Aprovechando el mal humor social por las desgracias consecutivas que nos han azotado, se ha intentado a toda costa incitar a la población para que linche a su democracia, por cara e inoperante, calificativos justos, pero tramposos por el objetivo que persiguen. El PRI-gobierno, partido del Presidente Peña, arrinconado por el desprecio popular; fracasado en su intento por sofocar la solidaridad del voluntariado ciudadano; militarizando el rescate; sobre las rodillas, ha trazado la ruta de su resurrección, replicando la estrategia del ladrón que a punto de ser linchado por una multitud irracional, la distrae gritando a todo viento “el ladrón, el ladrón, agarren al ladrón”, con su dedo índice apuntando a los partidos; y más concretamente al despilfarro de los recursos públicos que estos hacen.
La idea se las dio Andrés Manuel López Obrador, quien oportuno y sensible como siempre, desde los primeros temblores ofreció el 20% de los recursos públicos destinados al funcionamiento del partido que preside, para que se utilicen en asistir a los damnificados. El PRI, después de descalificar la iniciativa obradorista y de obligar a la autoridad electoral a prohibirla, se puso a idear la forma más eficaz de hacer daño a su némesis, el peje, y resolvió que siempre sí, pero que todo, nada del 20%, había que aprobar la cancelación del financiamiento público a los partidos. Para ello, comisionó al consejero presidente del INE para que diera la cara y aceptara la viabilidad de la contra propuesta tricolor. Las redes rugieron, impulsadas por los pocos priistas que todavía daban la cara.
Desde hace tiempo, el imaginario colectivo se ha dado cuenta de que nos hemos convertido en una partidocracia corrupta, holgazana, cómplice y despilfarradora a costillas del presupuesto público. Sin alabanzas al tricolor, los mexicanos han respondido positivamente a su iniciativa, provocando que los demás actores políticos secunden y eleven la apuesta, retando al gobierno a la austeridad que tanto le repulsa. Parece no existir espacio para la seriedad. Son tiempos de competencia electoral y la demagogia es el cultivo de temporada.
En México, el financiamiento público de los partidos es reciente, tanto como las elecciones competidas en nuestra todavía inacabada democracia; su implementación fue criptonita para que, después del 88, el blindaje del partido de Estado cediera; antes de ello, el PRI era invencible porque era el único partido con carretadas de dinero, publico e ilegal, claro, pero dinero; además porque tenían el sartén por el mango para castigar a toda empresa que osara contribuir económicamente a alguna campaña opositora. Las prolongadas crisis económicas y la corrupción desatada en el sexenio de López Portillo, hicieron que en algunos lugares del país, sin dinero, pero con mucha causa y una sociedad irritada, la oposición ganara elecciones locales que se enfrentaban a la última defensa del régimen, el fraude, pero el PRI-gobierno parecían conservar el control sobre el 99% del territorio nacional, blindado por una cultura nacional de mansedumbre y dependencia emocional ciudadana. La gente no concebía gobernando a nadie que no fuera del PRI.
El terremoto del 85 rompió ese esquema, pues ante la inoperancia, desprecio y soberbia gubernamental, demostrada después de la gran tragedia, el pueblo chilango había dado ejemplo de madurez, enfrentando la situación mediante la organización ciudadana. Con ello, los ciudadanos mexicanos se empoderaron y descubrieron, en medio del polvo y los lamentos, que unidos eran más fuertes que el gobierno. Nos emancipamos de la forma más trágica.
Aunque el fraude impidió que el PRI abandonara el Palacio Nacional, el empoderamiento ciudadano era irreversible. Las reformas políticas se sucedieron todas, utilizando el financiamiento público a los partidos y la penalización de apoyos gubernamentales ilegales, como armas mortales que arrancaban al priiato, elección tras elección, espacios de poder territorial por toda la nación.
Continuará.
Jesús Alejandro Ruiz Uribe es Doctor en Derecho Constitucional, ex diputado local, rector del Centro Universitario de Tijuana en el estado de Sonora y coordinador estatal de Ciudadanos Construyendo el Cambio, A.C. Correo: chuchoruizuribe@gmail.com