El Instituto Nobel Noruego y el Comité Nobel Noruego eligieron como destinatario del Premio Nobel de la Paz del 2017, a la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN, por sus siglas en inglés), “por su trabajo para llamar la atención sobre las consecuencias humanitarias y catastróficas de cualquier uso de las armas nucleares y por sus esfuerzos innovadores para lograr una prohibición basada en tratados de tales armas”.
La organización internacional que agrupa a ONG’s de más de un centenar de países “ha sido una fuerza impulsora para que las naciones del mundo se comprometan a cooperar con todas las partes interesadas en los esfuerzos por estigmatizar, prohibir y eliminar las armas nucleares. Hasta la fecha, 108 Estados han hecho tal compromiso, conocido como el Compromiso Humanitario”, señaló el Comité del Nobel.
La organización internacional que se impuso sobre otros 318 candidatos y que recibirá el premio el próximo 10 de diciembre, durante una ceremonia en Oslo, “ha sido el principal actor de la sociedad civil en el empeño por lograr una prohibición de las armas nucleares en virtud del derecho internacional”.
“El 7 de julio de 2017, 122 Estados miembros de la ONU se adhirieron al Tratado sobre la prohibición de las armas nucleares. Tan pronto como el tratado haya sido ratificado por 50 estados, la prohibición de las armas nucleares entrará en vigor y será vinculante en virtud del derecho internacional para todos los países que sean parte en el tratado”, dijo Berit Reiss-Andersen, presidenta del Comité Nobel Noruego en un discurso.
Reiss-Andersen llamó a toda la comunidad internacional, pero en particular a los países que poseen armas nucleares, hayan firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, China, Rusia) o no (India, Pakistán, Corea del Norte, Israel), para que inicien “negociaciones serias con miras a la eliminación gradual, equilibrada y cuidadosamente controlada de las casi 15 mil armas nucleares en el mundo”.
Desde Oslo, la presidenta del Comité Nobel Noruego subrayó que este premio “no es controvertido”, ni se dirige al presidente estadounidense, Donald Trump, quien se apresta a renegociar el Acuerdo Nuclear con Irán. Sin embargo, reconoció la oportuna coincidencia con la escalada de tensión nuclear en Corea del Norte, tal y como se mencionó en su discurso.
Por su parte, la sueca Beatrice Fihn, presidenta del ICAN, afirmó que además de “ser un gran honor”, recibir el premio Nobel de la Paz “es un tributo a los incansables esfuerzos de muchos millones de activistas y ciudadanos preocupados en todo el mundo que, desde el comienzo de la era atómica, ha protestado enérgicamente contra las armas nucleares”, así como un homenaje a “los supervivientes de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki y a las víctimas de las explosiones de las pruebas nucleares en todo el mundo”.
Fihn consideró que la presidencia del estadounidense Trump “pone de relieve” el riesgo nuclear en el mundo ya que a mucha gente le preocupa “que pueda autorizar por sí solo el uso de las armas nucleares”. “El desarme no es un deseo, sino una urgente necesidad humana”, dijo y reiteró que “el fantasma de un conflicto nuclear” acecha de nuevo. “Si alguna vez ha habido un momento en que las naciones deben declarar un rechazo claro a las armas nucleares, es ahora”.
Según el diario español El Mundo, el ICAN, fue fundado en el 2007, en Viena, durante una conferencia internacional sobre el tratado de no proliferación nuclear. La Campaña cuenta con un presupuesto anual de 1.2 millones de francos suizos (aproximadamente un millón de euros) y funciona gracias a las ayudas financieras de varios gobiernos, como el noruego, el suizo o el holandés, así como la Santa Sede, además de donaciones privadas y de fundaciones.