60 homicidios, robos, asaltos y narcomenudeo tienen azorados a los pobladores del valle agrícola. El presidente de la Cámara Nacional de Comercio en Ensenada, Jorge Menchaca, advierte que los delitos de alto impacto han desplomado las ventas en un 35%
La ola delictiva que ha dejado 60 asesinatos en el Valle de San Quintín, y que ha incrementado delitos como el robo a negocios y casas, asaltos y narcomenudeo, tiene sumidos en la incertidumbre a sus pobladores.
Los diferentes sectores difieren en cuanto al grado de afectación que esto les acarrea, en lo que sí coinciden es en la urgencia de que las diferentes autoridades efectivamente se coordinen, emprendan una estrategia y refuercen la seguridad en esa extensa región rural.
El presidente de la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) en Ensenada, Jorge Menchaca, declaró que los delitos de alto impacto han ocasionado que las ventas en la zona sur del municipio se desplomen hasta en un 35 por ciento. En el mismo tenor, reveló los resultados de percepción que arrojó la encuesta del Centro Metropolitano de Información Económica y Empresarial (Cemdi), aplicable para todo el municipio.
El 70% de los ensenadenses se sienten inseguros, el 52% ya no quiere caminar de noche, 45% ha desistido de salir a restaurantes o centros nocturnos, 46% ya no quieren que sus hijos salgan, 72% considera que es un riesgo portar joyas o llevar consigo tarjetas de crédito, “y obviamente la gente no compra, los negocios se reprimen, otros cierran, o se quedan con menos actividades. Estamos muy preocupados”, refirió el líder empresarial.
Martiniano Hernández, integrante del Comité de Mercadotecnia de San Quintín, dice que la afectación al comercio local no es tanta, él calcula que cuando mucho han bajado del 15 al 20%: “Yo no diría que es una situación gravísima, pero sí preocupante. La gente de todos modos sigue trabajando, sigue haciendo su vida”.
Acepta que el clima es más inseguro incluso que hace dos años, cuando se dieron los bloqueos y saqueos por parte de los jornaleros del campo, pero tampoco hay que caer en un alarmismo innecesario. “Lo más preocupante para los habitantes, comerciantes y empresarios, es que no hay una estrategia de las autoridades, el comercio puede ir empeorando o mejorando en esa medida. Queremos ver una estrategia contundente y permanentes de las distintas corporaciones”, insistió.
“Sí han bajado las ventas, pero no significativamente”, aprecia por su parte Reyes Guerrero, empresario acuicultor, quien vio caído el negocio por dos o tres meses, pero a causa de los conflictos de los jornaleros en 2015. Y anteriormente, hace unos cuatro años, “los agricultores tenían que andar con escoltas, te llamaban y te amenazaban con hacerle daño a tus hijos”.
Por su parte, Pedro Castañeda, comerciante en el giro de teléfonos celulares, expuso que paradójicamente, más que afectarle el clima de inseguridad actual en la región, de lo que todavía no se logra reponer fue de la caída y descapitalización que le afectó con los disturbios de hace dos años.
“Es muy aventurado poder pensar que la economía está bajando cuando entras a todos los lugares y están saturados, en los mercados las cajeras no pueden darle servicio a toda la gente, la actividad en el Valle está como siempre, en lo económico, en cuestiones de seguridad; obviamente sí es lamentable lo que pasa, no quisiera en ningún momento minimizarlo, pero sí espero que las estrategias que maneja el gobierno sean eficientes, pero es una vergüenza ver que las dependencias todavía están arrastrando el lápiz, no tienen ni una estadística de lo que está sucediendo”, argumentó.
De lo que no se habla
Amenazas, levantones, extorsiones o cobros de piso, son problemáticas que algunos afirman se están dando, pero quedan en el rumor. No hay quien reconozca la situación y denuncias al respecto no hay.
“Afortunadamente no ha pasado nada de eso, la gente está al pendiente y todo se publica rápidamente en las redes sociales, no sabemos de una situación así, y no queremos que pase algo así, por eso urgimos a las autoridades ha hacer su trabajo”, indicó Martiniano Hernández del Comité de Mercadotecnia.
El comerciante Castañeda tampoco tiene conocimiento si alguien ha sido víctima de tales delitos, recuerda que hace varios años se dio una racha de secuestros y los empresarios agricultores tenían que andar con un carro o dos escoltándolos, “pero a la gente que me encuentro regularmente en la calle los sigo viendo igual, llegan a los mismos lugares a ingerir sus alimentos, a convivir con la gente, no andan escoltados”.
