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sábado, febrero 17, 2024
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“México se ha convertido en una inmensa necrópolis”: Juan Villoro

El escritor impartió la conferencia “La desaparición de la realidad. Desafíos del periodismo contemporáneo” en ocasión al 37 Aniversario de ZETA. “Si el gobierno no se investiga, ¿quién va a investigar? Investigan los periodistas y pagan con la vida; a falta de un saneamiento del propio gobierno, el periodista está absolutamente en riesgo”, expresó

Portando el libro “Javier Valdez Cárdenas. Periodismo escrito con sangre”, recién editado por el sello Aguilar de Penguin Random House, Juan Villoro llegó a Tijuana el miércoles 9 de agosto para impartir la conferencia magistral “La desaparición de la realidad. Desafíos del periodismo contemporáneo” en El Cubo del Centro Cultural Tijuana (CECUT), en ocasión del 37 Aniversario de ZETA.


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Tal como en su momento este Semanario conmemoró onomásticos anteriores invitando a personajes como Julio Scherer García, Carmen Aristegui, Miguel Ángel Granados Chapa, Javier Sicilia, entre otros, en ocasión a su 37 Aniversario, tuvo la oportunidad de escuchar a Juan Villoro.

Ante la presencia de poco más de 300 personas congregadas en el Vestíbulo de El Cubo del CECUT, el autor fue dispuesto a disertar sobre los riesgos de la proliferación de las redes sociales (o fanpages) en esta época digital donde cualquier persona con acceso a internet puede abrir una cuenta e “informar” sin ningún profesionalismo o protocolo; incluso, señaló el contexto de la guerra contra el narcotráfico donde “el periodista está absolutamente en riesgo”, hasta el desafío que implica dar voz a las víctimas, tal como en su momento autores como Javier Valdez Cárdenas documentaron el horror con su trabajo periodístico.

“Nos hace falta mucho para poder tener protocolos de lo que verdaderamente importa en la red”


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Un eje que abordó Villoro en su conferencia fueron las diversas plataformas digitales que proliferan como fuentes noticiosas:

“A quiénes de nosotros nos ha pasado que enviamos un tuit y cuando reparamos en lo que dijimos el mensaje ya se fue, es tan rápida la comunicación, es casi como una asociación libre de ideas que muchas veces nos lleva a arrepentirnos, pero cuando es demasiado tarde.

“Esto que nos puede pasar a nosotros en la esfera privada al mandar un mensaje que de pronto consideramos como apropiado, está sucediendo en plataformas aparentemente periodísticas y noticias donde se publican cosas demasiado rápidas, y al mismo tiempo está generando un fenómeno de periódicos que se están vigilando unos a otros, donde lo más importante no es descubrir una nota original, sino no perderse la nota que los demás ya están llevando”.

Sobre el tema, el autor de “El libro salvaje” (FCE, 2008) cuestionó: “¿Hasta dónde demos darle importancia a las redes sociales?”.

Luego urgió: “Todavía nos hace falta mucho para poder tener protocolos y criterios de lo que verdaderamente importan en la red; tenemos que aprender a valorar lo que sucede en la red”.

 

“Prácticamente estamos en una situación de un narco Estado”

En cuanto al contexto violento y de narcotráfico en que se desarrolla el periodismo de investigación en México, el autor de “El testigo” (Premio Herralde de Novela 2014), primero destacó el inicio de la llamada guerra contra el crimen organizado:

 

“Felipe Calderón quiso entender el narcotráfico como los otros, los distintos, los llamaban los malosos, como una especie de contra sociedad que se había incrustado dentro de nosotros; el discurso oficial durante seis años fue: las bandas del narcotráfico combaten entre sí, y como el Ejército ha salido a las calles, entonces ha aumentado la violencia porque ahora tienen miedo de que nosotros los enfrentemos; por lo tanto, en realidad era lucha intestina del narcotráfico para controlar plazas, eso lo hemos oído hasta el cansancio como discurso oficial”.

