Durante su visita a México, cansado de tanto protocolo y alabanza, el Papa decide romper un rato las reglas. Cuando sube a la limusina para uno de los traslados no públicos, le dice al chofer:
“Hijo mío, tengo ganas de romper un poco el protocolo… ¿Serías tan gentil de dejarme manejar mientras tú te pasas atrás para descansar? Nadie puede negarle algo al Papa, ¿verdad?”
Y aquí vamos, con el Papa al volante y el chofer sentado atrás en una enorme limusina de vidrios polarizados. Un poco olvidado del arte de conducir, el Papa va por una de las avenidas principales de la Ciudad de México y se va pasando altos, con exceso de velocidad, tumbando botes de basura y haciendo poco caso a las señales de tránsito.
En eso se le pega una patrulla y lo detiene. El Papa baja su ventana, y al verlo, el policía se asombra y sin decir nada regresa a su vehículo, toma el radio y se produce el siguiente diálogo:
— Patrulla 505 a Central, cambio.
“Sí, oficial. ¿Qué sucede? Cambio”.
— He detenido a un cuate que parece muy influyente y poderoso, y no sé cómo proceder. Cambio.
“Pues haga lo común y quítele una lana. Cambio”.
— No, es que este cuate ha de ser influyente de a madres y no me quiero meter en problemas. Cambio.
“Ah caray, ¿es un narco o qué? Cambio”.
— No, mucho más pesado que cualquier narco. Cambio.
“Ah, ¿es de los Salinas de Gortari o qué? Cambio”.
— No, no manche. ¡Esos le vienen guangos a este señor!
“¿Pues quién rayos es?”.
— Pues no sé, pero… se me hace que es Dios. Cambio.
“¡Está usted ebrio, compañero! Cómo que Dios… ¿Por qué lo dice?
— Pues nomás calcúlele…¡¡¡Trae al Papa de chofer!
Autor: Agente de tránsito jubilado.
Contagio
— Mamá, tengo Sida.
“Pues entonces no vengas más a tu pueblo, quédate por allá”.
— Pero ¿por qué, mamá?
“Porque si vienes, contagias a tu mujer, tu mujer contagia a tu hermano, tu hermano a nuestra sirvienta, la sirvienta a tu papá, tu papá contagiara a mi hermana, mi hermana contagia a su marido, su marido me contagia a mí, yo contagio al jardinero, el jardinero contagiara a tu hermana y si tu hermana Daniela contrae Sida… ¡todo el pueblo se contagia y ahí sí ya se amoló la cosa!
Autor: Epidemiólogo.
Valiente idea
Cuando tu novia esté enojada ponle una capa y dile “¿Ahora estás súper enojada?”.
Tal vez se ría… o tal vez mueras.
Autor: Ex novio.
Cuestión de felicidad
— ¿Cómo te puedo hacer feliz en la cama?
“No me despiertes”.
Autor: Ex marido.
El nuevo trabajo
Un señor que estaba sin trabajo es contratado por un zoológico: tendrá que ponerse un disfraz de gorila y fingir que es un primate recién llegado a las instalaciones. El hombre hace bien su trabajo: cuando llegan los turistas salta como un gorila y hace extraños ruidos con la boca, como los gorilas. Pero un día, el falso gorila se despista y acaba metiéndose en la zona reservada a los leones. Desesperado, empieza a gritar pidiendo socorro, pero el león se le acerca, apoya una pata en su hombre y le dice al oído:
“¡Haz el favor de callarte, o los dos nos quedaremos sin trabajo!”.
Autor: Anónimo del Parque Morelos.
El cowboy de Alabama
En el salvaje oeste, un cowboy llega en caballo, lo deja en la puerta y entra al salón a tomar algo. Una vez que bebe el whisky sale y, al no ver el caballo, entra de nuevo.
“Como no aparezca el caballo en diez minutos, haré lo mismo que en Alabama”, dice. Se toma el whisky, sale y vuelve a entrar.
“Como no aparezca el caballo en cinco minutos, haré lo mismo que en Alabama”, repite. Sale y vuelve a entrar.
“Como no aparezca el caballo en un minuto, haré lo mismo que en Alabama”. Bebe su último whisky, esta vez encuentra al caballo y se dispone a irse cuando intrigada, la muchedumbre se atreve y le pregunta qué pasó en Alabama. El hombre responde:
“Nada, me tuve que ir a pie”.
Autor: Vaquero sonorense.
El plan del conejo
Resulta que en Venezuela está tan dura la cosa que esta semana el Presidente Nicolás Maduro presentó el llamado Plan del Conejo.
La idea es promover entre la población la cría de esta especie bajo la siguiente lógica: en palabras del ministro de Agricultura Urbana de aquel país, “hay un problema cultural porque nos han enseñado que los conejos son mascotas bonitas. Un conejo no es una mascota, son dos kilos y medio de carne alta en proteína, sin colesterol”. Ahora sí que ¡EN ZERIO!
Por supuesto sus detractores han criticado la medida, argumentando que el problema de raíz es una política fallida de socialismo basada en los energéticos que, al perder su valor en el mercado internacional, dejó a los venezolanos sumidos en una crisis que la autoridad no termina de resolver.