Julio Meza, empresario agricultor, también asegura que cobros de piso o secuestros no son un rubro que se sepa, haya afectado a alguien del sector, pero reconoce que sí son comunes los intentos de extorsión vía telefónica: “Sucede mucho y no solo a los empresarios, sino hasta los empleados, a la comunidad, pero la gente ya está más sensible a esa situación; ya no se asusta tanto y cuelgan, o lo reportan”.
En contraste, un integrante del Comité Ciudadano de Prevención del Delito manifestó a este medio que la preocupación en el Valle de San Quintín sí es preocupante y muy delicada, pero que la gente tiene temor a hablar. No quiso dar detalles, “son temas que se deben tratar con gente de confianza, muy confidencialmente”.
Abundó: “A veces andamos queriéndole pegar a la piñata con los ojos vendados, y no hay resultados porque el enemigo puede estar en casa, el mal está más arriba, la delincuencia ya sobrepasa al gobierno, estamos llegando a un punto donde al rato la situación va a ser insoportable, andas inseguro, con el temor de que te van hacer daño, la gente se va, se va la inversión”.
Reacción inmediata
Los últimos reportes del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública de Baja California dan cuenta de un incremento del 55% en delitos comunes como el robo y los asaltos, hablando de Ensenada. Concretamente en San Quintín, se registran por igual dicha actividad delictiva en las casi 50 colonias de la demarcación que abarca desde Punta Colonet hasta El Rosario.
“¡Ah, claro, claro! Los robos están a la orden del día, ¡las manos de la delincuencia están sueltas por ese maldito Nuevo Sistema de Justicia Penal!”, exclamó Justino Herrera, ex vocero de la Alianza de Jornaleros, quien encabeza un grupo de autodefensas en Lomas de San Ramón, colonia que fue escenario de los actos más violentos suscitados durante la rebelión jornalera de marzo de 2015.
Herrera, quien era el vocero más beligerante y lidera a parte de la comunidad trique que habita la zona donde quemaron la Comandancia de Policía de Vicente Guerrero, donde destruyeron la unidad de ataque “El Tiburón” de la Policía Estatal Preventiva, y sacaron a punta de pedradas y patadas a los elementos estatales, ha organizado a los vecinos para denunciar entre ellos vía celular a ladrones y malandros que azoran viviendas y tienditas.
“Si hay un delincuente en la calle, lo detenemos y le metemos una chinga, nada más aquí, ya no lo ponemos en manos de la autoridad porque lo sueltan. Todo está a la deriva”, relata Herrera respecto al modus operandi de lo que han denominado “Patrullas Comunitarias”.
El enérgico jornalero ahora dedicado a la captura de almejas, dice que ya no se puede contar con la Policía para darle frente al pandillerismo, drogadicción, narcomenudeo, robos a casa habitación y hasta “arrancones” clandestinos, por lo que sin empacho reitera que harán justicia por su propia mano, esperando que los delincuentes no vayan a cobrar venganza contra los colonos.
Reconoce que el actuar de la “Patrulla Comunitaria” es considerado ilegal, pero no van a dejar de darle un escarmiento a malandros y sospechosos “para que no vuelvan a la comunidad, ya que en caso de hacerlo, tomaremos medidas de más impacto”, advierte.
Respecto al incremento de crímenes de alto impacto, el beligerante ex jornalero exclamó: “¡No, no, no! De eso ya ni me diga, ¡es como andar en el parque!”.
Lo más preocupante
Al igual que las autoridades, los diferentes sectores atribuyen el incremento de los crímenes y el elevado número de víctimas a personales ligados al crimen organizado y narcomenudeo, por lo que se desatienden un tanto del tema. Más que temerosos, afirman, están sorprendidos.
“Mucha gente de la que ha caído a lo mejor era parte del problema, ajuste de cuentas, conflicto entre ellos”, estima Pedro Castañeda, ex presidente de Canaco en San Quintín. “Y ojalá ahí quede y no se metan con la sociedad civil”, acota.
Mientras el empresario acuícola Reyes Guerrero considera que ha sido “una sorpresa” la racha de crímenes, el agricultor Julio Meza expone: “A lo mejor la zona se ve muy impactada porque no estábamos acostumbrados a tener aquí los delitos graves que han estado sucediendo, por lo menos los homicidios”.
Argumenta que la mayoría de los ejecutados no son conocidos en la localidad, que debieron ser de fuera, pero reconoció se han dado víctimas colaterales: “Un par de jovencitos que fueron atacados hace algunos días, una profesora muy joven, y un par de empleados del rancho, a los que confundieron con otros que sí traían problemas”.
Meza recuerda que la situación se puso tensa en 2015, y ellos, los del sector agricultor, fueron satanizados y carne de cañón para un posible linchamiento, “pero no había problemas de seguridad, no sabíamos de homicidios, de gente sin cabeza, amordazados y balaceados. Nos sorprendimos mucho con este problema”.
