Divertida pero por momentos conmovedora, la obra “El Padre” satisfizo al público que vivió intensamente la historia de Andrés, un hombre que comienza a perder la memoria entre los vaivenes de un cuerpo ya cansado, agotado por la edad, cuyo personaje principal recae en Ignacio López Tarso, mismo que se robó el corazón y ganó los aplausos de un público que lo ovacionó de pie al término de la primera de dos funciones que ofrece en el Sala de Espectáculos del CECUT.
Original de Florian Zeller, “El Padre” cuenta la historia de Andrés, un hombre de edad avanzada cuyo dilema es no saber dónde quedó su reloj, escondiéndolo por la casa, mientras su mente juega con su entorno, en el que se expresa preocupado por la pérdida de las cosas, y la añoranza de una hija que nunca supo que sufrió un accidente.
Desconectado por instantes del tiempo y el espacio, la memoria de Andrés que por momento pareciera estar totalmente lúcido, le juega malos momentos al confundirse con la hija, el marido de ésta, que a la vez es un enfermero, o bien el novio que se la lleva lejos de él.
Al Padre, le gusta hacer rabietas, repite mucho las cosas, recuerda con añoranza a Elisa, su hija predilecta y le recrimina a Ana que es igualita a su madre.
Así, entre el humor e ironía, la trama va tomando camino, en el que el delirio de pérdida, la utopía, el sentirse que le roban, entre otras situaciones, se suma la exigencia de este con Ana para que le resuelva dónde está Elisa, a quien amaba porque tenía la virtud de dejarlo en paz.
“Es una obra que ha gustado mucho, que al principio es muy divertida, pero luego se vuelve dramática, sentimental y tierna”, expresaría hace dos semanas en entrevista vía telefónica a ZETA el primer actor. Y tenía razón, entre las risas de un público que llenó la primera función en el CECUT, al suspiro, tristeza y asombro de sus caras, al ver cómo iba cambiando el entorno de Andrés de sentirse protegido en una casa que creía que era suya, a pasar el resto de sus días en una casa de retiro, lejos de su hija, completamente solo.
“(Trata) De un enfermo, de un hombre mayor de 80 años, más o menos de mi edad -yo tengo 92 años-, y vemos cómo en muy poco tiempo se deteriora mucho y lo que al principio es gracioso, porque es una obra muy divertida, al final es muy trágico y triste. Es un personaje muy bueno, muy bien escrito”, que López Tarso interpretó magistralmente, puesto que él está en el escenario en todo el desarrollo de la obra. Un actor que se le vio fuerte, divertido, mostrando su trabajo actoral de tantos años y demostrando que a su edad, puede interpretar con calidad y dignidad un gran personaje como lo es Andrés.
El punto de partida es el deterioro de la mente a raíz de la edad, tema que pocas veces se quiere tocar, donde la imaginación juega malas pasadas, confunde y a la vez confronta.
Casi al final de sus días y al ver que se quedará solo en un lugar que no le gusta y que no desea expresa: “Tengo la impresión de que ya se me están acabando mis hojas… ya no sé dónde debo detenerme”, y se suelta a llorar.
Con la participación de Erika Buenfil, Sergio Basáñez, Lisardo, Lucero Lander y Adriana Nieto, “El Padre” muestra a un ser de ideas contradictorias y cambiantes, cuyos diálogos por momentos confundieron al espectador y lo llevaron por momentos de diversión, pasando por la angustia y drama.