La destrucción del legado.
Siguiendo esta ocasional vez, amables lectores, sobre el centro turístico y luego el escolar de Agua Caliente. A pesar de la depresión mundial iniciada en Europa, en febrero de 1929, y que alcanzó ese octubre a EE.UU., el casino no decaía y dejaba una balanza comercial a favor de Tijuana y México, pero éste no operó ni una década.
Cuando Franklin D. Roosevelt salió electo en Estados Unidos, se revocó la Ley seca (en 1934). Al mismo tiempo, Lázaro Cárdenas estaba traicionando y defenestrando a Plutarco Elías Calles como jefe máximo del PRI (entonces denominado PNR) al igual que al amigo de ese, Abelardo L. Rodríguez (y socio en un 25% del casino, a quien a la fecha siguen pretendiendo difamar de narco presidente). Decretó el 20 de julio de 1935, la prohibición de juegos de azar (aunque el señor Cárdenas en nada protegió que se traficara la explotación de mujeres en la Zona Norte).
Aun así, hotel, restaurantes, las tiendas de lujo y baños termales siguieron operando, aunque ya sin Abelardo Rodríguez. Al enterarse el señor Cárdenas que seguía siendo digno negocio, emberrinchado, en 1937, mandó cerrar y arruinar también a estos. Aumentó la tropa, entre los que estaba Juan Castillo Morales, el tal “Juan Soldado”, que con otros dos compinches, a quienes encubrió, secuestraron, violaron y martirizaron a una niña de ocho años. Para taparlo, Lázaro hizo que lo ejecutaran por “Ley fuga”. Si todo esto se te hace indignante, gentil lector, búscalo y verifícalo.
Así hubo un botín, fue quemada la comandancia y la gente, por coraje contra Lázaro Cárdenas, vio en el perverso Juan a una víctima en vez de a un criminal; de ahí surgió que unos le empezaran a decir santo. Historia triste que solo pocos tijuanenses hemos oído como sucedió en verdad. Entonces había menos de 20 mil habitantes, cuando hoy rebasan los dos millones, de los cuales pocos somos de Tijuana y poquísimos sabemos la realidad obviamente ignorada (estadísticamente, el 99%) y esta historia verdadera aturde al resto. Los tiempos han transcurrido y la vida ha mudado.
Total, después, Lázaro Cárdenas junto con uno de sus compañeros, pretendió hacer negocios con el ex casino, pero fracasó rotundamente. Por lo cual no fue sino hasta cuatro años después de arruinar y saquear el casino y ya no poder dañar y difamar más a Tijuana, que de plano mutiló, cercenó y repartió los inmensos terrenos -unos para sus “compas”, otros al hipódromo, el club Campestre, etc.- dejando solo el pequeño rincón de terreno donde se habilitó la escuela secundaria (inicialmente como internado), dotada de un presupuesto mínimo.
Se trató sin duda de un plan pensado para beneficio particular antes que público. Ni las áreas verdes nos dejaron. Por otro lado, la secundaria e internado funcionó con modestos presupuestos durante los 40’s.
Fue hasta los 50’s, al inicio del Milagro Mexicano que se trasladó la secundaria que estaba en la escuela Martínez y se dotó más presupuesto para la “Poli” de Agua Caliente, para el bien de Tijuana que ha enseñado a tijuanenses y compañeros de Rosarito, Tecate y Ensenada. Igual, después se instalarían las hermanas secundarias nocturnas, Técnica 24, la vocacional (hoy en Otay, que es el Tecnológico) y la preparatoria Federal. Así es la historia de las instalaciones del casino que no dejan de ser imborrables para quienes después nos tocó vivirla.
Esto último nadie me lo cuenta, sin más detalles lo narro en primera persona. La SEP envió del sur más profesores. En tercero de secundaria, de 1966 a 1967, tuve un docente adulador de Cárdenas (casi le quemaba incienso); en una clase se puso a increpar a Tijuana y al casino de ser unas vergüenzas. Yo sorprendido, me atreví a decirle, de plano (y claro, controlado, siendo solo un adolescente de 14 años), que ni conocía acerca de lo que hablaba y que dejara de estar insultando a mi Tijuana. A los pocos años, durante el echeverrismo, por 1971, los cardenistas tercos (así como el recién madruguete a la vieja comandancia y edificio de bomberos) demolieron las construcciones históricas del complejo Agua Caliente -salones, dirección, etc.- sustituyéndolas por las insípidas instalaciones que son hoy. No pudieron ser conservadas por la minoría de tijuanenses sabedores de nuestra historia. Amablemente. Concluirá.
José Luis Haupt Gómez
Tijuana, B. C.