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viernes, febrero 16, 2024
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Añoranzas de mi vida en Tijuana

Soy nativo y residente de esta hermosa y progresista ciudad de Tijuana, y quiero compartir contigo, algunas de mis experiencias de las que he sido testigo. Platicarte a grandes rasgos algunos de los cambios que han ido transformando nuestra ciudad y cómo forma parte de nuestra historia o de lo que fue nuestra forma cotidiana de vivir.

Tengo 66 años de edad y creo que para muchos es conocido el hecho de que en la década de los 60’s y anteriores, con una población siempre flotante de unos 300 mil habitantes en promedio, podías dejar tu carro abierto, estacionado en la calle, con las llaves en el encendido y nadie te lo robaba. Asimismo, tu casa sin rejas en las ventanas, sin cámaras de video ni alarmas porque casi no había robos y por lo mismo, los seguros contra robo eran más baratos que al día de hoy.


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La delincuencia claro que existía, pero menos que en la actualidad. Por ejemplo, cuando ocurría un asesinato, la prensa lo publicaba en primera plana a ocho columnas y letra grande color rojo, por el gran impacto y preocupación que causaba en la sociedad.

Por otro lado, las empresas y el comercio gozaron de grandes beneficios de la Zona Libre. La economía se manejaba en dólares y muchos visitantes, un poco despistados, preguntaban si Tijuana pertenecía a Estados Unidos. Y así se siguió manejando hasta 1976, por la devaluación del peso mexicano y entonces empezó a circular la moneda nacional.

Muchísimos negocios de la Av. Revolución estaban abiertas las 24 horas, como cantinas, licorerías, curiosidades, centros nocturnos y restaurantes, por mencionar algunos. Todos ellos con una gran afluencia turística, en especial los fines de semana y días festivos. Fue bien llamada “La época de oro en Tijuana”. Quién no recuerda la cantina “La Ballena”, la discoteca “Mike’s”, restaurantes “La Especial” y “Chiki jai” y el frontón del Jai Alai, el Toreo de Tijuana, así como el Hipódromo de Agua Caliente.


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Entonces, ya de tiempo atrás, muchas personas muy conservadoras y puritanas empezaron a criticar mucho a Tijuana, la consideraron una ciudad de “pecado y perdición”, la Sodoma y Gomorra de los tiempos bíblicos. Y todavía tenemos ese estigma, principalmente de personas del interior de la República, aunque poco a poco se ha ido erradicando.

Los casos de adicción a las drogas y el alcohol no eran alarmantes como lo son hoy. Contábamos con mayor respeto a las personas mayores, éramos más caballerosos con las mujeres, así como también se cedía el paso al peatón y se respetaba el reglamento de tránsito.

Bonitos recuerdos de los bailes, las tardeadas de escuelas secundarias, preparatorias o de clubes sociales en elegantes salones y con música en vivo para después, asistir a comer tacos o tortas en “El Turco”, “El Pulpo” o “El Rey” y llegar tranquilamente de madrugada a nuestros hogares. Por otro lado, ¡qué gran ambiente deportivo! con los equipos de beisbol en sus diferentes ligas, en los campos Benito Juárez, de la Zona Norte; Ángel Camarena y Romero Manzo, en lo que es hoy el canal del Río. Mucha afición también en el basquetbol, con el equipo Dragones de Tijuana y sus emocionantes partidos en el Auditorio de Tijuana. El futbol soccer se empezó a popularizar en esta ciudad más o menos a mediados de los 80’s.

Jamás olvidaré la gran cantidad de juegos en la calle que amigos y vecinos realizábamos, las canicas, el trompo, el yo-yo; volar papalote, andar en bicicleta o a patín del diablo y muchísimas idas a las playas de Tijuana y Rosarito, sin faltar paseos en el campo y los parques.

Nuestros símbolos patrios eran más respetados y se cantaba con mucho entusiasmo el himno nacional. Tanto los negocios, como los hogares, lucían más adornados en los festejos nacionales.

Ahora bien, no todo era vida y dulzura. La enorme falta de servicios, como el hacer llegar el agua a nuestros hogares y negocios, nos obligaba a comprarla a los “piperos” para llenar de agua nuestros tambos o pilas. El rezago urbanístico nos causaba ya muchísimas inundaciones y derrumbes en la ciudad, por las fuertes lluvias con sus graves consecuencias, incluso la pérdida de vidas humanas.

Querido lector: Se dice que mientras haya vida, hay esperanza. Todavía podemos poner nuestro granito de arena para corregir nuestros errores, para mejorar nuestra conducta, nuestra actitud, para beneficio personal y por el bien común. No pretendo tomar estas añoranzas de mi pasado para quedarme ahí, sin ningún beneficio para mí o para las demás personas. Este es el tiempo que Gracias a Dios nos ha tocado vivir, entonces, adelante, que hay muchísimo por hacer.

 

Eduardo Velarde Vázquez

Tijuana, B.C.

Correo: eduardovpresencia@gmail.com

Autor(a)

Carlos Sánchez
Carlos Sánchez
Carlos Sánchez Carlos Sánchez CarlosSanchez 36 carlos@zetatijuana.com
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