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sábado, octubre 5, 2024
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Joe Arpaio y los “Dreamers”

El ex sheriff Joe Arpaio del condado de Maricopa, Arizona, por mucho tiempo ha pensado que la mejor manera para lidiar con la inmigración ilegal ha sido asumir que si alguien parece latino, probablemente no merece estar en los Estados Unidos. Pero con millones de latinos en los Estados Unidos, cualquiera puede decir que el punto de vista del ex sheriff es racista y simplista, por lo que no funcionaría. Un estudio realizado por el conservador Instituto Goldwater explica que: “la masiva diversión de recursos [de Arpaio] para vigilar la inmigración ilegal […] coincidió con aumentos de crímenes violentos [y] reducciones drásticas en la tasa de arrestos”, en Maricopa. Básicamente, la política le gustó a los pocos racistas del país, sin hacer lo que Arpaio dijo que quería lograr: reducir la tasa de crimen en su condado.

Más importante para los Estados Unidos, gobernados por nuestra Constitución, en la cual se explica que el Estado de derecho es la más importante virtud; Arpaio ignoró órdenes de la corte, de modo que hizo perfiles de migrantes latinos solamente porque “parecían” latinos, y muy seguido violó los derechos civiles y humanos de las personas que arrestó sin causa. Hace algunos años, el The New York Times lo llamó “el peor sheriff de los Estados Unidos”. Afortunadamente, EE.UU. tiene cortes independientes y fuertes y generalmente las cortes han podido llevar justicia a los que han sido afectados. Por lo menos, así sucedió para el señor Arpaio, quien fue condenado el 31 de julio, en la corte federal por sus crímenes racistas.

Este es el hombre que Donald Trump perdonó el 25 de agosto. Según sondeos de NBC, esta semana, seis de cada diez estadounidenses dicen que fue “incorrecto” que Trump perdonara a Arpaio. Estos estadounidenses tienen razón. En los Estados Unidos, el perdón presidencial es reservado para circunstancias muy especiales, la de Arpaio no fue una de éstas.

Por otro lado, aunque Corea del Norte continúa amenazando con ir a guerra, el 5 de septiembre, el señor Trump soltó su bomba, lo que se convirtió en “una Semana Anti-Inmigrante de la Casa Blanca”, suspendiendo DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia), una exención que empezó durante la era de Obama, para migrantes que llegaron a los Estados Unidos siendo niños. Estos jóvenes -ya con una edad promedia de 25 años- son conocidos en los Estados Unidos como los “Dreamers” (los soñadores), ya que DACA también se conoce bajo el “DREAM Act”. 800,000 jóvenes fueron calificados como “Dreamers” en los Estados Unidos, según un sondeo, DACA tiene el respaldo de 64 por ciento de estadounidenses (otro sondeo muestra que solo es el 57 por ciento, pero sigue siendo un número alto).

Aunque estos jóvenes no serán deportados de manera inmediata, Trump le ha dado al Congreso seis meses para encargarse del estatus futuro de los “Dreamers”, en los Estados Unidos.

Una de las mejores cosas de la Constitución de los Estados Unidos es que trata más de limitar el poder del gobierno para hacer cosas malas que específicamente proteger a los derechos de los ciudadanos. Una y otra vez, las cortes de los Estados Unidos han estado del lado de los inmigrantes ilegales, cuando el Estado excedió su poder. El perdonar a Joe Arpaio, Donald Trump hizo claro que tiene poca simpatía con un sistema estadounidense que protege a los más vulnerables -particularmente cuando son latinos-.

En cuanto a los “Dreamers”, el señor Trump concluyó que es políticamente imposible que deporte a más de medio millón de jóvenes que merecen estar en el país -de acuerdo a su decisión de ponerle fin al programa-, pero a su vez, forzar al Congreso a ver cómo se implementa su decisión, lo que garantiza más conflicto e incertidumbre -pero ya hemos aprendido que así funciona Trump-.

¿La conclusión? Migrantes mexicanos y latinoamericanos han buscado por mucho tiempo la justicia que no pudieron encontrar en su país al vivir en los Estados Unidos y al acceso a cortes equitativas. Mientras que los Estados Unidos siguen sufriendo los caprichos del presidente, los mexicanos que han visto al país como su esperanza para una mejor vida tendrán que ajustar sus expectativas.

Baja California tiene que ser un ejemplo alternativo para la Casa Blanca racista, en Washington, y el corrupto gobierno de la Ciudad de México -al ser un lugar en el cual estadounidenses y mexicanos colaboran con el fin de tener una región más fuerte-. Esperemos que los líderes de ambos países aprendan algo de la Mega Región.

 

Andrew S.E. Erickson es un orgulloso ex residente de Tijuana, ex diplomático de los Estados Unidos, con Maestría del Colegio Nacional de Guerra, y un fuerte creyente de la importancia de las buenas relaciones entre mexicanos y estadounidenses.

 

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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