El Fex, en la Capital bajacaliforniana, hasta donde llegó toda la maquinaria de una leyenda musical mexicana que aprovechó para celebrar 49 años de sobrevivencia en la industria de la música, de subsistir en resistencia al gobierno y la satanización del rock, de alzar su voz para denunciar y cobijar las historias más dolorosas de la vida urbana.
“Triste Canción”, “Pobre Soñador”, “A.D.O.”, “Cuando Tú No Estás” y “Las Piedras Rodantes”, fueron algunas de las interpretaciones que Lora trajo a la realidad de poco más de 7 mil melómanos que se apostaron a la par del Bulevar Insurgentes, lugar en el que El Tri presentó melodías de reciente hornear, entre las que destacaron “Trump”, “Hasta Siempre Muñeco” y “El Gasolinazo”, entre otras que extrajo de su álbum número 50: “Nacimos para Rodar y me Vale Madres”.
Molesto con un par de jóvenes que protagonizaron una pelea entre el público, Lora recurrió a las autoridades para retirarlos, por entorpecer la sana y rockera convivencia sin alcohol que ahí se vivió el pasado fin de semana, donde niños, adolescentes, jóvenes y adultos de diversas generaciones ovacionaron temas como “Todo por el Rocanrol”, “Metro Balderas”, “Todo me Sale Mal”, “Parece Fácil”, “El Niño sin Amor”, “Mente Rockera” y “La Raza Más Chida”.
Acompañado por un séquito de músicos en guitarras, bajo, batería y armónica, Alex Lora dejó huella en el rostro de una noche cálida, avivada por la trayectoria de un músico cronista urbano que ha desdibujado la realidad mexicana en el último medio centenario, en el que suma una amplia discografía que sigue vigente no solo en las mentes, sino en el día a día, al que le canta con sentimiento y vigor.
Siempre cerca de Chela Lora, a quien llama su “domadora”, el rockero, atrapado en ropaje de piel oscura con estoperoles y de botines negros, se despidió de un conglomerado que atestiguó los detalles en la pantalla de leds, el espectáculo de luces de color y la esencia de un género que llegó para la posteridad.