Asimismo, comentó que “nosotros sabemos que el narcotráfico no está hecho por extraterrestres, no son personas que vinieron de fuera como quiere la política exterior norteamericana sea; no, el narcotráfico lo traemos todos nosotros, ocurre muy cerca, incluso con personas que en ocasiones resultan conocidas, a veces hasta pueden ser parientes y en ocasiones hasta las podemos ver en el espejo, es decir, es una descomposición de la sociedad que ha estado ocurriendo desde hace mucho tiempo, que ha permeado la sociedad.

“Al tener nosotros esta distorsión de la realidad, no se ha podido ni enfrentar el problema, ni garantizar la vida de los periodistas; ha demostrado la política militar mexicana, desde Calderón hasta la fecha, que todavía es una bala perdida, y en el conflicto de en medio han quedado quienes tratan de informar al respecto”.

Villoro también hizo énfasis en las diversas zonas del país donde el narcotráfico funge como Estado:

“Prácticamente estamos en una situación de un narco Estado y zonas enteras del país han perdido la soberanía, el caso de Tamaulipas, por poner un ejemplo; entonces, en esta circunstancia, el periodista está en una situación cada vez más precaria; o la diferencia entre lo lícito y lo ilícito es que no es distinguible, y la única manera de transformar esto es que el poder se investigue a sí mismo, que el poder vaya rompiendo con todas las redes de lavado de dinero, de complicidad económica”.

Y sentenció: “Si el gobierno no se investiga, ¿quién va a investigar? Investigan los periodistas y pagan con la vida; a falta de un saneamiento del propio gobierno, el periodista está absolutamente en riesgo”.

 

“Honrar a las víctimas”

Como uno de los desafíos del periodismo contemporáneo, Villoro propuso voltear hacia las víctimas, tal como en su momento lo hizo Javier Valdez:

“Creo que una de las cosas más importantes que han pasado dentro del periodismo de los últimos tiempos, es que hay una mayor conciencia de que la gran noticia no es la sangre, sino la vida que se pierde con la sangre; es decir, que no son los perpetradores de la muerte los que deben ocupar el periodismo como protagonistas, sino que son las víctimas. Esto me parece muy importante y creo que todavía no se ha hecho lo suficiente al respecto, pero ya ha habido extraordinarios cronistas que han dado cuenta de esto”.

En ese momento Juan Villoro citó a algunos autores que han dado voz a los desposeídos de justicia, como “México 2010, diario de una madre mutilada” (Ficticia, 2012), de Esther Hernández Palacios; “Fuego cruzado” (Grijalbo, 2011), de Marcela Turati; y “Huérfanos del narco” (Aguilar, 2015), de Javier Valdez Cárdenas:

“Estamos en un país donde en 2016, según datos oficiales, al menos 500 personas al mes fueron encontrados en fosas comunes. México se ha convertido en una inmensa necrópolis. En el centenario de Juan Rulfo, estamos en un país donde los muertos son desaparecidos como los personajes de Comala”.

Fue entonces cuando el escritor también propuso como una oportunidad del periodismo: “Honrar a las víctimas no restituye la vida, pero conocer el horror es el primer paso para acabar con él. Este es un país de desaparecidos; cuando decía yo que México es una necrópolis, hablaba de las fosas comunes y mencionaba a las almas en pena como en Comala, esperando algún lugar donde detenerse, una última morada; y creo que el periodismo también está cumpliendo una labor que debe por supuesto acrecentar para honrar a todas esas víctimas, a todos estos desaparecidos. Es una de las cosas más nobles, creo, que podemos hacer desde nuestro oficio”.

