Con todas las tormentas políticas y económicas -el colapso del peso, amenazas en contra del Tlcan que es la fortaleza económica de nuestra región, el fin de las negociaciones del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica- que durante los últimos siete meses han acaecido, es demasiado fácil olvidarse de qué tan bien están yendo la cosas en California.
Ahora que las amenazas en contra del Tlcan parecen estar tan muertas como la mayoría de las iniciativas de Trump, las predicciones que declaró el gobernador Brown de California, en marzo, sobre las debilidades de Trump, parecen ser clarividentes. “Tenemos ruido, tenemos retórica y tenemos acción”, dijo Brown durante una entrevista, el 2 de marzo, en Sacramento. “Dados los ataques [de Trump] en tantas áreas que van más allá de las fronteras de cualquier pensamiento o expectaciones políticas o convencionales, habrá obstáculos”.
Mientras que la agenda trumpista sigue estancada en Washington, California va hacia delante y Tijuana y Mexicali son los grandes beneficiarios. California en este año se ha convertido en una de las economías más grandes del mundo, luchando con el Reino Unido para ser la quinta economía más grande (México se encuentra posicionado en el lugar 11 o 13, dependiendo de cómo se mide). De modo interesante, la economía de California sigue creciendo, mientras Sacramento promueve regulación ambiental y protección al consumidor, sin acosar a migrantes sin documentos y sigue con la agenda política más progresiva de los cincuenta estados. Según el Centro de Integridad Pública, en el 2015, California fue el segundo gobierno más transparente y público de los estados norteamericanos. Tiene fuertes revisiones contra la corrupción política y ha hecho un excelente trabajo para limitarla. ¿Estará observando esto el resto de los Estados Unidos? ¿Baja California?
Wall Street está notando que el enfoque californiano funciona. Los precios de los bonos californianos en los últimos cinco años resaltan la confianza de los inversionistas en la gobernación del estado y esta confianza va aumentando. Es interesante contrastar los precios crecientes de los bonos con el declive de los que tienen otros estados como Texas. En el último año, como lo sabemos, Texas se ha posicionado como el “anti-California”. Claramente, los inversionistas prefieren las políticas progresistas democráticas de California, comparado a las políticas tejanas republicanas en contra de regulaciones y migrantes, muy a favor de las políticas de Donald Trump.
En el 2015, California agregó 483,000 empleos, mostrando un aumento de ocupaciones del tres por ciento, basado en datos oficiales del gobierno EE.UU. Esto fue dos veces mayor al crecimiento de 1.5% de Texas -que trumpistas dicen que es un modelo para el resto de los Estados Unidos-. ¡Quizá la energía limpia sí tiene futuro! Más importante, hay algo que funciona en el modelo político progresivo de California -¿algo que podría servir al sur de la frontera también?
Por fin, México se está recuperando del golpe de la elección norteamericana. Pero el crecimiento económico de México se ve lisiado por corrupción, con estimaciones de pérdidas del PIB del 10%, como consecuencia de la cultura política sucia de México. Aquí está la idea: en vez de seguir con una cultura política que permite la corrupción, política sucia, abuso ambiental y otros pecados, ¿por qué las ciudades de Baja California y Baja California Sur no siguen el ejemplo de su vecino norteño, en vez de su líder al sur, en la Ciudad de México?
Ahora Sacramento es el líder nacional en gobierno limpio, políticas pro-migratorias, y liderazgo responsable, ¿Mexicali y La Paz no podrían convertirse en modelos de gobernación progresiva y de liderazgo limpio?
Hace un siglo y medio solo había una California, ocupando el lugar de lo que se convirtió en la frontera de Oregón en el norte hasta Los Cabos en el sur. Las divisiones políticas que sobresalen con California, estando que forma parte de los Estados Unidos, y Baja California y Baja California Sur siendo parte de México, son permanentes. Pero California está cambiando; casi el 40% de la población del estado es hispánico y mayormente mexicano. En Baja California y Baja California Sur, crecientes poblaciones de norteamericanos ahora se jubilan y viven ahí.
Con el Tlcan más y más seguro, California más progresista y el futuro de las tres Californias más unido, ha logrado que sea momento para que los mexicanos de estas regiones se den cuenta que, mientras California está rechazando las prácticas corruptas y divisivas de Washington, D.C, la región bajacaliforniana se encuentra estratégicamente ubicada para rechazar la cultura política de la Ciudad de México, a favor de una nueva cultura política fundada en las mismas prácticas que han convertido a California en uno de los mejores lugares de los Estados Unidos. No será fácil, pero con la voluntad de los bajacalifornianos y con valentía, se puede lograr.
Andrew S.E. Erickson es un orgulloso ex residente de Tijuana, ex diplomático de los Estados Unidos, con Maestría del Colegio Nacional de Guerra, y un fuerte creyente de la importancia de las buenas relaciones entre mexicanos y estadounidenses.