El 2017 parece estar empeñado en probar nuestra resistencia a las catástrofes, demostrando solidaridad y unidad nacional, también la capacidad de nuestras autoridades y clase política. Este 2017 es un año que quedará marcado por la tragedia nacional, pues nos ha azotado con ciclones consecutivos, terremotos que lo mismo han derruido casas de adobe que edificios y escuelas; el mensaje del destino es tan claro que incluso, la fecha del terremoto que ensangrentó nuestra capital, coincidió con el ocurrido hace 32 años, el cual sacudió el alma de todos los mexicanos y de muchos extranjeros.
El 19 de septiembre de 1985, el DF se tiñó de sangre y resentimiento, cuando autoridades insensibles e incapaces fueron ampliamente rebasadas por la solidaridad y ejemplo de los valores ciudadanos de nuestros hermanos chilangos. Aquella tragedia nos enseñó que el pueblo es más poderoso que el gobierno y que solo el pueblo podía salvar al mismo pueblo. Por eso, los años posteriores se distinguieron por un empoderamiento ciudadano sin precedentes, que apenas tres años más tarde, echó con votos a quienes nos habían gobernado por 70 años. Solo el fraude impidió el cambio, en 1988, pero el poder ciudadano no menguó, por el contrario, descubrió que las elecciones locales eran óptimas para proseguir el cambio anhelado. Pronto caería de la presidencia el partido usurpador.
El cambio parecía haber llegado, los ciudadanos habíamos triunfado, pero la cara de la miseria humana en ocasiones se oculta con máscara de héroe. Una nueva traición de la clase política podrida nos hizo una mala jugada, cuando los supuestos héroes de la democracia traicionaron al empoderamiento ciudadano que les dio poder, y para mantenerse en el recurrieron al fraude, que se suponía era signo ignominioso del viejo partido.
Desprestigiados y asechados por la ciudadanía, terminaron por regresarle el poder al PRI, en un pacto de sangre maldito que pretendía el bipartidismo excluyente. Con ese afán han intentado todo: prestarse candidatos, comprar a otros partidos, desprestigiar opositores con la colaboración de la oligarquía beneficiaria del asalto a la nación; así como realizar fraudes electorales selectivos y un largo etcétera de traiciones y bajezas. Sin embargo, el destino es cabrón y parece sacudirnos nuevamente para probar si el empoderamiento ciudadano llegó para quedarse. Los hace de la peor manera, igual que en 1985, imponiéndonos un luto inmerecido e indignante, como si de una historia bíblica se tratara. Pero los mexicanos, impulsados por la tragedia, le estamos demostrando de nuevo de qué estamos hechos, levantando escombro tras escombro, rehaciendo nuestras vidas solidariamente. El gobierno intenta comportarse a la altura, pero es rebasado por una ciudadanía que cree más en ella misma que en sus autoridades.
Desconozco cuál será todo el saldo de lo que nos ha pasado en este año maldito, o si nos vienen nuevas pruebas a enfrentar. El poder ciudadano se ha re empoderado y en breve. Lo mejor está por venir. ¡Viva México!
Jesús Alejandro Ruiz Uribe es Doctor en Derecho Constitucional, ex diputado local, rector del Centro Universitario de Tijuana en el estado de Sonora y coordinador estatal de Ciudadanos Construyendo el Cambio, A.C. Correo: chuchoruizuribe@gmail.com