Sigue sonando el ring, ring
del maldito celular,
que no te puedes callar,
maldito fierro tan ruin.
No se pueden comprar
los cortejos de anteayer
que tuve con mi mujer,
sin dejarnos de mirar.
Ahora todo se pide
por el méndigo aparato
y transmiten su retrato
en cueros si así deciden.
Para conseguir pareja,
mandan su cuerpo encuerado,
carnada para el pescado,
si cae redonda la vieja.
Mas ¡Ay, qué desilusión!,
cuando llegan a mirarse,
el retrato que mandaste
pertenece a otro bombón.
Esta juventud presente
ya perdió la moral,
enseña por celular,
el de atrás y el de enfrente.
Alberto Torres Barragán
Tijuana, B. C.