En la oscuridad te escribo
a ti, chavala mía,
desde este siglo incomprensible,
desde mi vida pasada,
porque en la virtud más alta no existen límites.
Contigo he aprendido lo malo y lo bueno
para la vida y para la muerte,
chavala, la deriva de mi camino futuro.
Te quiero por tu sol acalorado,
a veces me hiero las venas por ti.
Cuando te embelleces muero por verte,
cuando se manchan tus labios,
la soberbia me domina
y la nata de tus dedos
te delata ebria desde tu alcoba.
Ya mi mensajero, el colibrí,
te lleva espigas de amores,
porque contigo ganaré el cielo,
desde el viejo océano glasto,
donde el llanto despreciado
encuentra el descanso infinito…
Jaime Amador Aparicio Ramírez
Tijuana, B. C.