Tan preocupante es la delincuencia para el agricultor, como la falta de servicios e infraestructura en San Quintín: “En la zona tenemos muchos problemas, sí, lo de seguridad es lo nuevo, pero tenemos muchos problemas de rezagos históricos, es una zona muy abandonada por los tres niveles de gobierno”.
Expone que la falta de agua, de escuelas, guarderías, servicios médicos, son reclamos que dieron origen a la protesta de los jornaleros contra los patrones en los campos agrícolas, sin embargo, indica que a la larga los trabajadores se dieron cuenta que el origen de sus reclamos era contra las autoridades y no contra los empresarios. De cualquier forma, ese rezago ha dado origen a la descomposición social que ahora ha derivado en el alza de la delincuencia.
Dice que por eso el incremento de los delitos menores como robos o asaltos no les sorprenden, dado al incremento del uso de drogas duras, y a la necesidad de satisfacer la adicción de los que comenten estos actos. “La gente aquí se defiende como sea, desde cámaras de seguridad hasta perros en ranchos y comunidades”, narra.
Pero el tema de los homicidios sí lo trató como algo preocupante ante el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, durante su visita a la entidad: “Le pedí que tuvieran cuidado con los empresarios, que les diera certeza y seguridad a las empresas para seguir avanzando. Si a un empresario le pasa algo, se atora la empresa de la que pueden estar dependiendo 100 familias, 500 o mil. Que hicieran algo para que no se desaliente la inversión, el turismo”.
Según Meza, el rezago en la zona sur de Ensenada ha empeorado y las promesas de gobierno no se han cumplido, no hay programas ni planes de desarrollo, ni obras: “Aquí no se ha pegado un solo tabique después del 17 de marzo de 2015”.
Aunado a ello, el empresario cita otro fenómeno que igualmente ha desencadenado la delincuencia: la migración masiva de jornaleros hacia Estados Unidos. De dos años para acá hasta 15 mil jornaleros, casi la mitad de la mano de obra, ha pasado de los campos agrícolas de San Quintín a los de California, contratados por temporadas que duran hasta ocho meses. Como las empresas agrícolas norteamericanas someten a muchos filtros a los trabajadores -antidopaje, experiencia, salud, inocuidad- se han llevado a los mejores trabajadores, lo que ha mermado, primero, a la economía de las empresas agrícolas asentadas en San Quintín, y en segundo, ha dañado al tejido social de la zona.
“Se han llevado a los más calificados, a los que por años nos ha tocado entrenar, se quedaron los que no pasaron los controles, antes de diez trabajadores había tres adictos, ahora son 6 por cada 10, esa gente es la que se mete en delitos menores o se engancha en delitos mayores. Se va la gente buena , la que cuidaba sus casas, sus hijos. Hoy las casas están sin jefes de familia, por ende hay menos vigilantes, menos denunciantes”.
Lo que lleva a la situación que ahora se lamenta: “Escuchábamos de los crímenes en Tijuana, que ya están acostumbrados, en Michoacán, Tamaulipas, y decíamos ‘aquí estamos en el paraíso, no pasa nada’. Y de repente ya estamos metidos en la estadística”.
Todo igual
Por parte de las autoridades municipales refieren que en la zona sur de Ensenada no ha habido un repunte de los delitos del fuero común, que el robo a casa domiciliario no es muy común y que el robo a comercio se mantiene igual, es decir, uno o dos por semana. Al igual que el robo en ranchos es muy esporádico y la gente ha ido asimilando la costumbre de la denuncia al 911.
Lo que sí, se tiene considerado desde Punta Colonet a El Rosario como foco rojo, informó Daniel Lucero Jiménez, subdirector operativo de Seguridad Pública Municipal, quien supone que el clima de inseguridad que perciben los sanquitinenses podría deberse al atentado que hace unas semanas sufrieron elementos de esa corporación, a los que acribillaron en la misma delegación policial de Camalú.
Dijo que aparte del reforzamiento de equipo de seguridad que se ha destinado para aquella zona, y más que se llevará próximamente, han ayudado a aminorar los actos delictivos, y en las reuniones que los mandos policíacos sostienen cada quince días con líderes de colonias, el tema de los homicidios no lo abordan, “porque han de saber qué tipo de personas son las que han sido víctimas de esos hechos.
“Obviamente no es común que nos ataquen en una comandancia de Policía y nos maten a dos compañeros, eso sí les pegó, pero el resto de los homicidios, te aseguro, no lo tienen dentro de su agenda de preocupaciones”, concluyó el funcionario.