Aquí mismo se publicó, en la última edición, cómo el intermediario de José Antonio Perroni Lutteroth, en un tema de cabildeo gubernamental y judicial para salir avante de denuncias por parte del Club Campestre de Tijuana, había sido el coordinador de los regidores del Partido Acción Nacional en el Cabildo, Arnulfo Guerrero. Que ello le había valido ser declarado persona non grata en el deportivo Campestre, y que además había utilizado las relaciones con Raúl Felipe Luévano, secretario del Ayuntamiento, para avanzar en el caso. Pero nada, al igual que el club, Luévano se desmarcó inmediatamente de cualquier relación que le pueda ligar al cabildeo extraoficial de Guerrero. Dicen que casi, casi dijo “ni Dios lo mande”, al tiempo que aclaró que su relación era estrictamente de secretario a regidor, sin actividades extraoficiales lucrativas de por medio. Solo falta que así como al “Fufo” le cerraron las puertas del Campestre, le cierren otras…