 

“El gobierno, en lugar de defender a los periódicos, se ha dedicado a espiarlos”

Villoro también hizo alusión en su conferencia al espionaje a periodistas y defensores de los derechos humanos recientemente dado a conocer; para empezar, el autor de “El profesor Zíper y la fabulosa guitarra eléctrica” (FCE, reedición 2016), se refirió a los ataques a comunicadores:

“De acuerdo con la ONG Artículo 19, que tiene su sede en Londres, pero que cuenta con un capítulo en México, el año pasado hubo al menos 400 agresiones a periodistas, en distintos niveles; y ya lo recordaba Adela Navarro, directora de ZETA, en el sexenio de Enrique Peña Nieto han sido asesinados 36 colegas; Reporteros Sin Fronteras acaba de volver a México como el país más peligroso para ejercer el periodismo, ya había ocupado este triste lugar; y el propio espacio periodístico de ZETA ha sido víctima de agresiones a sus periodistas, el asesinato de algunos de ellos y el intento de asesinato a su legendario fundador Jesús Blancornelas.

“La reacción del gobierno no puede ser más oprobiosa: en vez de procurar la defensa de los periodistas, se ha dedicado a vigilarlos según trascendió reciente con la contratación del sistema de espionaje Pegasus, comparado a una compañía israelí que solamente negocia con gobiernos, la compañía de este grupo, pagando 80 millones de dólares; es verdaderamente alarmante que un país en riesgo, el gobierno pague esta fortuna para espiarlos, no hay manera de describir esto.

“El pegaso, que fue durante un tiempo símbolo de identidad novohispana, hoy en día se ha convertido en este emblema de lo que nos vigila, las estrellas protectoras en las alturas, se ha transformado en el ojo oculto que está buscando perseguir a los periodistas, algo absolutamente inaceptable, y otro de los muchos oprobios que se han cometido durante el gobierno del Presidente Peña Nieto”.

 

Homenajeando a Javier Valdez Cárdenas

El libro que llevaba Juan Villoro en sus manos, por supuesto, no era una casualidad. Se trata de “Javier Valdez Cárdenas. Periodismo escrito con sangre” (Aguilar, 2017), mismo que lleva por subtítulo “Antología periodística: Textos que ninguna bala podrá callar”, cuyo ejemplar contiene una selección de César Ramos de textos de Javier Valdez de sus libros, entre ellos “Miss Narco”, “Los morros del narco”, “Levantones”, “Con una granada en la boca”, “Huérfanos del narco” y “Narcoperiodismo”, a su vez editados por Penguin Random House.

A manera de tributo a Javier Valdez, asesinado el 15 de mayo de 2017, Juan Villoro primero reconoció: “Quisiera concluir con unas palabras de una de las personas que más he querido dentro del periodismo, Javier Valdez Cárdenas, fundador de Ríodoce, publicación gemela de ZETA, que se inspiró mucho en la existencia de este espacio informativo en Tijuana”.

Fue entonces cuando hacia el final de su disertación leyó un fragmento del texto “Periodismo en tiempos violentos”, incluido en “Javier Valdez Cárdenas. Periodismo escrito con sangre”:

“No puede ser uno periodista del silencio porque entonces no se es periodista, pero qué importante es saber qué es lo que no puedes publicar o cuándo detenerte para no perder la vida, pero nunca quedarse callado. Ubicar esa parte de la historia es seguir escribiendo: esconderla, guardarla, posponerla, que no cancelarla, es también una forma de resistir, de sobrevivir.

“Estamos hablando de un ejercicio ciudadano, de un derecho social, de un derecho humano, el de la libertad de expresión. De ejercerlo a través de los blogs, de las redes sociales, de pancartas y gritos en las calles, de silencios que lesionan oídos y gargantas. No es un asunto de los periodistas, sino de todos los ciudadanos. Y hay que defenderlo, y la mejor manera de hacerlo es ejerciéndolo: es un derecho ciudadano, un derecho humano, y vale la pena, en tiempos tan sombríos y convulsionados, levantar la palabra escrita y hablada, que muchos nos quieren arrebatar para imponernos el silencio.

“Para mí, dejar de escribir es morir, es dejar de caminar, de sentir, de experimentar la vida. El silencio es una forma de complicidad y de muerte. Y yo, ni soy cómplice ni estoy muerto”, concluyó Villoro para dar paso a los aplausos, selfies y firma de libros el día en que ZETA celebraba su 37 Aniversario.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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